Obispo Khairallah: 'Para un nuevo Líbano, hay que purificar la memoria y comenzar de nuevo desde los jóvenes'
Mientras la política vuelve a dejar un vacío de poder, el pueblo libanés se encuentra agobiado por una crisis económica sin precedentes. El obispo maronita de Batroun apunta a los políticos y a la corrupción. Las escuelas católicas, sin embargo, han aumentado el número de inscriptos: “Cuando llegue el momento del cambio, queremos estar preparados”, dice a AsiaNews.
Milán (AsiaNews) - Más del 80% de la población libanesa vive por debajo del umbral de pobreza. “La gente recurre a la Iglesia en busca de ayuda, pero nosotros no somos el Estado”, comenta el obispo maronita de Batroun, Mounir Khairallah. El Estado sigue ausente en el Líbano: el 30 de octubre, tras seis años en el poder, Michel Aoun dejó el despacho presidencial y un enorme vacío político, porque el primer ministro interino Najib Mikati no consiguió formar un nuevo gobierno. “Como Iglesia intentamos ser la voz de la verdad para la gente, tratamos de decir lo que nadie dice, pero en este momento la primera preocupación de la gente es hacer frente al colapso económico”, comenta Mons. Khairallah.
En menos de tres años la lira ha perdido más del 90% de su valor y los libaneses no pueden retirar sus ahorros de los bancos. La energía eléctrica, cuando la hay, va y viene. A fines del mes pasado, más de 1.400 personas habían contraído cólera y hubo 17 muertes confirmadas. El país de los cedros se derrumba, siguiendo el curso de una trágica involución desencadenada por la explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020, pero de la que ya antes había indicios. En octubre de 2019 los jóvenes salieron a las calles exigiendo el fin del sistema político confesional, que asigna los cargos en el gobierno en función de la pertenencia religiosa.
El obispo maronita apunta contra los políticos y a la corrupción: “Podemos remontar la situación actual a 1975, cuando estalló la guerra civil. Esta terminó formalmente en 1990, pero las milicias que luchaban entre sí siguieron sirviendo a sus propios intereses cuando entraron en política. Nadie ha jurado lealtad al Estado para reconstruirlo después del conflicto”.
Las elecciones que tuvieron lugar en mayo de este año no trajeron el soplo de aire fresco que se esperaba: “Solo se eligieron 20 nuevos diputados sobre un total de 128. Los demás ya son figuras conocidas, hijos o nietos de familias que desde siempre gobiernan el país".
Para la gente, la única solución es recurrir a la Iglesia. “No estamos viviendo una vida digna”, dice el prelado a AsiaNews, “estamos sobreviviendo gracias a las remesas de la diáspora y las donaciones de organismos extranjeros”.
Sin embargo las escuelas cristianas, que son privadas y por lo tanto más caras, han aumentado el número de inscriptos este año. ¿Como es posible? “Por un lado, las instituciones están tratando de acompañar a las familias cobrando la mitad de la matrícula en libras libanesas y la otra mitad en dólares en efectivo”, explica el eparca maronita. “Por otro lado, la verdadera crisis está en las escuelas públicas, por la presión que supone la presencia de refugiados sirios, que han pasado a ser cerca del 40% de la población”.
“Los refugiados, por ser tales, tienen acceso gratuito a la escuela y al sistema de salud”, explica el obispo. Pero el sistema ya no se sostiene: “Las escuelas públicas no tienen papel ni bolígrafos, no pueden hacer fotocopias”. Por eso las familias, incluso las musulmanas que aprecian los valores humanos universales que se imparten a los alumnos, prefieren hacer un sacrificio mas e invertir en un futuro para sus hijos. Una esperanza que comparte la Iglesia maronita.
La generación que tiene menos de 30 años, la que creció tras los acuerdos de Taif que pusieron fin a la guerra civil, está cansada del sectarismo religioso y pide volver a la patria de sus padres, cuando cristianos y musulmanes no hacían la guerra entre sí y se apoyaban mutuamente. En otras palabras, la gente sigue pidiendo un cambio: "Sabemos que no se puede hacer de la noche a la mañana, pero queremos estar preparados cuando llegue el momento. Muchos jóvenes se van al extranjero en cuanto pueden, pero otros muchos deciden quedarse y empezar de cero aquí en vez de hacerlo en otro país”.
La reconstrucción de un nuevo Líbano es la misión de la Iglesia maronita. No solo a través de la educación y formación de una nueva clase dirigente, sino también a través del diálogo interreligioso: “Es necesario purificar la memoria del conflicto y entablar un diálogo sobre la base de la sinceridad y el respeto”, dice Mons. Khairallah. “Solo así el Líbano volverá a ser el país-mensaje del que hablaba Juan Pablo II”. Un mensaje de paz, de pluralismo y ahora quizás también de renacimiento.
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17/12/2016 13:14