20/02/2025, 14.47
ISRAEL - PALESTINA
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Oded Lifshitz y el kibutz Nir Oz: el sueño de paz destrozado por Hamás

Devolvieron a Israel los cuerpos de cuatro rehenes, entre ellos, las dos víctimas más jóvenes (los hermanos Bibas) y el veterano periodista y activista por la paz. Su hijo afirma que el trabajo “todavía no ha terminado” y que es fundamental obtener la liberación de todos los rehenes. Un grupo de voluntarios cuida el jardín de su casa, para que siga siendo un símbolo de esperanza y de diálogo.

 

Jerusalén (AsiaNews) – El gobierno israelí tomó la decisión "correcta" al aceptar el acuerdo sobre los rehenes con Hamas, pero "el trabajo todavía no ha terminado", afirmó Yizhar Lifshitz, hijo de Oded, veterano periodista y activista por la paz, uno de los cuatro prisioneros fallecidos cuyos cuerpos entrega hoy el grupo extremista que controla la Franja a las autoridades del Estado judío. Un intercambio doloroso en comparación con las últimas liberaciones de prisioneros, que están vivos aunque muchos de ellos en precarias condiciones de salud y exhaustos por el prolongado cautiverio. No hay rostros demacrados ni sonrisas marcadas por el dolor, sino cuatro ataúdes, dos de los cuales contienen a los hermanos Kfir y Ariel, de nueve meses y cuatro años en el momento del secuestro, las dos víctimas más jóvenes del 7 de octubre.

En una entrevista con 103FM pocas horas después de que se entregaran los cuerpos de los cuatro rehenes muertos - víctimas del ataque de aviones de combate israelíes, según Hamás - Yizhar recuerda a su padre, señalando los largos años de militancia en favor de la paz y del diálogo entre israelíes y palestinos. Un camino, advierte, que sin duda no se puede decir que haya concluido, sino que, por el contrario, hoy parece haberse interrumpido bruscamente.

El periodista y activista Oded, de 84 años, era uno de los fundadores del kibutz Nir Oz - su casa se encontraba no lejos de la valla que separa de la tierra de nadie, en la frontera con Gaza, a donde regresará para ser enterrado después de 503 días de incertidumbre y de esperanzas alternadas con miedo. Había sido secuestrado durante el ataque del 7 de octubre junto con su esposa Yocheved, de 76 años. En el momento del ataque, cinco milicianos de Hamas irrumpieron en la cámara blindada donde se había refugiado el matrimonio; Oded recibió un disparo en la mano y perdió el conocimiento, mientras que su esposa fue sacada a la fuerza de la cama. Más tarde se supo que al principio estuvo retenido en un apartamento en Khan Yunis, pero después de 20 días de cautiverio se perdió el rastro mientras sus condiciones de salud seguían empeorando.

Yocheved fue liberada aproximadamente dos semanas después del secuestro junto con Nurit Cooper, cuyo marido, Amiram Cooper, fue asesinado por Hamás durante su cautiverio. Oded recordado por su trabajo como periodista, pero también era una figura destacada en el movimiento de los kibbutz y un activista por la paz, y trabajaba como voluntario para la ONG “Road to Recovery”, que transporta a niños palestinos enfermos a hospitales en Israel para recibir tratamiento especializado. En su casa de Nir Oz, Oded y Yocheved cultivaban un jardín de cactus que quedó abandonado después del secuestro; un grupo de voluntarios decidió revivirlo, cuidándolo y convirtiéndolo en un símbolo de solidaridad y de esperanza en su regreso.

Hasta la fecha todavía quedan 69 rehenes en la Franja, entre ellos tres hombres que han estado cautivos durante casi una década, aunque se cree que uno de ellos está muerto. La policía difundió un vídeo del convoy con destino a Tel Aviv que transportaba los ataúdes de los rehenes que murieron en manos de Hamás y que serán sometidos a procedimientos oficiales de identificación. Mientras tanto, el Foro de Familiares de los Rehenes ha convocado a una concentración en la plaza central de la capital económica y comercial para esta noche, para recordar a las personas "capturadas vivas que volvieron muertas". Decenas de israelíes se reunieron en el sur a lo largo de la ruta prevista del convoy, y agitaron banderas amarillas en solidaridad con las víctimas secuestradas.

“Mi padre”, dice, “se ha convertido en una figura pública, a juzgar por la cantidad de personas que han rezado por él, le han deseado lo mejor y han hablado de él en los medios de comunicación y en nuestra vida privada”. “Se han dicho muchas cosas sobre él. Tenía una visión - añade - de cómo debía funcionar Oriente Medio" a partir del apoyo a los Acuerdos de Oslo, porque creía que eran "la única manera de evitar una gran guerra". Él predijo el futuro de muchas maneras. Incluso hoy, cuando discutimos soluciones, es desalentador - continúa - darnos cuenta de que hemos pasado por todo el ciclo sin poder resolver el problema. Dejamos que siguiera en ebullición y miren dónde estamos ahora”.

Su historia recuerda a otra figura destacada de la paz, la activista israelí-canadiense Vivian Silver, víctima del ataque que desencadenó la guerra de Israel en Gaza con su carga de muerte y más violencia. Su hijo Yonatan Zeig retomó su legado en un intento de superar la locura de la guerra y la lógica primordial de la venganza y, entre otras actividades, promovió un premio inspirado en la labor de décadas de su madre. El premio “Vivian Silver Impact Award”, que se otorga cada año a una mujer árabe y a una mujer judía que luchan por la paz y la convivencia. En las últimas semanas, entrevistado por AsiaNews, Yonatan subrayó la importancia de la tregua y añadió que hacen falta "nuevos dirigentes" con una perspectiva de verdadera paz y coexistencia.

Mi padre estuvo “solo, golpeado y aterrorizado”, y herido por un disparo en las manos, recuerda Yizhar Lifshitz. Tras más de 500 días de cautiverio “será llevado en procesión junto con la familia Bibas” y la comunidad podrá rendirle “el respeto que se merece”. Regresará al kibutz Nir Oz. La familia Lifshitz tendrá finalmente un cierre a nivel personal, pero el círculo más amplio de Nir Oz permanece abierto” porque “si la familia Bibas [la madre Shiri y sus dos hijos] y mi padre son casos trágicos, muchos otros –concluye– han regresado del sufrimiento y ahora están con sus familias”. La esperanza, como hubiera querido el propio Oded con su larga militancia por la paz y el diálogo, es que todos los rehenes puedan regresar a casa y abrir nuevos caminos de diálogo y debate que puedan sanar una herida profunda, que sigue sangrando pero que de alguna manera tiene que cicatrizar.

 

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