Papa: Al mundo ‘sediento de amor’, testimoniar el amor infinito de la Trinidad

En el Ángelus el papa Francesco subraya Dios no quiera “tanto revelarse que Él existe, cuanto más bien que Él es el ‘Dios con nosotros’, que nos ama, que está interesado en nuestra historia personal y se ocupa de cada uno de nosotros”. La tarea de todo bautizado es “sumergir a cada ser humano en este océano de amor que vuelve a levantar de los pecados, cura las heridas del alma y nos dona la salvación”. La beatificación de sor Leonella Sgorbati, mártir en odio a la fe.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “Al mundo, sediento de amor”, los cristianos tienen como misión el testimoniar con alegría “que el sentido de la vida es justamente el amor infinito y concreto del Padre y del Hijo y de espíritu Santo”. Así el Papa Francisco, comentando la fiesta de hoy, la Trinidad, delante de los peregrinos reunidos en la plaza de S. Pedro para recitar el Ángelus.

“Las Lecturas bíblicas (de la misa de) hoy nos hacen entender como Dios no quiera “tanto revelarse como que Él existe, cuánto más bien que Él es el ‘Dios con nosotros’, que nos ama, que está interesado en nuestra historia personal y se ocupa de cada uno de nosotros, partiendo de los más pequeños y necesitados. Él es “Dios, allá en los cielos”, pero también “aquí en la tierra” (Cfr, Dt ,39). Por lo tanto, nosotros no creamos en una entidad lejana, indiferente, sino por el contrario en el Amor que ha creado el universo y ha generado un pueblo, se hizo carne, murió y resucitó por nosotros y como Espíritu Santo todo lo transforma y lo lleva a su plenitud”.

San Pablo (Cfr Rom 8,1-17), que en primera persona experimentó esta transformación obrada por Dios-Amor, nos comunica su deseo de ser llamado Padre, es más “Papá”, con la total confianza de un niño que se abandona en los brazos de quien le dio la vida. El Espíritu Santo-recuerda aún el Apóstol-obrando en nosotros hace sí que Jesucristo no se reduzca a un personaje del pasado, sino que lo sentimos cercano, nuestro contemporáneo y experimentamos la alegría de ser hijos amados por Dios. En concreto, en el Evangelio, el Señor resucitado promete permanecer con nosotros para siempre: “He aquí: yo estoy con vosotros, hasta el fin del mundo” (Mt 28,20). Es justamente a esta presencia suya y a la fuerza del Espíritu Santo que podemos realizar con serenidad la misión que Él no confía: anunciar y testimoniar a todos su Evangelio y dilatar la comunión con Él y la alegría que de ello deriva”

Entonces, “la fiesta de la Santísima Trinidad nos hace contemplar el misterio de un Dios que incesantemente crea, redime y santifica, siempre con amor y por amor y a cada criatura que lo recibe dona el reflejar un rayo de su belleza, bondad y verdad”,

“Él desde siempre eligió caminar con la humanidad y forma un pueblo que sea bendición para todas las naciones y para cada persona, ninguna excluida. Por lo tanto, la tarea de cada bautizado es la misma confiada por Jesús a sus discípulos. “Vayan (…) hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 20,19). Una tarea, que pensándolo en el significado del verbo ‘bautizar’, o sea ‘sumergir’, podríamos traducir como la invitación a ‘sumergir a cada ser humano en este océano de amor que vuelve a levantar de los pecados, cura las heridas del alma y nos dona la salvación”. Saliendo del texto, el pontífice subrayó que “el cristiano no es un ser aislado, sino que pertenece a un pueblo”.

Después de la oración mariana, Francisco recordó que ayer en Plasencia (Italia) fue proclamada beata, sor Leonella Sgorbati (190-2006), misionera de la Consolata, asesinada en Mogadiscio (Somalia) l 17 de setiembre de 2006, en odio a la fe, probablemente pos integralistas islámicos. Después de haber exaltado la fuerza del martirio y del perdón testimoniados por sor Leonella, Francisco dijo: “Recemos juntos para que en África haya paz allá. Y después de haber recitado un Ave maría, concluyó. “Nuestra Señora de África ruega por nosotros”.