Papa: Gran dolor por la “terrible masacre acaecida en Ankara”

Durante el Angelus el Papa Francisco pidió rezar, en silencio, por el doble atentado en la capital turca, que provocó al menos 95 muertos. Las “tres miradas” de Jesús al “joven rico” y a los discípulos. “El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego desilusionan”. La pregunta a los “jóvenes, chicos y chicas, que están en la plaza: ¿han percibido la mirada de Jesús sobre ustedes? ¿Qué le quieren responder?”. La Jornada Internacional para la Reducción de los Desastres naturales que se celebra el 13 de octubre. El telegrama al presidente turco Recep Tayyip Erdogan.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Gran dolor” expresó el Papa Francisco hoy en el Angelus por “la terrible masacre acaecida en Ankara, en Turquía”, pidiendo a todos los peregrinos una oración en silencio. Ayer, durante una manifestación pacífica pro-curda en la capital turca, dos explosiones - probablemente se trató de dos ataques de kamikazes- provocaron la muerte de al menos 95 personas y 246 heridos, de los cuales 48 están graves. Hasta ahora, nadie ha reivindicado la matanza.

Francisco enumera: “Dolor por los numerosos muertos. Dolor por los heridos. Dolor porque los terroristas han atentado contra personas inermes que se manifestaban por la paz. Mientras rezo por ese querido país, pido al Señor que acoja a las almas de los difuntos y que consuele a los que sufren y a sus familiares”.

“Profunda tristeza” es expresada también por el Card. Piero Parolin, secretario de Estado Vaticano, en un telegrama enviado ayer, a nombre del Papa, al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, a causa de la masacre. El telegrama fue dado a conocer hoy.

Luego de haber expresado “afligida solidaridad” hacia quienes fueron golpeados por la tragedia, en el telegrama se agrega: “Mientras Su Santidad deplora el bárbaro acto, desea hacer llegar su cercanía espiritual a todas las familias afectadas en esta hora de dolor. Así como al personal de la seguridad y de asistencia para los heridos”.

“Encomendando el alma de los fallecidos al amor misericordioso del Todopoderoso, el Papa Francisco invoca la divina fortaleza y la paz sobre todos sus familiares en el dolor ”.

Antes de la oración mariana, el pontífice se detuvo a comentar el Evangelio del domingo (28vo del Año, ciclo B, Marcos 10, 17-30), el encuentro de Jesús con el “joven rico”.

El Papa subrayó que el pasaje se articula en torno a “tres miradas de Jesús”. La primera es la “mirada intensa llena de ternura y de cariño, así dice el Evangelio: «Jesús lo miró con amor» (v.21)”, cuando el joven expresa que “la observancia de los preceptos no le basta, no satisface su deseo de plenitud”.

“Jesús – agregó - comprende también cuál es el punto débil de su interlocutor y le hace una propuesta concreta: dar todos sus bienes a los pobres y seguirlo. Pero ese joven tiene el corazón dividido entre dos patrones: Dios y el dinero, y se va triste. Esto demuestra que no pueden convivir la fe y el apego a las riquezas. Así, al final, el impulso inicial del joven se apaga en la infelicidad de un seguimiento naufragado”.

La “segunda mirada” es “una mirada pensativa, de advertencia: «Mirando alrededor, dijo a sus discípulos: «¡Qué difícil será para los ricos entrar en el Reino de Dios!» (v.23)”.

“Jesús – continuó - responde con una mirada de aliento – es la tercera mirada – y dice: la salvación es sí «imposible para los hombres, ¡pero no para Dios!» (v.27). Si nos encomendamos al Señor, podemos superar todos los obstáculos que nos impiden seguirlo en el camino de la fe”.

A todo esto le sigue la “a solemne declaración de Jesús: Les aseguro que el que deja todo para seguirme tendrá la vida eterna en el futuro y el ciento por uno ya en el presente (cfr v 29 y v 30). Este “ciento por uno” está hecho de las cosas primero poseídas y luego dejadas, pero que se reencuentran multiplicadas al infinito. Nos privamos de los bienes y recibimos en cambio el gozo del verdadero bien; nos liberamos de la esclavitud de las cosas y ganamos la libertad del servicio por amor; renunciamos a poseer y logramos la alegría del don.”.

“El joven – continuó - no se ha dejado conquistar por la mirada de Jesús y así no ha podido cambiar. Solo acogiendo con humilde gratitud el amor del Señor nos liberamos de la seducción de los ídolos y de la ceguera de nuestras ilusiones. El dinero, el placer, el éxito deslumbran, pero luego desilusionan: prometen vida, pero causan muerte. El Señor nos pide el desapego de estas falsas riquezas para entrar en la vida verdadera, la vida plena, auténtica, luminosa”.

Luego dijo de improviso: “Y yo les pregunto a ustedes, jóvenes, chicos y chicas, que están en la plaza: ¿han percibido la mirada de Jesús sobre ustedes? ¿Qué le quieren responder? ¿Prefieren dejar esta plaza con la alegría que nos da Jesús o con la tristeza en el corazón que la mundanidad nos ofrece?”.

“Que la Virgen María – concluyó - nos ayude a abrir nuestro corazón al amor de Jesús, a la mirada de Jesús, el único que puede apagar nuestra sed de felicidad”.

Luego del Angelus y del recuerdo de la masacre de Turquía, Francisco recordó la Jornada Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que se celebra el 13 de octubre. “Lamentablemente hay que reconocer – explicó - que los efectos de semejantes calamidades con frecuencia se agravan por la falta de cuidado del ambiente por parte del hombre. Me uno a todos los que, de modo previsor, se empeñan en la tutela de nuestra casa común, para promover una cultura global y local de reducción de los desastres y de mayor resiliencia ante ellos, armonizando los nuevos conocimientos con aquellos tradicionales, y con especial atención a las poblaciones más vulnerables”.