Papa: Para el cristiano, ‘no es lícito’ delegar la responsabilidad de compartir con los pobres
En el mensaje por la IV Jornada Mundial de los Pobres, Francisco escribe que la atención a los pobres “no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados”. El bien existe, aún cuando veamos que “las malas noticias son tan abundantes en las páginas de los periódicos, en los sitios de internet y en las pantallas de televisión, que nos convencen de que el mal reina soberano”. Las numerosas “manos tendidas” durante la pandemia.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Para la comunidad cristiana “no es lícito” delegar a otros la puesta en común con quien está necesitado, y la atención a los pobres “no puede estar condicionada por el tiempo a disposición o por intereses privados, ni por proyectos pastorales o sociales desencarnados”. La pobreza, “que siempre asume rostros diversos”, como ha mostrado la pandemia, y el deber del cristiano de combatirla frente a la actual “globalización de la indiferencia” fueron recordados por Papa Francisco en el mensaje por la IV Jornada Mundial de los Pobres, que se celebrará el 15 de noviembre y que bajo el título “Tiende tu mano al pobre” (cfr Ec 7,32) fue publicado hoy.
El documento parte de la página bíblica de la Sirácide (Eclesiástico) para afirmar que “la oración a Dios y la solidaridad con los pobres y los que sufren son inseparables. Para celebrar un culto que sea agradable al Señor, es necesario reconocer que toda persona, incluso la más indigente y despreciada, lleva impresa en sí la imagen de Dios”. Por eso, “no podemos sentirnos ‘a gusto’ cuando un miembro de la familia humana es relegado a los márgenes y se vuelve una sombra”.
Aún cuando “no tiene soluciones generales que proponer”, la Iglesia brinda gestos de solidaridad y recuerda “a todos el gran valor del bien común”, que es, “para el pueblo cristiano un compromiso de vida, que se realiza en el intento de no olvidar a ninguno de aquellos cuya humanidad es violada en las necesidades fundamentales”.
“Tender la mano – continúa escribiendo Francisco - hace descubrir, en primer lugar, a quien lo hace, que dentro de nosotros existe la capacidad de realizar gestos que dan sentido a la vida. ¡Cuántas manos tendidas se ven cada día!” Ellas muestran que el bien existe, aún cuando “las malas noticias son tan abundantes en las páginas de los periódicos, en los sitios de internet y en las pantallas de televisión, que nos convencen de que el mal reina soberano!”. No es así”. “Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!” El Papa menciona a los médicos, enfermeros, voluntarios, farmacéuticos. Y también la de quien “trabaja en la administración y proporciona los medios para salvar el mayor número posible de vidas” y “La mano tendida del sacerdote que bendice con el corazón desgarrado”, de los hombres y mujeres que trabajan para ofrecer los servicios esenciales y de seguridad, e”, “Y otras manos tendidas que podríamos describir hasta componer una letanía de buenas obras. Todas estas manos han desafiado el contagio y el miedo para dar apoyo y consuelo”.
“Este momento que estamos viviendo – prosigue el documento - ha puesto en crisis muchas certezas”. “Nuestras riquezas espirituales y materiales fueron puestas en tela de juicio y descubrimos que teníamos miedo”. La destrucción de la vida social terminó colocándonos a unos contra otros para defender nuestros intereses, pero “en definitiva, las graves crisis económicas, financieras y políticas no cesarán mientras permitamos que la responsabilidad que cada uno debe sentir hacia al prójimo y hacia cada persona permanezca aletargada”.
“Tiende la mano al pobre” es, por lo tanto, una invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino”. “No se trata de una exhortación opcional, sino que condiciona de la autenticidad de la fe que profesamos”. “Destaca, por contraste, la actitud de quienes tienen las manos en los bolsillos y no se dejan conmover por la pobreza, de la que a menudo son también cómplices”. Hay manos tendidas para acumular dinero con la venta de armas que otras manos, incluso de niños, usarán para sembrar muerte y pobreza. Hay manos tendidas que en las sombras intercambian dosis de muerte para enriquecerse y vivir en el lujo y el desenfreno efímero. Hay manos tendidas que por debajo intercambian favores ilegales por ganancias fáciles y corruptas. Y también hay manos tendidas que, en el puritanismo hipócrita, establecen leyes que ellos mismos no observan. En este panorama, «los excluidos siguen esperando”.
Francisco luego recuerda que el Eclesiástico termina con la afirmación: «En todas tus acciones, ten presente tu final» (Si 7,36). “El texto se presta a una doble interpretación. La primera hace evidente que siempre debemos tener presente el fin de nuestra existencia. Acordarse de nuestro destino común puede ayudarnos a llevar una vida más atenta a quien es más pobre y no ha tenido las mismas posibilidades que nosotros. Existe también una segunda interpretación, que evidencia más bien el propósito, el objetivo hacia el que cada uno tiende. Es el fin de nuestra vida que requiere un proyecto a realizar y un camino a recorrer sin cansarse. Y bien, la finalidad de cada una de nuestras acciones no puede ser otro que el amor. Este es el objetivo hacia el que nos dirigimos y nada debe distraernos de él. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor”.
“La mano tendida, entonces, siempre puede enriquecerse con la sonrisa de quien no hace pesar su presencia y la ayuda que ofrece, sino que sólo se alegra de vivir según el estilo de los discípulos de Cristo”. (FP)
17/12/2016 13:14
22/03/2017 13:04