Nuncio en Moscú: con Rusia, 25 años de relaciones en continuo crecimiento
En una entrevista concedida a AsiaNews, en la vigilia del fin de su encargo, Mons. Jurkovic hace un balance de su mandato, que lo ha visto testimoniar no sólo el fin de la URRSS y el establecimiento de plenas relaciones diplomáticas con Moscú, sino también el encuentro entre el Papa y el Patriarca: “El primer resultado luego de Cuba es la conquista de la normalidad en las relaciones entre ortodoxos y católicos”. A fines de octubre está previsto un mega congreso cristiano en Moscú, organizado por el Patriarcado y por los evangelistas de Billy Graham; se espera también una numerosa delegación de la Santa Sede. La necesidad de que “el diálogo entre las Iglesias contribuya a un restablecimiento del diálogo entre Rusia y Europa”.
Moscú (AsiaNews) – Nueve años de vida y trabajo, en dos etapas distintas (1992-1996; 2011-2016) en Moscú, testimoniando tanto grandes eventos históricos –como fue el fin de la URRSS- como religiosos –como el encuentro entre el Papa Francisco y el patriarca Kirill en Cuba- Mons. Ivan Jurkovic, de 64 años, (en la foto, con el Patriarca) termina a fines de marzo su mandato como nuncio apostólico en la Federación Rusa, para volver a cubrir el puesto como observador permanente de la Santa Sede en las Naciones Unidas en Ginebra. Su nombramiento fue anunciado oficialmente el 13 de febrero pasado, un día después del histórico abrazo entre los líderes espirituales de las dos Iglesias hermanas, generando versiones que vinculaban ambos hechos y que Jurkovic se ocupa de rechazar: “Mis superiores ya tenían proyectado transferirme antes de eso, pero apenas se supo sobre el encuentro en Cuba, debieron esperar a que esto ocurriese antes de volver oficial el nombramiento; se trata de cosas extraordinarias”.
En la pequeña sala de la nunciatura donde recibe a los huéspedes se expone una escultura del artista ruso Aleksandr Burganov, a quien tiene mucha estima, y que representa los perfiles del Papa y del primado ortodoxo ruso como las dos partes de una hostia partida que se acercan entre sí, dos partes de una misma unidad. “Escribí al Pontífice y si le gusta, esta escultura será llevada a Roma” cuenta el prelado esloveno en una entrevista con AsiaNews, a pocos días de su partida, que ocurre en el año en que se celebra el 25to aniversario de la presencia de la Santa Sede en Rusia, antes como representación especial y luego como verdadera y auténtica nunciatura.
“Veinticinco años en continuo crecimiento”, agrega, de los cuales el encuentro entre Francisco y Kirill sólo “el último momento”. No obstante todo, es demasiado pronto para describir qué cambió entre las dos Iglesias tras este histórico evento, afirma el diplomático vaticano; lo cierto es que ya puede verse que “hablar de relaciones entre católicos y ortodoxos se ha convertido en algo normal”. “Ahora tenemos esta imagen de dos líderes espirituales que se abrazan, que era algo que necesitábamos” agrega Jurkovic.
¿Cuál es el balance que Ud. Puede hacer de su mandato en Moscú?
No voy a subrayar lo que resulta obvio, pero es cierto que el encuentro de La Habana arrojó una luz sobre todo cuanto sucedió antes, y para mí fue una fuente de alegría y felicidad que esto haya sucedido durante el período de mi gestión; sin embargo, es necesario hacer un balance objetivo, más que personal, de lo que son hoy las relaciones entre Rusia y el Vaticano tras 25 años de presencia permanente nuestra en el país.
¿Cómo podemos describirlos?
“Marcan un nivel sin precedentes y se ha tratado de 25 años en “crescendo”. Un alto jerarca del Patriarcado, cuyo nombre no brindaré, cuando usé este término, me corrigió diciendo ‘quizás fueron también en disminuyendo’ y yo respondí ‘quizás también con algún tiempo “robado”, término que le gustó mucho. Lo cual quiere decir que las cosas se enlentecen y luego de aceleran, pero igualmente se sigue estando dentro del mismo tiempo. Lo cual quiere decir que han sido 25 años positivos desde el punto de vista de la libertad religiosa, cuya máxima expresión es el nombramiento de obispos, ante todo para la Iglesia ortodoxa rusa que, por primera vez, se ha podido organizar según criterios propios. Pero también para la Iglesia católica, que hoy en día tiene tantas posibilidades de expresión.
¿Puede contarnos cuáles han sido los pasos principales que han conducido a Cuba?
El primero fue la visita del líder soviético Mikhail Gorbaciov a Juan Pablo II, que condujo a la oficialización de las relaciones, en el año 1989, con el intercambio de representantes diplomáticos. Luego, 1991 fue inaugurada la representación especial pontificia en Moscú: eran los días del intento de golpe de agosto y visto el estado de emergencia en que se hallaba la ciudad en aquel momento, la delegación vaticana, al llegar, no encontró si quiera los muebles que habían sido despachados desde Roma; así, el responsable de la Sede por esa noche tuvo que dormir sobre una lecho fabricado con cartones. Yo llegué pocos meses más tarde. Un tercer momento fue, seguramente, el regalo de la Virgen de Kazan que el Papa Wojtyla dio al entonces patriarca de Moscú, Alexis II, pasando luego al año 2009, cuando se establecieron relaciones diplomáticas en sentido pleno, y de allí llegamos a Cuba. Me parece que ver mi mandato como parte de este contexto es más bello, porque tiene en cuenta a los diversos actores.
