Párroco de Nablús: días de ‘gran tensión’, el ‘miedo’ genera nueva violencia

El mercado de la ciudad está vacío, la gente evita salir y moverse, predomina el miedo real a que "la situación pueda empeorar" y el "pesimismo". Con el actual "panorama político", la esperanza de una paz justa es "mínima". Los cristianos "forman parte de una comunidad" que sufre. Para el padre Jiménez Israel y Palestina tienen "dos visiones diferentes del mundo".

Nablús (AsiaNews) - En Cisjordania se viven días "de gran tensión", en Nablus el pico de la violencia se registró la semana pasada con "muy duros" enfrentamientos entre las partes que tocaron también a los cristianos, si bien el barrio de Rafidia está "lejos del centro, pero toda la ciudad estaba alterada". Esto le dijo a AsiaNews don Miguel Pérez Jiménez, párroco de Rafidia, en Nablús desde el 15 de agosto de 2021, al comentar los recientes ataques entre israelíes y palestinos, cuyo número de muertos asciende ya a 75 desde principios de año, y en su mayoría son palestinos.

"La gente tiene miedo de moverse -continuó el sacerdote- y los que más sufren son los que trabajan fuera de la ciudad y se ven obligados a desplazarse. Incluso el mercado de Nablús está casi vacío, cuando normalmente está abarrotado de gente y los puestos cargados de mercancías. En cambio, el volumen ha disminuido estos días y se busca, con esfuerzo y lentamente, volver a la normalidad'.

El temor a que "la situación empeore es real" y entre la población "predomina el pesimismo" de cara al futuro próximo, prosiguió este sacerdote de 31 años, de origen español, que cuenta con estudios de Filosofía a sus espaldas y fue ordenado sacerdote el 16 de junio de 2018 en la Redemptoris Mater de Galilea. La mayoría de la gente "espera que vengan días aún peores" y una escalada "de la tensión" y esto es aún más evidente cuando se analiza "el panorama político: hay muy pocas esperanzas de que puedan llegar a una paz [justa]", señaló.

Tanto en Nablús como en Huwara está ocurriendo una serie de acontecimientos que alimentan "el miedo", que es "incluso peor que el odio, porque con este último es posible mediar utilizando la razón y llegando a una solución común". Pero cuando predomina el miedo "es mucho más difícil", porque es "completamente irracional y lleva a hacer daño". Los acontecimientos de los últimos días en Cisjordania "son crímenes" que alimentan la espiral de violencia y el peligro de "una escalada continua". Sin embargo, "veo que hay gente en ambos lados que desearía la paz, que está dispuesta a encontrarse, que está cansada" del statu quo.

Nablús se encuentra en la parte central de Cisjordania, a unos 63 km al norte de Jerusalén y, después de Hebrón, es la ciudad más grande de Palestina y la segunda en cuanto a población, con sus 250.000 habitantes. La zona está dividida en tres comunidades religiosas: samaritanos, musulmanes y cristianos, muy extendidas desde los tiempos de Jesús. La iglesia latina de Rafidia data de 1885 y lleva el nombre de San Justino, que nació en Nablús en 110 y fue martirizado en 165. En el convento latino hay un edificio para la oración, una sala de reuniones y actividades culturales, un patio para practicar deportes, un convento para las monjas y la casa del párroco. También en la zona se encuentra el colegio San José, fundado en 1904 y del que se hizo cargo el Patriarcado Latino en 1998, apreciado por su alto nivel de enseñanza. Hoy cuenta con 46 profesores y clases que van desde el jardín de infantes hasta el bachillerato, todas ellas marcadas por el respeto al diálogo y la lucha contra la discriminación religiosa y social, como atestiguan las cifras de matriculación: sólo el 10% del total de alumnos son cristianos, mientras que la mayoría son musulmanes (y samaritanos).

"Los cristianos de Nablús", afirmó, "no son un objetivo de judíos o musulmanes, sino que forman parte de una comunidad, ciudadanos en el pleno sentido del término, y como tales sufren esta situación". Como los demás, prosiguió el clérigo, "están acostumbrados" a las tensiones, viven "sabiendo que hay que seguir adelante, continuar con el trabajo y la vida incluso en medio del conflicto" y responden con el arma "de la oración". La adoración [al Santísimo Sacramento] se convierte en una ocasión para rezar, luego están las actividades pastorales, con jóvenes y adultos", aunque subyace un "gran sentimiento de dolor" por la violencia y un creciente deseo "de paz, seguridad y armonía".

Para el p. Jiménez, el conflicto entre Israel y Palestina sigue siendo "demasiado complicado a nivel político y social". Implica "no sólo a dos naciones, sino a dos cosmovisiones diferentes" que son difíciles de conciliar hoy en día, especialmente debido a las "injusticias" y a las "agendas políticas" de ambas partes, que no van en la dirección de la paz. Para concluir, el sacerdote subrayó que estos acontecimientos "nos dicen que la verdadera Tierra Santa es la de la comunión entre hermanos, no la aplastada por los ejércitos. El amor entre hermanos es más fuerte y esto emerge en la vida cotidiana, incluso en la vida de la propia Iglesia. Esta es nuestra esperanza y nos permite soportar una situación crítica".