Papa en la audiencia: cerca de los prisioneros de guerra que sufren torturas, una práctica inhumana
Desde la plaza de San Pedro, volvió a recordar hoy a Palestina, Israel y Ucrania. Y especialmente a todos los "prisioneros de guerra". La catequesis estuvo dedicada a la templanza: "La virtud de la justa medida. Es la persona sensible, que sabe llorar y no se avergüenza de ello; derrotada, se levanta; victoriosa, es capaz de volver a su anterior vida escondida".
Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- También hoy, como suele hacer en otras muchas otras ocasiones, el pensamiento del Papa Francisco estuvo dirigido a los "pueblos en guerra". Después de saludar a los peregrinos de habla italiana, al final de la audiencia general del miércoles, el Pontífice recordó - en estas horas de grave tensión entre Tel Aviv y Teherán - a Tierra Santa, refiriéndose tanto a Palestina como a Israel. También recordó a Ucrania, una nación "martirizada", como suele describirla, por dos años de guerra.
Haciéndose cercano al dolor que aprisiona estas regiones del mundo, Bergoglio invitó a pensar en los "prisioneros de guerra" y pidió a los fieles que recen para que "el Señor mueva la voluntad para liberarlos a todos". Sobre todo, prestó especial atención a aquellos que, mientras están prisioneros, son sometidos a prácticas de tortura, "algo espantoso, que no es humano", afirmó Francisco. Hay muchas formas de tortura. "Hieren la dignidad de la persona". El obispo de Roma pidió tener presentes a "todos los que son torturados".
Durante el saludo a los peregrinos y fieles reunidos en una soleada plaza de San Pedro, dedicó una bienvenida especial a los "religiosos Josefinos de Murialdo" y a los sacerdotes de las diócesis de Milán y Andria, “que celebran significativos aniversarios de ordenación sacerdotal”, alentándolos "en su dedicación a Cristo y en el servicio a los hermanos”. Luego, el Santo Padre se refirió a "los enfermos, los ancianos, los recién casados, los jóvenes", y especialmente a todos los estudiantes, que "nos alegran con su presencia". “Mi deseo para cada uno - les dijo - es que, cuando abandonen la Ciudad Eterna y regresen a sus respectivos ambientes de vida, den testimonio de un compromiso renovado de fe activa, y contribuyan de esa manera a hacer brillar en el mundo la luz del Señor resucitado”.
La audiencia de hoy, partiendo de la lectura de referencia (Eclesiástico 5,2; 6,4; 14,14), comenzó con la catequesis que continúa el ciclo de análisis en profundidad de "Los vicios y las virtudes". El Papa Francisco habló sobre la templanza, la "cuarta y última virtud cardinal" - en las audiencias de las últimas tres semanas reflexionó sobre la prudencia, la justicia y la fortaleza -. Esta virtud "comparte con las otras tres una historia que se remonta muy atrás en el tiempo y no pertenece sólo a los cristianos", explicó Bergoglio. En efecto, los antiguos griegos ya hablaban de practicar virtudes para alcanzar la felicidad. El Pontífice recordó el tratado de Ética de Aristóteles dedicado a su hijo Nicómaco, donde dedica un espacio a la enkráteia, es decir, la templanza. El término griego significa literalmente “poder sobre sí mismo”, continuó. “Esta virtud es, por lo tanto, la capacidad de autodominio, el arte de no dejarse arrollar por las pasiones rebeldes, de poner orden en lo que Manzoni llama 'el revoltijo del corazón humano'".
El Papa Francisco enunció luego la definición de la virtud cardinal que ahora contiene el Catecismo de la Iglesia Católica: "la templanza es la virtud moral que modera la atracción de los placeres y procura el equilibrio en el uso de los bienes creados". Ésta es entonces “la virtud de la justa medida”, dijo. Hacerla propia contribuye a ser personas confiables. "En un mundo en el que tanta gente se jacta de decir lo que piensa, la persona templada prefiere, en cambio, pensar lo que dice", añadió. Explicando que la persona templada "actúa con criterio", para evitar "perder el gusto por todo". “Es mejor entonces buscar la justa medida: por ejemplo, para apreciar un buen vino, es mejor saborearlo a pequeños sorbos que tragárselo todo de golpe”. Otra característica de quien practica la templanza es saber "pesar y dosificar bien las palabras". No dejarse controlar por la rabia. Sin embargo, “aunque la persona templada sabe controlar su irascibilidad, esto no significa que se la vea perennemente con un rostro pacífico y sonriente”, dijo el Papa Francisco.
Por último, la templanza "se lleva bien con actitudes evangélicas como la pequeñez, la discreción, la no ostentación, la mansedumbre". La persona templada no tiene miedo de mostrarse frágil, de dejar traslucir las emociones que siente. “Es sensible, sabe llorar y no se avergüenza de ello, pero no llora sobre sí mismo. Derrotado, se levanta; victorioso, es capaz de volver a su antigua vida escondida. No busca el aplauso, pero sabe que necesita de los demás”, explicó. Para concluir, el Santo Padre pidió espontáneamente al Señor "nos dé este don: el don de la madurez, de la madurez de la edad, de la madurez afectiva, de la madurez social".
11/03/2024 14:54
13/10/2020 11:52