Papa: el amor de Cristo mantiene el amor de los esposos y lo renueva cuando humanamente se pierde
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "El amor de Jesús, que bendijo y consagró
la unión de los cónyuges, es capaz de mantener su amor y renovarlo cuando humanamente
se pierde, se rompe, se acaba". Es el conforto que el Papa Francisco ha
dado hoy a 20 parejas de jóvenes que celebraban la boda en la Basílica de San
Pedro, en la Misa presidida por el Papa. Algunas de las parejas viven juntas
desde hace algún tiempo y tienen hijos.
La ceremonia, la primera en el pontificado de Francisco, nació de su deseo de
celebrar matrimonios. Su solicitud fue enviada a todos los sacerdotes de la
diócesis de Roma que han escogido una pareja que exprese su sí en la basílica
de San Pedro, con la bendición del Papa.
La misa coincidió con la fiesta de la Exaltación de la Cruz. En su homilía, Francisco,
refiriéndose a la primera lectura (Num 21,4-9), habló de "el pueblo en el
desierto", como compuesto principalmente de familias. " Este pueblo nos lleva a pensar en la Iglesia en camino
por el desierto del mundo actual, en el Pueblo de Dios, compuesto en su mayor
parte por familias. Nos hace pensar también en las familias, en nuestras
familias, en camino, por los derroteros de la vida, por las vicisitudes de cada
día... Es incalculable la fuerza, la carga de humanidad que hay en una familia:
la ayuda mutua, la educación de los hijos, las relaciones que maduran a medida
que crecen las personas, las alegrías y las dificultades compartidas... Las
familias son el primer lugar en que nos formamos como personas y, al mismo
tiempo, son los "ladrillos" para la construcción de la sociedad."
En algún momento, "la gente no podía soportar el viaje... Hay una tentación de volver atrás, a abandonar el viaje".
"Esto me lleva a pensar en las parejas de esposos que "se sienten cansadas del camino" de la vida conyugal y familiar. El cansancio del camino se convierte en agotamiento interior; pierden el gusto del Matrimonio, no encuentran ya en el Sacramento la fuente de agua. La vida cotidiana se hace pesada, y tantas veces "da náusea".
Durante ese momento de la pérdida -. la Biblia dice - llegaron serpientes venenosas que mordían a la gente, y muchos murieron".
Dios provee el remedio: una serpiente de bronce sobre un estandarte; quien la mire, quedará sano del veneno mortal de las serpientes".
"¿Qué significa este símbolo? Dios no acaba con las serpientes, sino que da un "antídoto": mediante esa serpiente de bronce, hecha por Moisés, Dios comunica su fuerza de curación, que es su misericordia, más fuerte que el veneno del tentador".
"Jesús - continua - como hemos escuchado en el Evangelio, se identificó con este símbolo: el Padre, por amor, lo ha "entregado" a Él, el Hijo Unigénito, a los hombres para que tengan vida... Quien confía en Jesús crucificado recibe la misericordia de Dios que cura del veneno mortal del pecado.
"El remedio que Dios ofrece a la gente - explica - vale también, especialmente, para los esposos que, "extenuados del camino", son mordidos por la tentación del desánimo, de la infidelidad, de mirar atrás, del abandono... También a ellos Dios Padre les entrega a su Hijo Jesús, no para condenarlos, sino para salvarlos: si confían en Él, los cura con el amor misericordioso que brota de su Cruz, con la fuerza de una gracia que regenera y encauza de nuevo la vida conyugal y familiar".
" El amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de mantener su amor y de renovarlo cuando humanamente se pierde, se hiere, se agota. El amor de Cristo puede devolver a los esposos la alegría de caminar juntos; porque eso es el matrimonio: un camino juntos de un hombre y una mujer, en el que el hombre tiene la misión de ayudar a la mujer a ser mejor mujer, y la mujer tiene la misión de ayudar a su marido a ser más hombre. Esta es la misión que tienen entre ustedes. Es la reciprocidad de la diferencia. No es un camino llano, sin problemas, no, no sería humano. Es un viaje comprometido, a veces difícil, a veces complicado, pero así es la vida. En medio de esta teología que nos da la Palabra de Dios, el pueblo en camino, también la familia en camino, los esposos en camino, un pequeño consejo: es normal que los esposos peleen, es normal. Siempre se hace. Pero les aconsejo que jamás terminen la jornada sin hacer la paz. Es suficiente un pequeño gesto y así se sigue caminando. El matrimonio es símbolo de la vida, de la vida real, no es una "novela". Es el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia, un amor que encuentra en la Cruz su prueba y su garantía".
Improvizando: "En el matrimonio hay peleas, así es la vida, pero no permitáis que termine el día sin reconciliaros".
04/05/2015