Pakistán llora a las 61 víctimas del atentado en la escuela militar de Quetta
Ayer se llevaron a cabo los funerales de los cadetes y guardias asesinados por los tres atacantes. Las autoridades consideran que la autoría del ataque fue de un grupo sunita local. Tanto ISIS como los talibanes han reivindicado la masacre. Cristianos y musulmanes chiíes marchan en procesión, con velas encendidas, en todo el país. La Comisión Justicia y Paz condena la violencia y se solidariza con las familias golpeadas por la tragedia.
Quetta (AsiaNews) – Ayer se llevaron a cabo, en Pakistán, los funerales de las víctimas de la masacre ocurrida en la escuela militar de Quetta, en la provincia de Baluchistán. Familiares y altos funcionarios de gobierno se alternaron en la oración y en el recogimiento ante los cuerpos de las víctimas, que fueron envueltos en una bandera pakistaní. Tras los funerales de Estado, los restos fueron trasladados a los pueblos de donde provenían los cadetes y guardias asesinados. Mientras tanto, las autoridades están tratando de identificar a los tres atacantes que tomaron por asalto la escuela de adiestramiento. Según el gobierno, éstos pertenecerían a un grupo islámico sunita, el Lashkar-e-Jhangvi, que en el pasado ya había tenido bajo su mira a la minoría chií. Por otro lado, tanto el Estado islámico como los extremistas talibanes pakistaníes del grupo Hakimullah han reivindicado la masacre.
El gobierno decretó un día de luto por las 61 víctimas y los 165 heridos causados por el ataque a la escuela de policía. Se trata de uno de los atentados más sangrientos que jamás hayan ocurrido en Quetta, que en agosto pasado ya había sido devastada por otro atentado, contra el hospital local. Exponentes de las minorías –cristianos y musulmanes chiíes- comentan a AsiaNews una situación de inseguridad que se prolonga, en una zona que se encuentra en la frontera con Afganistán, y que, por lo tanto, tradicionalmente ha sido un terreno fértil para el reclutamiento de los extremistas y para las operaciones violentas.
Anoche, activistas cristianos y musulmanes dieron vida a una procesión de velas y protestas pacíficas en diversas ciudades de todo el territorio. Condenaron el gesto de los talibanes y expresaron su solidaridad a la población de Baluchistán.
Ahmed Ali Kohzad, secretario general del Hazara Democratic Party de Quetta, afirma: “Hace tiempo que en la provincia rige el alerta roja [alerta máxima]. Han incrementado tanto la policía de frontera como el personal de seguridad. Durante 12 años, la minoría chií de etnia hazara ha sido un blanco para la persecución y la violencia. Ahora todos se sienten inseguros. El comercio ha sido afectado y los estudiantes se dirigen a otras ciudades. Los padres prefieren que sus hijas se casen en ciudades más seguras”.
En los últimos meses, el gobierno ha decidido registrar a los migrantes en la vecina provincia de Sindh y ha incluido a 93 seminarios islámicos en la lista de vigilados. El Banco central de Pakistán ha ordenado a todos los institutos de crédito del país que congelen las cuentas de 4.000 individuos y empresas, por sospechar que éstos mantienen vínculos con terroristas y que están involucrados en actividades contra el Estado y en la difusión del discurso del odio.
El político chií considera que “el reciente ataque busca generar inestabilidad y problemas de seguridad”. “Mientras tanto – denuncia – los partidos políticos no hacen otra cosa que expresar una mera condena. Ciudadanos y grupos religiosos no pueden hacer otra cosa que indicar a los flanqueadores de los terroristas, pero luego compete al Estado brindar protección”.
Kalim Sadiq, periodista cristiano de Quetta, informa que las calles de la ciudad se encuentran bloqueadas. “Los tribunales están abiertos –dice- pero no hay abogados que se ocupen de los asuntos pendientes. La policía está desmoralizada y no hay paz en nuestra pequeña ciudad”. A su modo de ver, la solución es sólo una: “Cerrar las fronteras con Afganistán y con Irán”.
La Comisión nacional Justicia y Paz (NCJP) de la Conferencia episcopal pakistaní ha condenado con fuerza el trágico ataque. Mons. Joseph Arshad, presidente de la NCJP, el Pbro. Emmanuel Yousaf Mani, director nacional, y Cecil Shane Chaudhry, director ejecutivo, han difundido un mensaje en el cual afirman que “asesinar a las nuevas generaciones que se estaban formando para servir al pueblo de Pakistán es un gesto inhumano”. “El trágico ataque –continúan- contra los inocentes jóvenes reclutas es absolutamente inaceptable”. La cúpula eclesiástica considera que es tarea de Pakistán “mejorar los planes de seguridad en la provincia de Baluchistán”, que “en los últimos 15 años ha dado testimonio de un número de incidentes violentos que ha sido mayor que el de otras provincias”. Por último, rezan por los caídos y expresan sus “profundas condolencias a las familias de las víctimas. Rogamos al Señor y Dios nuestro para que les dé la fuerza de superar esta irreparable pérdida, y por una rápida recuperación de los heridos”.
17/12/2016 13:14
17/10/2018 16:31