La invitación misionera del pontífice a los fieles durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro. "La mayor tentación es considerar la llamada recibida como un privilegio. Dios elige a alguien para amar a todos. Y debemos evitar la tentación de identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema".

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "El Evangelio no es para unos pocos elegidos. Todos tienen derecho a recibirlo". Repitiendo lo escrito hace diez años en su exhortación apostólica Evangelii gaudium el Papa Francisco volvió hoy sobre ello dirigiéndose a los fieles durante la audiencia general en la Plaza de San Pedro.

Continuando su ciclo de reflexiones sobre el celo apostólico en la evangelización, el pontífice se detuvo hoy en el tema del destino universal del anuncio cristiano. "Cuando encontramos verdaderamente al Señor Jesús -dijo-, la maravilla de este encuentro impregna nuestra vida y pide ser llevada más allá de nosotros. Esto desea Él, que su Evangelio sea para todos. En él, de hecho, hay una 'fuerza humanizadora', una plenitud de vida que está destinada a todo hombre y a toda mujer, porque para todos Cristo nació, murió, resucitó. Para todos. Nadie excluido".

De ahí la invitación a los cristianos a distinguirse "por la capacidad de salir de nosotros mismos". El anuncio para ser verdadero debe salir del egoísmo precisamente para superar todas las fronteras. Los cristianos se reúnen en el patio de la iglesia más que en la sacristía, y salen a las plazas y a las calles de la ciudad".

Citando el pasaje evangélico en el que una mujer cananea suplica a Jesús que cure a su hija enferma (cf. Mt 15, 21-28), explicó que "cuando Dios llama a una persona y pacta con algunos, el criterio es siempre éste: elige a alguien para llegar a muchos otros. Todos los amigos del Señor han experimentado la belleza, pero también la responsabilidad y el peso de ser "elegidos" por Él. Han experimentado el desánimo ante sus propias debilidades o la pérdida de su seguridad. Pero la mayor tentación -añadió- es considerar la llamada recibida como un privilegio: por favor, no, la llamada nunca es un privilegio. La llamada es para un servicio y Dios elige a alguien para amar a todos'.

Esta mirada a todos -concluyó- permite también evitar la tentación de identificar el cristianismo con una cultura, con una etnia, con un sistema: así pierde su naturaleza católica. El Evangelio no es para un pequeño grupo de elegidos de primera clase, no es sólo para mí. El Evangelio es para todos: no lo olvidemos".

Al final de la audiencia -citando su encuentro poco antes con los familiares de los rehenes israelíes en Gaza y los de algunos prisioneros palestinos en cárceles israelíes- Francisco renovó su invitación a "perseverar en la oración por los que sufren a causa de las guerras en tantas partes del mundo, especialmente por las queridas poblaciones de Ucrania, la Ucrania mártir, y de Israel y Palestina".

 

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