Nuestra Señora del Mediterráneo: una corona de 12 santuarios en el signo de la fraternidad
La iniciativa está vinculada a los "Rencontres méditerranéennes" y en ella participan los rectores de 12 santuarios de países ribereños del Mediterráneo. Los lugares de culto, explica el rector de Harissa, atraen también a "muchos peregrinos musulmanes, incluso de Irán". En Líbano, y en la región, existen "alianzas geopolíticas conflictivas" y una "clase política corrupta". Obispo de Argel: la gran "fractura" es sobre todo "económica".
Beirut (AsiaNews) - Una corona formada por 12 santuarios diseminados por los países ribereños del Mediterráneo, que simbolizan las respectivas estrellas que rodean la cabeza de la "mujer" del Apocalipsis, como signo de comunión y misión. Este es uno de los proyectos lanzados durante la asamblea de los rectores de los santuarios del "mare nostrum", que se celebró en la basílica de Notre-Dame de la Garde en el marco de los "Rencontres méditerranéennes" previstos del 17 al 24 de septiembre en Marsella con el Papa Francisco. Lo cuenta a AsiaNews el padre Khalil Alwan, rector del santuario de Notre-Dame du Liban, en Harissa. "La Virgen María -explica- será invocada con el nuevo título de Nuestra Señora del Mediterráneo".
Para el sacerdote libanés, los santuarios desempeñan un papel esencial en la evangelización del pueblo de Dios y en el fortalecimiento de la fraternidad interreligiosa. Vemos muchos peregrinos musulmanes que visitan Harissa. Especialmente los procedentes de Irán".
P. A Alwan le gusta citar a San Juan Pablo II, que advirtió contra la devaluación de la piedad popular, de lo contrario "la fe se secará". Y citando al actual pontífice, subraya cómo los santuarios son "lugares insustituibles que mantienen viva la piedad popular", asociándola "a la práctica de los sacramentos e, idealmente, a la formación catequética".
Mensaje de libertad y pluralismo
Volviendo a los Rencontres méditerranéennes, el arzobispo de Marsella, Jean-Marc Aveline, subrayó que es "más que una ciudad, es un mensaje". Palabras que tocaron la fibra sensible de los fieles presentes, pero sobre todo el corazón de la delegación libanesa, que tomó prestada la célebre fórmula de Juan Pablo II: "El Líbano es más que un país, es un mensaje de libertad y un ejemplo de pluralismo tanto para Oriente como para Occidente". Una representación compuesta por cuatro obispos, entre ellos monseñor Mounir Khairallah, monseñor César Esssayan, monseñor Paul Rouhana y monseñor Jules Boutros, el rector del santuario de Harissa Khalil Alwan y cuatro jóvenes: Rita Abi Hanna, Riham Sahmarani, Pascale Debbané y Elias Turk.
"Estamos robando al Líbano su derecho exclusivo a ser un país de mensajes", es una expresión que provoca una sonrisa amarga de monseñor Mounir Khairallah, obispo de Batroun y presente en nombre del Patriarca maronita, de visita pastoral en Australia esos mismos días. "Sumido en una interminable crisis económica y política, sin presidente desde hace once meses, el Líbano -dice el prelado- es ahora una sombra de lo que fue, desgarrado entre alianzas geopolíticas conflictivas, empujado hacia el abismo por una clase política incompetente y corrupta.
'[Esperamos] que toda la región mediterránea sea un mensaje de fraternidad para el mundo, o un mosaico de esperanza, como dice el Papa', exhortó monseñor Khairallah, y la propuesta de la corona formada por los 12 santuarios encaja en esta perspectiva. Sin embargo, en estos momentos, la realidad es bien distinta y el Mediterráneo atraviesa una fase de conflicto y tragedia, y el país de los cedros "lo sabe mejor que nadie" al acoger a más de 1,5 millones de refugiados sirios y soportar el peso de la deportación israelí del pueblo palestino desde hace más de 75 años.
La brecha Norte-Sur
Por último, la delegación libanesa agradeció la intervención de Mons. Jean-Paul Vesco, arzobispo de Argel, que habló en nombre de los obispos del norte de África: Marruecos, Argelia y Túnez, y de los Estados de la Liga Árabe. En particular, el prelado subrayó que los tres países están más orientados hacia el norte del Mediterráneo, pero no se comunican entre sí. Esto es típico de las naciones "del hemisferio sur", dijo el obispo, "que viven en la pobreza y bajo gobiernos autoritarios". La gran división en el Mediterráneo es principalmente económica. Nada puede frenar el flujo de emigrantes salvo la lucha contra la pobreza. Como dijo Pablo VI en su encíclica Populorum Progressio: "El desarrollo es el nuevo nombre de la paz".