Papa: agradezcamos a Dios, porque en la epidemia hay personas que ayudan a los demás
El diablo suscita el ensañamiento contra el justo, y también las persecuciones contra los cristianos. “Pensemos en cómo el demonio se ensañó no solo contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo trató, con los medios más sofisticados, de llevarlos a la apostasía, a alejarlos de Dios. Como decimos coloquialmente, esto es diabólico: sí, inteligencia diabólica”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Gratitud, porque en esta epidemia hay personas que se dedican a ayudar a los demás. Una gratitud que fue expresada por Papa Francisco al comenzar la misa de esta mañana en Casa Santa Marta. “En estos días – dijo - han llegado noticias de cómo la gente comienza a preocuparse por los demás de un modo más general, y piensan en las familias que no tienen suficientes víveres, en los ancianos solos, en los enfermos que están en el hospital y rezan, y tratar de llevar alguna ayuda… Esta es una buena señal. Agradezcamos al Señor porque suscita estos sentimientos en el corazón de sus fieles”.
En la homilía, al comentar las lecturas tomadas del Libro de la Sabiduría (Sab 2, 1. 12-22) y del Evangelio de San Juan (Jn 7, 1-2. 10. 25-30), subrayó que el ensañamiento de los que querían matar a Jesús había sido suscitado por el diablo, porque detrás de todo ensañamiento destructivo está el demonio. Y frente al ensañamiento, hay que responder con el silencio.
“La primera Lectura - observó - es casi una crónica (anticipada) de lo que le sucederá a Jesús. Es una crónica por adelantado, es una profecía. Parece una descripción histórica de lo que sucedió después”. Los impíos traman insidias contra el justo, quieren matarlo y dicen: “Si este es realmente el hijo de Dios, él vendrá en su ayuda y lo liberará de las manos del adversario’. Pensemos en lo que le decían a Jesús cuando él estaba en la Cruz: ‘Si eres el Hijo de Dios, baja; ¡qué Él venga a salvarte!’. Y luego, el plan de acción: pongámoslo a prueba con ‘violencia y tormentos para conocer su mansedumbre y ponerlo a prueba, para ver hasta dónde soporta, y condenémoslo a una muerte infame, porque según sus palabras, será socorrido”.
“Es precisamente una profecía de lo que sucedió. Y los judíos trataban de matarlo, dice el Evangelio. Por eso, trataban de arrestarlo – nos dice el Evangelio – ‘pero nadie lograba poner la manos sobre Él, porque aún no había llegado su hora”.
“Esta profecía es demasiado detallada; el plan de acción de esta gente malvada está pensado hasta el más mínimo detalle, no se les escapa nada, pongámoslo a prueba con violencia y tormentos, para ponerlo a prueba y ver cuánto soporta… tramemos insidias, tendámosle una trampa (para ver si cae)... Esto no es una simple grosería, no es un mero plan de acción malvado – sin duda – de un partido contra el otro: esto es otra cosa. Esto se llama ensañamiento: cuando el demonio, que está detrás, siempre, en todo ensañamiento, trata de destruir, y no se ahorra medios para ello”.
“Detrás de todo ensañamiento está el demonio, para destruir la obra de Dios. Detrás de una discusión o una enemistad, puede que esté el demonio, pero de lejos, con las tentaciones normales. Sin embargo, cuando hay ensañamiento, no lo dudemos: está la presencia del demonio. Y el ensañamiento es sutil, muy sutil. Pensemos en cómo el demonio se ensañó, no solo contra Jesús, sino también en las persecuciones de los cristianos; cómo trató, con los medios más sofisticados, de llevarlos a la apostasía y alejarlos de Dios. Como decimos coloquialmente, esto es diabólico: sí, inteligencia diabólica”.
Según me contaron algunos obispos de uno de los países que han sufrido la dictadura de un régimen ateo, durante la persecución llegaban incluso a detalles como este: el lunes posterior a la Pascua, las maestras debían preguntar a los niños: ‘¿Qué comieron ayer?’, y los niños contaban qué había de almuerzo. Y algunos decían: ‘Huevos’, y los que decían ‘huevos’, eran perseguidos, para ver si eran cristianos, porque en ese país se comen huevos para el Domingo de Pascua. Hasta este punto, con espionaje, ver dónde hay un cristiano, para matarlo. Esto es ensañamiento en la persecución y este es el demonio”.
“¿Y qué se hace, en el momento del ensañamiento? Solo se puede hacer dos cosas: discutir con esta gente no es posible, porque tienen sus propias ideas, ideas fijas, ideas que el diablo les ha sembrado en el corazón. Hemos escuchado cuál es su plan de acción. ¿Qué hacer? Lo que hizo Jesús: callar. Quedamos consternados cuando leemos en el Evangelio que frente a todas estas acusaciones, frente a todas estas cosas, Jesús callaba. Delante del espíritu de ensañamiento, solo cabe el silencio, jamás la justificación. Jamás. Jesús habló, explicó. Cuando entendió que no había palabras, pasó al silencio. Y en silencio, Jesús vivió su Pasión. Es el silencio del justo, frente al ensañamiento. Y esto también es válido para, por decir así, los pequeños ensañamientos cotidianos, cuando uno de nosotros siente que circula un chismorreo contra él, y se dicen las cosas, pero luego no sacan afuera nada… allí, estar en silencio. Silencio. Y sufrir y tolerar el ensañamiento del parloteo. El parloteo también es ensañamiento, un ensañamiento social: en la sociedad, en el vecindario, en el puesto de trabajo, pero siempre contra él. Es un ensañamiento quizás no tan fuerte como este, pero no deja de ser un ensañamiento, para destruir al otro, porque queda claro que el otro perturba, molesta”.
“Pidamos al Señor – concluyó Francisco - la gracia de luchar contra el mal espíritu, de discutir cuando debemos discutir; pero delante del espíritu de ensañamiento, tener el coraje de callar y dejar que los otros hablen. Lo mismo vale delante de este pequeño ensañamiento cotidiano, que es el parloteo: dejar que hablen. Permanecer en silencio, delante de Dios”.
