Papa: con el Bautismo recibimos la 'identidad cristiana' que los padres y padrinos deben custodiar

Francisco bautizó a 16 niños. Expresó la esperanza de que en Kazajstán "se recupere cuanto antes la armonía social mediante la búsqueda del diálogo, la justicia y el bien común". La oración "no es una vía de escape, no es un rito mágico ni la repetición de una cantilena aprendida de memoria", "es la llave que abre el corazón al Señor".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Con el Bautismo recibimos "la identidad cristiana" que los padres y padrinos deben "custodiar". Es "la tarea" que el Papa Francisco encomendó a todos aquellos que esta mañana llevaron a 16 bebés -7 varones y 9 niñas, hijos de empleados del Vaticano- a la Capilla Sixtina donde recibieron el Bautismo.

La ceremonia se llevó a cabo el día que se recuerda el Bautismo de Jesús. En el Ángelus, Francisco había señalado que en ese primer momento de su vida pública, “Jesús no se presenta con algún milagro ni sube a una cátedra para enseñar. Se pone en fila con los pecadores que iban a recibir el bautismo de Juan. Comparte con nosotros la suerte de los pecadores, se hace cercano a nosotros” y reza.

A las 10.000 personas que se reunieron en la Plaza de San Pedro a pesar del día lluvioso, Francisco también les dijo que había sabido “con dolor que ha habido víctimas durante las protestas que estallaron en los últimos días en Kazajstán. Rezo por ellos y por sus familias, y espero que la armonía social se recupere lo antes posible mediante la búsqueda del diálogo, la justicia y el bien común. Encomiendo al pueblo kazajo a la protección de Nuestra Señora Reina de la Paz de Oziornoje”.

En la breve homilía de la misa de esta mañana contó que "en la fiesta de hoy se reza un himno muy hermoso, que dice que el pueblo de Israel iba al Jordán 'con los pies descalzos y el alma desnuda', es decir, un alma que quería ser bañada por Dios, que no tenía riquezas, que necesitaba a Dios. Hoy estos niños también vienen aquí con 'el alma descalza' para recibir la justificación de Dios, la fuerza de Jesús, la fuerza para salir adelante en la vida”.

En el Ángelus retomó ese tema y explicó que en la oración de Jesús “podemos ver los 'dos movimientos' de la vida de Jesús: por un lado baja con nosotros hasta a las aguas del Jordán; por el otro eleva la mirada y el corazón orando al Padre. Es una gran lección para nosotros: todos estamos inmersos en los problemas de la vida y en muchas situaciones complicadas, estamos llamados a enfrentar momentos y elecciones difíciles que nos desaniman. Pero -añadió- si no queremos que nos aplasten, tenemos que elevar todo hacia arriba. Y eso es precisamente lo que hace la oración, que no es una vía de escape, no es un rito mágico ni la repetición de una cantilena aprendida de memoria. Rezar es la manera de permitirle a Dios que actúe en nosotros, de comprender lo que quiere comunicarnos incluso en las situaciones más difíciles, de pedir que nos de la fuerza para seguir adelante. La oración nos ayuda porque nos une a Dios, nos abre al encuentro con Él. Sí, la oración es la llave que abre nuestro corazón al Señor”. “Es dialogar con Dios, es escuchar su Palabra, es adorar: permanecer en silencio entregándole lo que vivimos. Y a veces también es gritarle como Job, desahogándose con Él”.

“La oración - prosiguió -, para usar una hermosa imagen del Evangelio de hoy, 'abre el cielo' (cf. v. 21): da oxígeno a la vida, permite respirar incluso en medio de la angustia y nos hace ver las cosas de una manera más amplia. Sobre todo nos permite tener la misma experiencia que Jesús en el Jordán: nos hace sentir hijos amados por el Padre. Cuando oramos, el Padre también nos dice a nosotros, como a Jesús en el Evangelio: "Tú eres mi hijo, el amado" (cf. v. 22). Este nuestro ser hijos comenzó el día del Bautismo, que nos sumergió en Cristo y nos convirtió en hijos amados del Padre. ¡No olvidemos la fecha de nuestro Bautismo!”. “Y hoy preguntémonos: ¿cómo va mi oración? ¿Rezo por costumbre, a regañadientes, solo recitando fórmulas? ¿O cultivo la intimidad con Dios, dialogo con Él, escucho su Palabra? En medio de todas las cosas que hacemos - concluyó - no descuidemos la oración: dediquémosle tiempo, usemos invocaciones breves para repetir con frecuencia, leamos el Evangelio todos los días”.