No sólo en Ucrania: Moscú también desafía a Occidente en el Ártico
Alerta en los países nórdicos por las maniobras del Kremlin en la región. Noruega, en el punto de mira de la inteligencia rusa. Desde hace tiempo, Rusia reclama gran parte del sector ártico. Sin embargo, los soldados desplegados en el norte han sido enviados a combatir en Ucrania. El impacto de la entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN.
Moscú (AsiaNews) - El conflicto en Ucrania está teniendo consecuencias con resultados imprevisibles incluso más allá del Círculo Polar Ártico, una zona de interés estratégico para Rusia. Noruega está preocupada por el curso de los acontecimientos y pone a sus Fuerzas Armadas en alerta máxima. No sólo la agresión en Ucrania hace reaccionar a los habitantes más septentrionales de Europa, sino también el gran e imprevisible activismo de los ciudadanos rusos dentro del país. Actualmente se ve todo tipo de drones sobrevolando el territorio, y algunos rusos ya han sido detenidos y sometidos a interrogatorios para aclarar la situación.
El Primer Ministro noruego, Jonas Gahr Støre, advierte: "en Europa, la situación en materia de seguridad es la más problemática de la última década". Noruega no cree que los rusos tengan la intención de invadir o de involucrarla en operaciones militares con los países escandinavos y bálticos vecinos. Sin embargo, en la OTAN, cuyo secretario es el noruego Jens Stoltenberg, la atención se centra en el cuadro general, que abarca hasta el Ártico.
El ministro de Defensa de Oslo, Bjørn Arild Gram, explicó que el régimen de alerta máxima implica un menor entrenamiento estándar para los militares con el fin de aumentar las operaciones de vigilancia y patrullaje, especialmente en las fronteras con Rusia -terrestres y marítimas- en el extremo norte del país. En esa zona, las fuerzas de seguridad bloquearon drones lanzados por Andrej Jakunin, de 47 años, hijo del ex presidente de los ferrocarriles rusos Vladimir Jakunin, uno de los oligarcas más cercanos a Putin.
También son preocupantes las iniciativas de varios sacerdotes ortodoxos rusos que ejercen su ministerio entre sus compatriotas en Noruega: han comprado terrenos y han creado centros y capillas sin ningún motivo en distintas zonas, incluso lejos de sus propias parroquias. La historia más enigmática es la del "falso brasileño": una persona que decía llamarse José Assis Jammaria, con pasaporte de Brasil, trabajador auxiliar de la Universidad de Tromsø, donde también participaba en el estudio de las amenazas híbridas. Posteriormente se aclaró que en realidad era el ciudadano ruso Mikhail Mikušin, y que sería un agente del espionaje militar del Kremlin.
Todas estas y otras situaciones provocan una gran tensión en la sociedad noruega, en un momento de grandes cambios estratégicos y políticos en la zona del Ártico tras la guerra de Ucrania. Las misteriosas explosiones del gasoducto Nord Stream, de las que Rusia y Occidente se acusan mutuamente, han ido acompañadas de enjambres de drones que sobrevuelan la zona de los yacimientos gasíferos noruegos en el Mar del Norte, uno de los principales objetivos a defender.
Según Pavel Baev, un experto ruso del instituto noruego de análisis internacional Prio, "Rusia lleva tiempo organizando su presencia militar en el Ártico". El analista señala que Moscú "ha creado 'brigadas árticas' y ha adquirido tecnologías especiales, que se exhiben triunfalmente en los desfiles en la Plaza Roja durante las fiestas patrióticas, donde los soldados desfilan con camuflaje ártico". Señala que Putin también ha reconstruido bases soviéticas en la región, además de abrir otras nuevas. Ahora los generales rusos despliegan las brigadas del Ártico en Ucrania, y la presencia de Moscú en el norte se ha debilitado, incluida la Flota del Norte, que ha sido desviada al Mar Negro.
Por todo ello, los ejercicios de la OTAN en el Ártico son motivo de preocupación para el Kremlin, que intenta compensar con acciones de espionaje y sabotaje en Noruega, pero también en otros países como Dinamarca. La entrada de Suecia y Finlandia en la OTAN -que ya parece una decisión tomada- cambia mucho la situación estratégica de toda la zona nórdica, pues reúne en la Alianza Atlántica dos zonas que Rusia siempre ha considerado separadas: Escandinavia y el Báltico. Un escenario aparentemente alejado de los objetivos principales de los actuales despliegues, pero en realidad de gran interés para muchos países, incluida China, principal socio de Rusia en el Ártico.
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