Papa: San Esteban y los testigos ‘iluminan el alba de Dios en las noches del mundo’
En el Ángelus, el Papa Francisco reza "por aquellos que sufren persecución por el nombre de Jesús". Los mártires, los testigos, "rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor". "Dios guía la historia a través de la humilde valentía de los que rezan, aman y perdonan". "Nosotros también podemos transformar el mal en bien, todos los días".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – San Esteban, el primer mártir, y todos los testigos que le han seguido a lo largo de la historia "iluminan el alba de Dios en las noches del mundo". Con estas palabras, el Papa Francisco introdujo su oración del Ángelus del día inmediatamente después de la Navidad, en el que la Iglesia celebra el martirio del diácono de Jerusalén. Esteban, explicó, "Es el primer mártir, es decir, testigo, el primero de una gran multitud de hermanos y hermanas que siguen llevando luz a las tinieblas: personas que responden al mal con el bien, que no ceden a la violencia y la mentira, sino que rompen la espiral del odio con la mansedumbre del amor”.
El testigo – explicó el pontífice – es el que “trata de imitar al Señor todos los días y lo hace hasta el final”. Esteban, “al igual que Jesús, es capturado, condenado y asesinado fuera de la ciudad y, como Jesús, reza y perdona. Y “mientras le apedreaban”, él decía: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado » (Hechos 7,60)”.
Francisco luego se pregunta: “¿hacen falta realmente estos testimonios de bondad, cuando en el mundo se propaga la maldad? ¿Para qué sirve rezar y perdonar? ¿Solo para dar un buen ejemplo?”. Y recuerda que entre los que aprobaron la lapidación de Esteban había «un joven, llamado Saulo» (v. 58)”.
“Pablo, el más grande misionero de la historia. Pablo nace por la gracia de Dios, pero a través del perdón de Esteban. Esta es la semilla de su conversión. Es una prueba de que los gestos de amor cambian la historia: incluso los pequeños, ocultos, cotidianos. Porque Dios guía la historia a través del humilde valor de quien reza, ama y perdona. Son los numerosos santos escondidos, los de la puerta de al lado”.
“El Señor quiere que hagamos de la vida una obra extraordinaria a través de los gestos de todos los días. En el lugar donde vivimos, en la familia, en el trabajo, en todas partes, estamos llamados a ser testigos de Jesús, aunque solo sea regalando la luz de una sonrisa y huyendo de las sombras de las habladurías y los chismes. Y, si vemos algo que no va bien, en lugar de criticar, chismorrear y quejarnos, recemos por quienes se equivocaron y por esa difícil situación. Y cuando surja una discusión en casa, en lugar de intentar prevalecer, intentemos resolver; y empezar de nuevo cada vez, perdonando a los que nos han ofendido. Son pequeñas cosas que sin embargo cambian la historia, porque abren una ventana a la luz de Jesús. . San Esteban, mientras recibía las piedras del odio, devolvía palabras de perdón. Así cambió la historia. También nosotros podemos transformar el mal en bien todos los días, como sugiere un hermoso proverbio que dice: «Haz como la palmera, le tiran piedras y deja caer dátiles»”.
“Hoy – dijo el Papa - recemos por los que sufren persecución por el nombre de Jesús. Lamentablemente son muchos. Encomendamos a la Virgen María estos hermanos y hermanas nuestros, que responden a la opresión con mansedumbre y, como verdaderos testigos de Jesús, vencen el mal con el bien”.
Luego de la oración mariana – que el pontífice rezó en la biblioteca del Palacio Apostólico, sin asomarse a la plaza San Pedro - Francisco reiteró la importancia de seguir online los momentos del Ángelus, para ayudar a las autoridades y a la población a “huir de la pandemia”, evitando las aglomeraciones en la plaza.
Luego agradeció y devolvió los saludos y oraciones recibidos en estos días festivos. Y aconsejó que en estos días, “contemplemos a Jesús en el pesebre, para servirle en las personas que están a nuestro lado”.
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