Papa: Jesús reza siempre por cada uno de nosotros, incluso en este momento
"Aunque nuestras oraciones solo fueran balbuceos, aunque estuvieran comprometidas por una fe vacilante", "se apoyan sobre alas de águila y suben hasta el cielo". "Hay que rezar más intensamente cada vez que el camino va cuesta arriba"
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Jesús reza por cada uno de nosotros, siempre, "incluso en el momento del pecado" y "aunque nuestras oraciones fueran sólo balbuceos, aunque estuvieran comprometidas por una fe vacilante", "se apoyan en alas de águila y suben hasta el cielo. No lo olviden, Jesús está rezando por mí. En este momento", dijo el Papa Francisco en la audiencia general de hoy, dedicada al tema "Jesús modelo y alma de toda oración".
El encuentro comenzó con unos minutos de retraso debido que Francisco se demoró al pasar entre los fieles reunidos en el patio de San Dámaso. Durante más de 20 minutos el Papa pasó entre los presentes, entre ellos un grupo de argentinos, estrechando manos, bendiciendo, acariciando a los niños, firmando imágenes, cuadernos y hasta una bandera japonesa. Y algunos le pidieron que bendijera o por lo menos tocara su celular.
“Los Evangelios - dijo Francisco - nos muestran cuán fundamental era la oración en la relación de Jesús con sus discípulos. Eso ya se puede ver cuando elige a los que después serán los Apóstoles. Lucas sitúa su elección en un contexto preciso de oración”. “A juzgar por cómo se comportarán después esos hombres, parecería que la elección no fue de las mejores porque todos huyeron, lo dejaron solo antes de la Pasión; pero es precisamente esto, especialmente la presencia de Judas, el futuro traidor, lo que demuestra que esos nombres estaban escritos en el plan de Dios”.
“La oración en favor de sus amigos - dijo después - reaparece continuamente en la vida de Jesús. A veces los apóstoles se convierten en motivo de preocupación para Él, pero Jesús, así como los recibió del Padre después orar, así los lleva en su corazón, incluso en sus errores, incluso en sus caídas. En todo ello descubrimos que Jesús fue maestro y amigo, siempre dispuesto a esperar pacientemente la conversión del discípulo. El punto culminante de esta paciente espera es la "red" de amor que Jesús teje en torno a Pedro. En la Última Cena le dice: «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos» (Lc 22,31-32). Es impresionante saber que, en el momento en que cedemos, la oración de Jesús no cesa, es más, se hace más intensa y somos el centro de su oración. Y en este momento que cada uno de nosotros piense: '¿Jesús está rezando por mí? Y la respuesta es sí'.
“La oración de Jesús vuelve puntualmente en un momento crucial de su camino, el de la verificación de la fe de los discípulos”. “Los grandes momentos de decisión en la misión de Jesús siempre van precedidos de una oración intensa y prolongada. En esos momentos siempre hay oración. Esta verificación de la fe parece una meta, pero en realidad es un punto de partida renovado para los discípulos, porque a partir de ese momento es como si Jesús subiera un tono en su misión, hablándoles abiertamente de su pasión, muerte y resurrección. En esta perspectiva, que instintivamente despierta repulsión, tanto en los discípulos como en nosotros que leemos el Evangelio, la oración es la única fuente de luz y fuerza”.
"Hay que rezar más intensamente, cada vez que el camino va cuesta arriba", como muestra el episodio de la transfiguración, que ocurre después de que Jesús anuncia a los discípulos lo que le espera en Jerusalén. "Esta manifestación anticipada de la gloria de Jesús tuvo lugar en la oración, mientras el Hijo estaba inmerso en la comunión con el Padre y consentía plenamente en su voluntad de amor, en su plan de salvación. Y de esa oración surge una palabra clara para los tres discípulos involucrados: «Este es mi Hijo, mi Elegido; escuchadle» (Lc 9,35).
“De este rápido recorrido por el Evangelio, deducimos que Jesús no sólo quiere que recemos como Él reza, sino que nos asegura que, aunque nuestros intentos de oración sean completamente vanos e ineficaces, siempre podemos contar con su oración. Debemos ser conscientes: Jesús reza por mí”. "En este momento. Él mismo lo dijo”.
Y, añadió en su saludo a los franceses, “en estos tiempos difíciles, los invito a rezar por las personas que dudan, dando testimonio de que Jesús nunca nos abandona y nunca deja de interceder por nosotros ante el Padre”.
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