Papa: El efecto místico y comunitario de la Eucaristía. Llamamiento y oración por la ‘dramática situación en Libia’
En el Ángelus con los fieles, en Plaza San Pedro, Papa Francisco subraya la “fuerza renovadora” de la Eucaristía, gracias a la presencia de Jesús y al hecho de ser ‘signo efectivo de unidad, de comunión, de compartir”. “Preocupación y dolor” por la guerra en Libia. Llamamiento a los organismos internacionales para restablecer la paz. Las “precarias condiciones” que hacen que los refugiados que están allí presentes “sean más vulnerables a formas de explotación, violencia y crueldad”. Todos tenemos responsabilidad en esto, nadie puede sentirse exento de ella”.
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En el domingo en que la Iglesia en Italia y en otras naciones celebra la solemnidad del Corpus Christi, (que tradicionalmente se celebra el segundo jueves después de Pentecostés), el Papa Francisco subrayó “el efecto místico y el efecto comunitario” que produce el “cáliz compartido” y el “pan que se parte”. El pontífice expresó estos pensamientos en su reflexión previa al Ángelus, con los fieles reunidos en Plaza San Pedro. A media mañana él había celebrado la misa de la solemnidad en la basílica. Luego de la oración del Ángelus, él hizo un llamamiento por la “dramática situación en Libia”.
Retomando la segunda lectura de la misa de hoy (1Cor 10,16-17), el Papa explicó que “el efecto místico” de la eucaristía “se trata de la unión con Cristo, que se ofrece a sí mismo en el pan y el vino para la salvación de todos. Jesús está presente en el sacramento de la Eucaristía para ser nuestro alimento, para ser asimilado y convertirse en nosotros en esa fuerza renovadora que nos devuelve la energía y el deseo de retomar el camino después de cada pausa o caída. Pero esto requiere nuestro asentimiento, nuestra voluntad de dejarnos transformar, nuestra forma de pensar y actuar; de lo contrario las celebraciones eucarísticas en las que participamos se reducen a ritos vacíos y formales”.
“El efecto comunitario” se refiere a “la comunión mutua de los que participan en la Eucaristía, hasta el punto de convertirse en un solo cuerpo, como lo es el pan que se parte y se distribuye. La comunión con el cuerpo de Cristo es un signo efectivo de unidad, de comunión, de compartir. No se puede participar en la Eucaristía sin comprometerse a una sincera fraternidad mutua. Pero el Señor sabe bien que nuestra fuerza humana por sí sola no es suficiente para esto. Sabe, por otro lado, que entre sus discípulos siempre existirá la tentación de la rivalidad, la envidia, los prejuicios, la división... Por eso también nos ha dejado el Sacramento de su presencia real, concreta y permanente, para que, permaneciendo unidos a Él, podamos recibir siempre el don del amor fraterno”
“La unión con Cristo y la comunión entre los que se alimentan de Él – concluyó -, genera y renueva continuamente la comunidad cristiana. Por lo tanto, es cierto que la Iglesia hace la Eucaristía, pero es más fundamental que la Eucaristía haga a la Iglesia, y le permita ser su misión, incluso antes de cumplirla”.
Luego de la plegaria mariana, Papa Francisco afirmó que “la dramática situación en Libia” está “presente en mis oraciones de estos últimos días”, y que sigue con “aprensión y dolor” la división y la guerra entre el gobierno de Fayez el Serraj, reconocido por la comunidad internacional, y el rebelde Gral. Khalifa Haftar. El conflicto se ha vuelto más violento aún, por la intervención de Turquía en apoyo de el Serraj, y por la de Rusia, del lado de Haftar, que también es sostenido por Francia y los Emiratos.
Con palabras encendidas, el pontífice exhortó a “los organismos internacionales y a quienes ostentan responsabilidades políticas y militares a que reanuden con convicción y decisión la búsqueda de un camino para poner fin a la violencia, que conduzca a la paz, la estabilidad y la unidad del país”.
“También – agregó- rezo por los miles de migrantes, refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos en Libia. La situación sanitaria ha agravado sus ya precarias condiciones, haciéndolos más vulnerables a las formas de explotación y violencia. Insto a la comunidad internacional a que se tome en serio su difícil situación, identificando vías y proporcionando medios para proporcionarles la protección que necesitan, una condición digna y un futuro de esperanza”.
Finalmente y de forma espontánea, el Papa concluyó: “Hermanos y hermanas: de esto, todos somos responsables, nadie puede sentirse exento”. E invitó a hacer un minuto de oración en silencio “por Libia”.