Médicos indonesios, en contra de la castración química para los pedófilos

de Mathias Hariyadi

La Asociación de profesionales se alinea en contra de la propuesta de ley firmada por el presidente Joko Widodo: “No queremos ir contra la ley, pero no pueden obligarnos a hacer algo que consideramos equivocado”. El médico debe curar, y no causar una disfunción en el cuerpo del paciente. El gobierno no tiene en cuenta los efectos colaterales de la práctica.

Yakarta (AsiaNews) – La castración química no es la medida justa para prevenir la violencia sexual y las violaciones, sino que es una práctica que va contra el juramento hipocrático y que no debiera ser llevada a cabo por personal médico. Es el juicio expresado por la Asociación de Médicos Indonesios (IDI), en relación a la nueva ley, “Perppu nro. 1 año 2016”, buscada por el presidente Joko Widodo, que prevé el tratamiento hormonal para los pedófilos y los violadores.

La medida, propuesta en el 2015, es una revisión de una ley ya existente, la “nro. 23 del 2002”, que se ocupa de la protección de los niños. Ahora los culpables se arriesgan a la pena de muerte, la reclusión perpetua y la castración química. La identidad del agresor será difundida públicamente y, en caso de descontar pena en la cárcel, a su liberación le será adherido un dispositivo electrónico capaz de rastrear sus desplazamientos. La ley ha suscitado las críticas de los activistas en favor de los derechos humanos y de la Asociación de mujeres católicas .

Según el IDI, la castración no es una medida disuasoria adecuada para los casos de violencia sexual, porque no genera un sentido de “arrepentimiento” en los atacantes. Por otro lado, afirma el profesor de andrología Wimpie Pangkahila, “no existen datos fehacientes acerca de cuántas operaciones de este tipo han sido llevadas a cabo en seres humanos. No tenemos idea de cuáles son los pasos que han de cumplirse, aparte del hecho de que existen efectos colaterales que la ley no considera”. Con el impedimento de la producción de testosterona, de hecho, los huesos se vuelven más frágiles y el estómago tiende a “distenderse”.

Según Nugroho Setiawan, sexólogo y andrólogo del hospital Fatmawati de Yakarta, es por estos motivos que la castración química viola el juramento hipocrático: “Nuestra misión como médicos es curar a los pacientes de cualquier enfermedad y no, por el contrario, generar una disfunción en sus potencialidades naturales”. La práctica, por otro lado, “no es permanente, y ha de ser repetida periódicamente, con el riesgo de que se produzcan muchos efectos colaterales. Y además, es un procedimiento muy costoso”.

Ilham Oetama Marsis, presidente del IDI, afirmó: “Nuestra posición es clara. No queremos desobedecer las leyes del Estado, pero tampoco queremos que los doctores nos convirtamos en ejecutores de una práctica que está en contra de nuestra conciencia moral”.

Algunos médicos discuten acerca de la efectiva eficacia de la castración. El Dr. Pingkan Najoan Eunice advierte: “El resultado podría ser incluso el opuesto. Las personas castradas son más propensas a llevar a cabo acciones carentes de control dirigidas contra otros individuos, porque ha sido sustraído, por la fuerza, algo fundamental para su cuerpo”.

La Iglesia católica siempre se ha expresado en contra de la castración química. El P. Siswantoko, de la Comisión Pastoral para los migrantes de Justicia y Paz, explica: “hasta ahora, las penas existentes contra la violencia sexual no han sido eficaces a causa de la corrupción de la policía. Pero el verdadero desafío es cambiar el modo de concebir el problema. La violencia sexual no ocurre sólo a causa del deseo del cuerpo, sino que es provocada, en primer lugar, por el estilo de vida de la sociedad, donde las drogas, el alcohol y la pornografía se hallan por doquier. La mejor solución es, por lo tanto, aquella que empieza educando a la sociedad en una nueva moralidad”.