Papa: 'La guerra es una locura. No olvidemos a los hermanos rohingya

La primera audiencia general de 2024 se celebró en el Aula Pablo VI. En el nuevo ciclo de catequesis que comenzó la semana pasada sobre los vicios y las virtudes, el pontífice abordó el tema del combate espiritual: "Jesús perdona todo. Recuperemos la capacidad de pedir perdón".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Al terminar la audiencia general de hoy en el aula Pablo VI, la primera del año 2024, el Papa Francisco volvió a pedir que no se olvide a los "pueblos que están en guerra". “La guerra es una locura. La guerra siempre es una derrota", repitió ante los numerosos fieles de Italia y de todo el mundo. “Recemos por la gente de Palestina, de Israel, de Ucrania y de tantos otros lugares donde hay guerra. Y no olvidemos a nuestros hermanos rohingya, que son perseguidos", añadió, recordando el sufrimiento de la población nativa de Rakhine, territorio al oeste de Myanmar.

Continuando el ciclo de catequesis sobre "Los vicios y las virtudes" que comenzó el miércoles pasado, el Santo Padre se refirió al pasaje del Evangelio de Mateo (Mt 3, 13-15) que habla del encuentro entre Jesús y Juan Bautista en el río Jordán, y se centró en el tema del "combate espiritual". Explicó que es una lucha que tienen todos los cristianos, porque "la vida espiritual del cristiano no es pacífica, lineal y sin desafíos, al contrario, la vida cristiana exige un continuo combate". Por eso, el Bautismo, "la primera unción que recibe cada cristiano", no tiene perfume, porque "anuncia simbólicamente que la vida es una lucha". “En la antigüedad, los luchadores se ungían completamente antes de la competición, tanto para tonificar sus músculos como para hacer sus cuerpos escurridizos a las garras del adversario”, prosiguió Bergoglio, y citó un dicho atribuido a Abba Antonio, “el primer gran padre del monaquismo”: “Quita la tentación y nadie será salvado”.

Los santos "no son hombres que se han librado de la tentación, sino personas bien conscientes de que en la vida aparecen repetidamente las seducciones del mal, que hay que desenmascarar y rechazar.", prosiguió. Y al igual que los santos, todas las personas tienen experiencia de estas seducciones. "Si alguno de ustedes no tiene tentaciones, que lo diga, ¡porque sería algo extraordinario!", dijo Francisco dirigiéndose a los que estaban escuchándolo, e inmediatamente puso en guardia contra las personas que "se “autoabsuelven”, que piensan que "están bien", "en lo correcto"”, y "se ríen de aquellos que confiesan sus pecados en el sacramento de la Reconciliación”. Si no tratamos de ver lo que pasa en nuestro corazón, "corremos el riesgo de vivir en tinieblas, porque ya nos hemos acostumbrados a la oscuridad, y ya no sabemos distinguir el bien del mal", afirmó.

En este sentido Jesús nos da una lección en las "primeras páginas de los Evangelios", en el relato de su bautismo en el Jordán. “El episodio tiene algo de desconcertante: ¿Por qué Jesús se somete a ese rito de purificación? ¿De qué pecado debe arrepentirse Jesús?”, preguntó el Pontífice. El mismo Bautista está "escandalizado", y de hecho le pregunta al Mesías: “Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (Mt 3,15). Jesús "se somete", afirmó el Papa, porque Él "no encarna al Dios airado, y no convoca para el juicio, sino que, al contrario, se pone en fila con los pecadores. Él no es un pecador, pero está entre nosotros". Jesús nunca deja solo a nadie: “Él comprende tu pecado y lo perdona". ¡Nunca olvides esto! En los peores momentos, en los momentos en que resbalamos en los pecados, Jesús está a nuestro lado para ayudarnos a levantarnos. Esto da consolación”, añadió.

Francisco afirmó, por último, que Jesús perdona todo, porque "Él vino a perdonar, a salvar" y señaló cuál es el mayor obstáculo que impide la reconciliación: "Somos nosotros los que muchas veces perdemos la capacidad de pedir perdón", dijo. Por eso es importante recuperar esta capacidad, porque "cada uno de nosotros tiene muchas cosas por las que pedir perdón". Al terminar, invitó a los fieles reunidos en la Sala Nervi a reflexionar sobre estas cosas dentro de sí mismos y hablar de ello con Jesús.