Papa a Cebú: La presencia de Cristo, promesa de alegría e invitación a la misión

En un video-mensaje enviado con motivo de la conclusión del 51er Congreso Eucarístico Internacional, Francisco subraya la alegría por el encuentro “que ha reunido a tantas personas del vasto continente asiático”. En Asia, testimoniar a Jesús, “pasa cada vez más a menudo a través de un testimonio de vida”. El Congreso del 2020 será en Budapest, Hungría.

Cebú (AsiaNews) – En Asia, “donde la Iglesia está empeñada en un respetuoso diálogo con los seguidores de otras religiones”, el testimonio de Jesús “a menudo se da, como ya sabemos, a través de la vida. El testimonio de vidas transformadas por el amor de Dios es para nosotros el mejor modo de proclamar la promesa del reino de reconciliación, justicia y unidad para la familia humana. Nuestro ejemplo puede abrir los corazones a la gracia del Espíritu Santo, que los conduce a Cristo el Salvador”. Es lo que dice el Papa Francisco en el video-mensaje enviado al 51er Congreso Eucarístico Internacional, que se concluye hoy en Cebú. En el mensaje, el pontífice dice estar “particularmente feliz” por el hecho de que este congreso “haya reunido a tantas personas del vasto continente asiático y de todo el mundo”.

Francisco recuerda su reciente viaje apostólico a las Filipinas, ocurrido poco después del paso del tifón Yolanda: “he podido constatar personalmente la profunda fe y la capacidad de recomenzar de la población. Bajo la protección del Santo Niño, el pueblo filipino recibió el Evangelio de Jesucristo hace cerca de quinientos años. Desde entonces, siempre ha dado al mundo un ejemplo de fidelidad y de profunda devoción al Señor y a su Iglesia. Ha sido también un pueblo de misioneros, difundiendo la luz del Evangelio en Asia, y llegando hasta los confines de la tierra”.

El tema del Congreso Eucarístico – Cristo en vosotros, esperanza de gloria – “es muy oportuno. Nos recuerda que Jesús resucitado está siempre vivo y presente en Su Iglesia, sobre todo en la Eucaristía, el sacramento de Su cuerpo y de Su sangre. La presencia de Cristo entre nosotros no es solamente una consolación, sino también una promesa y una invitación. Es una promesa de que un día la alegría y la paz eternas nos pertenecerán en la plenitud de Su Reino. Pero es también una invitación a salir, como misioneros, para llevar el mensaje de la ternura del Padre, de su perdón y de su misericordia a cada hombre, mujer y niño”.

Un compromiso fundamental: “¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo de este mensaje! Si pensamos en todos los conflictos, las injusticias, las crisis humanitarias urgentes que signan nuestro tiempo, nos damos cuenta de cuán importante es, para cada cristiano, ser un verdadero discípulo misionero, llevando la buena noticia del amor redentor de Cristo a un mundo tan necesitado de reconciliación, justicia y paz”.

Es, por lo tanto, “oportuno” que el Congreso haya sido celebrado en el Año de la misericordia: “estamos llamados a llevar el bálsamo del amor misericordioso de Dios a la familia humana entera, vendando las heridas, llevando esperanza allí donde la desesperación parece tener, tan a menudo, viento a favor”.

Francisco luego pide a los participantes que se concentren en dos aspectos de la vida y de las enseñanzas de Jesús: la convivialidad y el lavatorio de los pies. “Sabemos cuán importante era para Jesús compartir la comida con sus discípulos, pero también y muy especialmente, con los pecadores y marginados. Sentado a la mesa, Jesús podía escuchar a los demás, escuchar sus historias, revisar cuáles eran las esperanzas y las aspiraciones, y hablarles del amor del Padre. En cada eucaristía, la mesa de la cena del Señor, debemos ser invitados a seguir su ejemplo, yendo al encuentro de los demás, en un espíritu de respeto y apertura, para compartir con ellos el don que nosotros mismos hemos recibido”.

En Asia, donde la Iglesia está empeñada en un respetuoso diálogo con los seguidores de otras religiones, “este testimonio profético ocurre, muy a menudo y como sabemos, a través del dialogo de la vida. El testimonio de vidas transformadas por el amor de Dios es para nosotros el mejor modo de proclamar la promesa del reino de reconciliación, justicia y unidad para la familia humana. Nuestro ejemplo puede abrir los corazones a la gracia del Espíritu Santo, que los conduce a Cristo el Salvador”.

El Papa pasa luego al lavatorio de los pies: “Jesús lavó los pies a sus discípulos como un signo de humilde servicio, del amor incondicional con el cual ha dado su vida en la cruz para la salvación del mundo. La eucaristía es una escuela de servicio humilde. Nos enseña a estar dispuestos, a estar para los demás. Este es también el centro del apostolado misionero. Y aquí me viene pensar en las consecuencias del tifón. Ha traído una inmensa devastación a las Filipinas, pero ha suscitado también una inmensa expansión de solidaridad, generosidad y bondad. Las personas se han puesto a reconstruir no solamente las casas, sino también las vidas”.

La eucaristía, en síntesis, “nos habla de esta fuerza que brota de la cruz, y que continuamente da nueva vida. Cambia los corazones. Nos permite ser atentos, proteger a quien es pobre y vulnerable, y ser sensibles al grito de nuestros hermanos y hermanas que están pasando necesidad. Nos enseña a actuar con integridad y a rechazar la injusticia y la corrupción, que envenenan las raíces de la sociedad”.

Como conclusión, Francisco anuncia que el próximo congreso eucarístico internacional se llevará a cabo en el año 2020 en Budapest, Hungría. “Pido a todos ustedes que os unáis a mí para rezar por su fecundidad espiritual y por la efusión del Espíritu Santo sobre todos aquellos que se ocupan de los preparativos”