Papa: “en la esperanza que nos es dada por Cristo resucitado”, pide la liberación del Padre Tom
“Todos nosotros somos llamados a comunicar este mensaje de resurrección a cuantos encontramos, especialmente a quien sufre, a quien está solo, a quien se encuentra en condiciones precarias, a los enfermos, a los refugiados, a los marginados”
Ciudad del Vaticano (AsiaNews) –Llamado del Papa por la liberación del sacerdote salesiano Tom Uzhunnalil, secuestrado en Adén, en Yemen, el 4 de marzo pasado y “por todas las personas secuestradas en zonas de conflicto armado”. El llamado fue lanzado por Francisco “ la esperanza donada a nosotros por Cristo resucitado”, que “infunde en los corazones de los creyentes una íntima alegría y una esperanza invencible” de la cual habló hoy, antes del rezo del Regina Coeli. ,
A las 50.000 personas presentes en plaza San Pedro recordó que “el Evangelio de hoy narra la tercera aparición de Jesús resucitado a los discípulos, junta a la orilla del Lago de Galilea, con la descripción de la pesca milagrosa (cfr Jn 21,1-19). El relato es colocado en un rincón de la vida cotidiana de los discípulos, vueltos a su tierra y a su trabajo de pescadores, luego de los días perturbadores de la pasión, muerte y resurrección del Señor. Era difícil para ellos comprender lo que había ocurrido. Pero, mientras todo parecía haber terminado, es una vez más Jesús quien ‘busca’ nuevamente a sus discípulos. Esta vez los encuentra en el lago, donde han pasado la noche en las barcas, sin pescar nada. Las redes vacías aparecen, en un cierto sentido, como el saldo de su experiencia con Jesús: lo habían conocido, habían dejado todo para seguirlo, llenos de esperanza…¿y ahora? Sí, lo habían visto resucitado, pero pensaban ‘se fue, nos ha dejado’, fue como un sueño para ellos. Pero he aquí que al alba Jesús se presenta sobre la orilla del lago; ellos, sin embargo, no lo reconocen (cfr v. 4). A esos pescadores, cansados, desilusionados, el Señor les dice: «Tirad las redes a la derecha de la barca y encontraréis » (v. 6). Los discípulos confiaron en Jesús y el resultado fue una pesca increíblemente abundante. Llegado este punto, Juan se dirige a Pedro y dice: «¡Es el Señor!» (v. 7). Y de inmediato, Pedro se arroja al agua y nada rumbo a la orilla, hacia Jesús. En esa exclamación: ¡Es el Señor!, está todo el entusiasmo de la fe pascual, llena de alegría y de estupor, que contrasta fuertemente con el desconcierto, el desaliento, el sentido de impotencia que se habían acumulado en el espíritu de los discípulos. La presencia de Jesús resucitado transforma cada cosa: la oscuridad es vencida por la luz, el trabajo inútil se vuelve nuevamente fructífero y prometedor, el sentido de cansancio y de abandono cede el lugar a un nuevo empuje y a la certeza de que Él está con nosotros”.
“Desde entonces, estos mismos sentimientos animan la Iglesia, la Comunidad del Resucitado, todos nosotros somos la Comunidad del Resucitado. Si con una mirada superficial puede parecer a veces que las tinieblas del mal y la fatiga del vivir cotidiano prevalecen, la Iglesia sabe con certeza a que, sobre todos cuantos siguen al Señor Jesús, resplandece ya la luz perenne de la Pascua. El gran anuncio de la Resurrección infunde en los corazones de los creyentes una íntima alegría y una esperanza invencible. ¡Cristo verdaderamente ha resucitado! También hoy la Iglesia continúa haciendo resonar este anuncio festivo: la alegría y la esperanza continúan fluyendo en nuestros corazones, en los rostros, en los gestos, en las palabras”. “Todos los cristianos somos llamados a comunicar este mensaje de resurrección a cuantos encontramos, especialmente a quien sufre, a quien está solo, a quien se encuentra en condiciones precarias, a los enfermos, a los refugiados, a los marginados. A todos hagamos llegar un rayo de la luz de Cristo resucitado, un signo de su misericordiosa potencia. Él, el Señor, renueve, también en nosotros, la fe pascual. Nos vuelva cada vez más conscientes de nuestra misión al servicio del Evangelio y de los hermanos; no llene de su Santo Espíritu para que, sostenidos por la intercesión de María, con toda la Iglesia podamos proclamar la grandeza de su amor y la riqueza de su misericordia”.
Luego del rezo de la oración mariana, luego del llamado por la liberación del padre Tom, el Papa recordó que en Italia hoy se celebra la Jornada nacional por la Universidad católica del Sacro Cuore, que tiene por tema ‘En la Italia de mañana, yo estaré’. “Es mi deseo – fueron sus palabras – que esta gran Universidad, que continúa prestando un importante servicio a la juventud italiana, pueda proseguir con renovado compromiso su misión de formación, actualizándola siempre más a las exigencias actuales”.
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