Nabatiyeh: el nuncio en el colegio de monjas, una semilla "de paz y diálogo" en el sur del Líbano
Respondiendo a una invitación de la rama femenina de la Orden libanesa de los Antoninos, Mons. Paolo Borgia visitó el instituto. Se encuentra en una zona dominada por Amal y donde tienen lugar los enfrentamientos más encarnizados entre el ejército israelí y Hezbolá. El prelado transmitió la cercanía del Papa Francisco y sus oraciones por la paz.
Nabatiyeh (AsiaNews) - Mons. Paolo Borgia, nuncio apostólico en Líbano, visita la escuela de las monjas Antonianas maronitas de Nabatiyeh, en el sur del país. Es 26 de febrero y todo el instituto se moviliza para esta ocasión especial, aunque el clima general es de gran incertidumbre: la ciudad, en efecto, es un bastión del movimiento chií Amal y acaba de sufrir un ataque israelí que ha diezmado a una familia de siete personas. También ellos se consideran víctimas "colaterales" de un ataque probablemente infructuoso.
Sin embargo, el representante diplomático de la Santa Sede no parece preocupado: ha querido desafiar -y superar- las aprensiones de sus colaboradores en materia de seguridad, para cumplir la promesa hecha en su día a la superiora general de la rama femenina de la Orden Antoniana, la hermana Nazha Khoury, de visitar la escuela que las monjas dirigen desde hace 70 años. Estos días reciben también a Sor Gérard Merhej, directora de la escuela de Debel, pueblo maronita fronterizo, obligado a cerrar a causa de la guerra.
El internado de Nabatiyeh es un edificio imponente, típico de los años 50, con su estructura rectilínea, muros de piedra tallada y techos altos. Alberga una gran comunidad escolar de al menos 1.200 alumnos y jóvenes, entre los que sólo una parte son cristianos (58 en total), y un ejército de profesores, con o sin velo, supervisados por cinco monjas.
Como para ilustrar la aprensión generalizada de los visitantes y sus huéspedes, de vez en cuando llegan a las instalaciones ecos lejanos de explosiones, así como noticias del bombardeo de un objetivo en Baalbeck. Sin embargo, las visitas no se interrumpen por ello y continúan regularmente, aunque algunos padres, temiendo un incidente imprevisto, se han apresurado a acudir a la institución para recoger a sus hijos. Nada nuevo, las monjas ya están acostumbradas a este tipo de escenas.
La visita comienza, o más bien continúa entre discursos de bienvenida, charlas con los profesores, la intervención de la asociación de padres y una larga fila de niños que agitan banderas y aplauden a su paso, vestidos con los colores de la bandera vaticana. Un saxofonista entona el Ave María, alternando con bailes y canciones folclóricas, secuencias fotográficas y la suelta de palomas, símbolo de la paz, se planta un olivo y se da una larga vuelta por el edificio. La visita del nuncio apostólico representa para todos los presentes un momento de alegría, de acogida festiva, de esperanza, como si -por un momento- se dejara de lado el clima de miedo, guerra y violencia que se ha estado gestando durante semanas. Es como vivir en otra época.
En realidad, el ambiente festivo y el deseo de acogida son los ideales que animan, aún hoy, a la sociedad de Nabatiyeh: una realidad ávida de educación y de valores, pero también de apertura y de progreso social y cultural, que se apoya sin miedo en las hermanas Antoninas para alcanzar el objetivo. "Este es el verdadero signo del Líbano: la unidad en la diversidad", explica a AsiaNews Antoine Ghazal, un joven sacerdote maronita que enseña filosofía en el último curso de secundaria. Cada lunes, dirige una reunión semanal de inspiración cristiana muy esperada y a la que asiste toda la comunidad, y que crece de semana en semana.
Complementariedad familia-escuela
En un discurso improvisado ante el comité de padres, el nuncio subrayó la importancia de la relación complementaria entre la familia y la escuela para educar a los niños en la apertura de espíritu. En esta escuela fundada en 1953 -primero femenina, ahora mixta- en la que Ali y Maroun, Graziella y Zeinab, en la que cristianos y musulmanes se sientan en los mismos pupitres, muchos profesores y miembros de los comités de padres son antiguos alumnos de la escuela. "Que los padres estén siempre al lado de las hermanas es un elemento muy bello y positivo", subraya monseñor Paolo Borgia, que insiste a AsiaNews en que "la escuela está en el centro de la formación cultural, pero sobre todo humana" de una sociedad.
En el salón de actos, delante de todos los presentes, la directora del instituto, la hermana Marie Touma, agradeció al representante del Vaticano que viniera "a una región en peligro"; al mismo tiempo, le aseguró que su visita "alentará la misión de las hermanas de preservar la coexistencia pacífica, tanto interreligiosa como multicultural".
A estas palabras, el embajador del "hombre de blanco" [el Papa Francisco] respondió: "¿Cuál es el futuro que todos quieren para el Líbano? La paz. No hay bien más grande que la paz. Sin paz, no hay respeto por los demás, ni justicia, ni solidaridad. Es el reino de cada uno por sí mismo, y a veces contra el otro. La paz es encuentro, diálogo y bienestar. La paz es vida, es la condición misma de la vida. El odio sólo trae la muerte. Pero si la paz es un don de Dios, también es al mismo tiempo construida con paciencia día tras día por los seres humanos, como el olivo que voy a plantar en el huerto de la escuela, y que necesitará cuidados diarios y estacionales para crecer y dar fruto". " Les invito -añadió el prelado- a mantener siempre viva, en sus corazones, la llama de la esperanza de la paz".
Ahondando en el tema de la visita en un momento de profunda inestabilidad, el nuncio explicó a los alumnos de las clases mayores que le preguntaron que "una visita responde a menudo a la necesidad de animar a alguien, de consolarlo".Al fin y al cabo, la actualidad sigue estando en primer plano: al pasar entre dos filas de alumnos que agitaban banderas, se oyó claramente a un alumno responder a un compañero que le había pedido información: "Al menos no es un judío sionista". Palabras que, mejor que muchas otras, hacen comprender el ambiente tenso y el riesgo siempre presente de división.
"Volví a casa feliz de haber visto a tantos jóvenes educados. Fue un buen día. Estoy orgulloso de las monjas", comentó en privado el nuncio al final de una visita que puede parecer insignificante en comparación con el conflicto y la violencia que se viven en la región, pero que la escuela y la comunidad local recordarán durante mucho tiempo. Una visita que fue acompañada de una donación al instituto y a un profesorado vulnerable por la crisis económica y la guerra,.
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