Luego de nueve años de trabajo en Rusia, ¿qué puede decir haber entendido de este país?
No obstante se la ha querido convertir en una capital anti-religiosa o a-religiosa, Moscú es real y verdaderamente una capital religiosa, como lo son Roma o Estambul. Es un concepto que yo siempre he defendido y que corresponde a la verdad: es una capital religiosa cristiana, alternativamente cristiana, de una manera diferente a nuestra tradición, y es uno de los destinos más altos que pueden tenerse para una misión diplomática eclesiástica. De Rusia, si embargo, he entendió que debe ser aceptada así como es, porque aquí no son aplicables nuestras categorías, como ocurre por ejemplo cuando se juzga la relación entre Estado e Iglesia.
De estrecha cooperación, sino dependencia…
Usted no entiende. La iglesia rusa fue destruida, aniquilada por el Estado, su destrucción fue un proyecto oficial del Estado. La devastación fue total y duró casi un siglo. Sólo teniendo en cuenta la época de Krusciov, en aquel tiempo fueron destruidas 38.000 iglesias, ¿cómo podría retomarse la vida de la Iglesia en esas estructuras destruidas, sino con el apoyo del Estado? Como dice el Cardenal Achille Silvestrini (prefecto de la Congregación para las Iglesia orientales, ndr), en la Iglesia católica es suficiente con la libertad, porque existe la solidaridad internacional, mientras que aquí no existe este concepto y por eso se requiere el apoyo del Estado. Sobre este punto no pueden formularse juicios demasiado apresurados, sino que es necesario tener una comprensión de la situación.
¿Qué ha cambiado en la relación entre las dos Iglesias luego de Cuba?
Dos cuadro que mide dos metros por dos metros no puede ser mirado de cerca, porque se pierde la visual; lo mismo ocurre a la hora de juzgar l encuentro de Cuba y sus consecuencias: se necesita tomar distancia en el tiempo, tener una perspectiva histórica. Lo que ha cambiado, de inmediato y para siempre, es que ahora tenemos una imagen de este abrazo que era esperada por el público, y que nos une. Que era indispensable. La del Papa con el Patriarca es una imagen que no podía no existir, y se trata de un consuelo para todos nosotros. Luego puede decirse que ahora hay una cierta madurez y una nueva normalidad: decimos que el diálogo entre hermanos no debería ser mirado como algo extraordinario: luego de Cuba, las cosas imposibles y raras se han convertido en una normalidad, en algo cotidiano. Pero hay otro elemento importante.
¿Cuál?
La superación de esta barrera, ocurrida con el encuentro de Cuba, creo que va a ejercer una dinámica positiva en las relaciones entre la Iglesia Católica y otras Iglesias ortodoxas; me refiero a los Patriarcas que todavía no han estado en contacto directo con el Santo Padre. La Iglesia ortodoxa rusa aparte siempre ha sido una iglesia determinante, debido a su importancia, de sus capacidades intelectuales, práctica, de actuar y de estar presente.
Pero la Iglesia ortodoxa todavía habla de las barreras que los separan, como Ucrania con la situación de los greco-católicos, de rito ortodoxo, pero fieles al Papa.
Una metáfora siempre válida es la de la familia: en la familia, sucede de todo, peleas y malos entendidos, pero la familia sigue siendo familia. Después de eso, gracias a este encuentro, nos reconocemos en el formato correcto, religioso, teológico, espiritual y en un ambiente más formal, hay que pensar que los problemas tendrán una fuente en el futuro para encontrar una solución. No se puede simplificar una cosa compleja, y todavía necesita la maduración, una nueva comprensión y capacidad de diálogo. Sin lugar a dudas, tanto ucranianos como rusos tienen la esperanza de que esta reunión sea para el beneficio de todos y no se excluya a nadie, especialmente aquellos que están sufriendo como el pueblo de Ucrania. Pero no añado más, hemos tenido por siete años nuncio en Ucrania, pero ahora tengo que hablar desde un punto de vista ruso.
¿Cuáles son los próximos pasos en esta ‘normalidad’ de las relaciones entre las dos Iglesias?
Creo que ahora sirve regularizar, normalizar las y algunas iniciativas comunes. A finales de octubre de este año, habrá una gran conferencia en Moscú, organizada por el Patriarcado ortodoxo de Rusia, junto con Franklin Graham, hijo del famoso evangelista estadounidense Billy Graham. Debe ser una conferencia de más de un millar de delegados cristianos, especialmente de Oriente Medio, y entre los cuales también se espera la presencia de al menos un centenar de dignatarios católicos. Por el tamaño y el nivel de las delegaciones serán un evento sólo comparable a las celebraciones de los mil años de cristianismo en Rusia. Es un evento importante, incluso si no debido directamente al encuentro entre el Papa y el Patriarca.
¿Se espera la visita del Papa a Moscú?
En un futuro próximo no se verá
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