P. Georgij Edelštein: en la Iglesia rusa se necesita coraje
Para el patriarca de la disidencia antisoviética, la Iglesia Ortodoxa se cimienta en principios bolcheviques. Bajo Kirill, hay un ejército de sacerdotes sin voz. La ortodoxia es utilizada por motivos políticos. La necesidad de la "sobornost", la verdadera comunión del hombre con Dios.
Moscú (AsiaNews) – En la Iglesia rusa se necesita coraje. Quien lo dice es el padre Georgij Edelštein, en diálogo con Novaja Gazeta. El sacerdote es el miembro más veterano del “Grupo Helsinki”, que reunía a los disidentes anti-soviéticos en la década del ‘70. A partir de este núcleo surgió la asociación “Memorial”, que hoy corre riesgo de ser clausurada a pedido de la Procuraduría General de Moscú.
El patriarca de la disidencia tiene casi 90 años. Nació en Kiev en 1932, en el seno de una familia de judíos polacos. Consiguió ordenarse sacerdote en 1979, luego de una larga espera. Más tarde se unió a otros sacerdotes ortodoxos (Gleb Jakunin, Nikolaj Ešliman, Aleksandr Men son los más conocidos) para criticar el régimen y hacer un llamamiento a la jerarquía eclesiástica para que se liberara de la sumisión al gobierno ateo soviético.
El padre Edelštein siempre ha servido a la Iglesia en pueblos remotos. Es autor de libros que circularon en la época soviética en el circuito clandestino. Luego, en los años 90, publicó obras como "Diarios de un cura rural" y "El derecho a la verdad". Concedió una larga entrevista a la revista que tanto aborrece el régimen de Putin y que dirige el Premio Nobel de la Paz Dmitry Muratov.
Cuando habla de su vocación, el padre Edelštein señala que "ciertamente había un espíritu de rebelión contra la persecución religiosa, pero creo que es Dios quien elige a las personas para su Iglesia; mis motivaciones son secundarias en este ámbito". La fe me la transmitió mi madre, e influyó mucho la gran literatura rusa, incluso la pintura, desde los iconos hasta los cuadros del siglo XIX".
En la entrevista, el padre Georgij recorre los periodos de la opresión soviética sobre la Iglesia, desde Stalin hasta Kruschev ("nunca creí en el 'deshielo', siempre hubo una dura persecución") hasta nuestros días, en los que quedan profundas huellas del sistema soviético. "Como recordaba uno de nuestros historiadores, el padre Georgij Mitrofanov, en los años ‘90 se había acumulado basura en la iglesia, y pronto sería barrida", explica Edelštein. Sin embargo, a su modo de ver, la suciedad "sigue toda ahí, el Patriarcado de Moscú es el último vestigio del estancamiento de Brézhnev".
Según el padre Georgij, el problema de la Iglesia rusa es "la falta de 'sobornost', de una comunión real. Nuestra Iglesia está construida según los principios bolcheviques, que en su momento exigían un centralismo democrático". Él señala que en aquel entonces estaba el secretario del Partido, y en torno a él, el Politburó. “Hoy en día, tenemos al patriarca con el ‘Metropolitburó’, y como subalternos, una armada de sacerdotes sin voz. A quien trata de abrir la boca se lo despide, o incluso se lo reduce al estado laical”.
Al servilismo patriarcal al poder soviético se lo denominó "sergianstvo", en honor al "patriarca de Stalin" Sergij (Stragorodskij). Fue él quien firmó una declaración de "lealtad al pueblo y al gobierno soviéticos", en 1927. Según el padre Edelštein, "el Patriarca Kirill reafirma hoy la misma posición de Sergij, pero la Iglesia no depende ni del pueblo ni del Estado, la sobornost es la comunión del hombre con Dios... la Iglesia patriarcal sigue siendo hoy una institución creada por Iosif Vissarionovich [Stalin]".
Cuando le preguntan por qué nunca ha abandonado una Iglesia que critica de un modo tan radical -a diferencia de otros sacerdotes disidentes que sí la abandonaron-, el padre Georgij responde: "No sabría a dónde ir: mi modelo es el metropolita Kirill (Smirnov) de Kazán, fusilado en 1937 por negarse a firmar la declaración de Sergij. La Iglesia es una, y el Señor nos ha prometido que las puertas del Hades jamás la destruirán".
El padre Edelštein cierra la entrevista reiterando que "la Iglesia siempre es libre, son los hombres los que no son libres, especialmente los sacerdotes... todavía hoy, somos los lacayos del nuevo régimen, unos más, otros menos. Incluso el cisma con Bartolomé de Constantinopla fue una orden de arriba, como en la época de Stalin, cuando se utilizaba a la Iglesia para perseguir los fines de la política exterior soviética".
Por último, le preguntan si es factible pedir a los poderosos que se arrepientan, el gran disidente observó: "No creo que nuestro Señor haya pedido a Herodes que se arrepienta, esto es algo que sólo concierne a los cristianos. La tarea de la Iglesia no es tanto construir el reino de Dios en la tierra -de eso se encarga Jesús. Nosotros al menos debemos evitar las puertas del Hades, desde la época de Herodes hasta la de Putin: necesitamos el coraje de la fe".
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