Nuevo encuentro entre el Papa Francisco y Kirill, en Bielorrusia
Francisco viaja a los países Bálticos a fines de septiembre; Kirill estará en Bielorrusia a mediados de octubre. Entusiasmo del presidente Lukašenko, en el poder desde hace casi 25 años. Nunciatura y patriarcado ponen manos a la obra. Bielorrusia tiene una vocación ecuménica. Se aproxima la firma de un concordato en virtud del cual los católicos pasan a tener los mismos derechos que los ortodoxos.
Moscú (AsiaNews) – Bielorrusia es el lugar de un posible encuentro entre el Papa Francisco y el patriarca de Moscú, Kirill (Gundjaev), quizás un poco menos exótico y lejano que La Habana, donde ambos se encontraron por primera e histórica vez, el 12 de febrero de 2016. Tal como sucedió entonces, cuando dos líderes entrecruzaron sus respectivos itinerarios de visita a las Américas, también ahora se perfila una oportunidad otoñal, viendo la cercanía de los viajes de Francisco por los Países Bálticos (del 22 al 25 de septiembre) y de Kirill a Bielorrusia, programada para el próximo 13 de octubre.
De la posible visita del Papa a Bielorrusia ya había hablado, recientemente, el arzobispo de Minsk, Tadeusz Kondrusiewicz, al recibir en la capital bielorrusa a fines de septiembre a los presidentes de la CCEE (Consejo de Conferencias Episcopales de Europa) que estaban reunidos para su sesión plenaria anual. En dicha ocasión, el presidente del país, Aleksandr Lukašenko también se había expresado a favor de una visita papal, e incluso a la posibilidad de un nuevo encuentro bajo su égida, entre el Papa y el Patriarca de Moscú. En Minsk, en efecto, se firmaron los únicos acuerdos entre dos países en conflicto, Rusia y Ucrania, que no han hecho más que mitigar los enfrentamientos de la guerra, que desde entonces pasó a denominarse “de baja intensidad” o “híbrida”. La Rusia Blanca siempre ha sido un terreno de mediación entre las otras dos mayores estirpes de los eslavos orientales, la Grande y la Pequeña Rusia (Ucrania)- El mismo Lukašenko está en el poder desde 1994, apenas después del comunismo, y cinco años antes del mismísimo Putin; sus “súbditos” lo llaman bat’ka, “padrino”, y no despreciaría la ocasión de sellar el cuarto de siglo en el poder con una gran iniciativa de paz entre pueblos y religiones.
En los últimos días, la noticia de la visita otoñal de Kirill ha hecho que se difundiera la sugestiva hipótesis del encuentro entre los dos líderes en esta tierra, donde católicos ortodoxos se confrontan y sostienen mutuamente de un modo mucho más positivo que en otra parte. En efecto, Bielorrusia nace de la historia de la Polonia latina y de la Rusia bizantina, e incluso hoy, de los 10 millones de personas que constituye su población, la minoría católica cuenta con 3 millones de fieles; la capital, Minsk, una metrópoli de 3 millones de habitantes, es uno de los lugares más “mixtos”, donde conviven las dos principales confesiones cristianas. Incluso el metropolita de Minsk, Pavel (Ponomarev), Exarca de la Iglesia ortodoxa bielorrusa en comunión con Moscú, ha declarado estar interesado en la hipótesis de la visita papal; haciendo, además, una profesión de humildad: “En lo que respecta a la visita del Pontífice a Bielorrusia, se trata de una cuestión que deben evaluar el jefe de la Iglesia Ortodoxa Rusa y el de la Católica. No es algo que competa a nuestro nivel, ni siquiera al nivel de las relaciones inter-confesionales, sino que atañe a un nivel puramente eclesial. Apenas el Papa de Roma discuta la posibilidad de efectuar una visita con el patriarca, nos harán saber a qué nivel debemos colocarnos nosotros”
El nuncio vaticano en Bielorrusia, el arzobispo húngaro Gabor Pinter, ha declarado ante la prensa que el Papa Francisco guarda una opinión “excepcionalmente positiva” de una posible visita suya al país, pero, por el momento, no hay fechas ni programas precisos. De todas maneras, el diplomático ha precisado que “en este momento se está desarrollando una intensa labor para que tal evento pueda realizarse en un futuro próximo”, quizás cerca de la fecha de la visita a los países bálticos de Lituania, Letonia, y Estonia, en el próximo mes de septiembre.
La visita del Papa incluso podría celebrar una forma de “concordato” entre la Iglesia católica y la República de Bielorrusia, que está en una etapa de discusión entre las dos partes. Los católicos locales buscan obtener los mismos derechos que la Iglesia Ortodoxa, cuyo acuerdo oficial con el Estado fue el modelo de aquél que actualmente es objeto de tratativas. En el mismo se reconocería el histórico rol del catolicismo en la cultura y en la formación de las tradiciones del país, que, históricamente ha sido la frontera entre Occidente y Oriente. Además de afirmar los derechos de agregación y de formación de las estructuras eclesiásticas propias, a los católicos se les daría plena libertad para desarrollar actividades sociales, educativas y caritativas a todo nivel, en armonía con los mismos ortodoxos. En síntesis, Bielorrusia podría funcionar como modelo de relaciones ecuménicas, sobre todo en una región que siempre ha estado atravesada por fuertes tensiones y conflictos étnico-religiosos.
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