Myanmar, cardenal Bo: 'Abrazar el amanecer de la paz'
En una carta que difundió el domingo de Ramos, el arzobispo de Rangún hace un llamado a "poner fin a las largas noches de conflicto y de miedo". Pide a Dios que "ablande el corazón de aquellos que están arraigados en la violencia y los haga capaces de abrazar el camino de la reconciliación".
Rangún (AsiaNews)- El domingo de Ramos también abre el camino hacia la Pascua en muchas Iglesias de Asia marcadas por una profunda sed de paz. Desde Myanmar - ensangrentado por la guerra desde hace más de tres años, tras el golpe de Estado del ejército birmano que acabó con las esperanzas de democracia el 1 de febrero de 2021, y que sigue siendo víctima de graves masacres - publicamos este mensaje titulado " Abrazar el amanecer de la paz: un llamado a poner fin a las largas noches de conflicto y de miedo", que difundió hoy el cardenal Charles Bo, arzobispo de Rangún y presidente de la Conferencia Episcopal de ese país.
Queridos hermanos y hermanas amados,
mientras recorremos este camino sagrado a través del tiempo de la Cuaresma, un tiempo para la introspección y la reconciliación, unámonos en respuesta al fuerte llamado a la paz que nace de lo más profundo del corazón del Papa Francisco y resuena en todo nuestro mundo herido. Juntos, arrodillémonos en solidaridad, implorando al Todopoderoso que disipe las tinieblas del conflicto e inaugure un nuevo amanecer de esperanza y armonía.
En nuestras fervientes oraciones, no ignoremos los gritos angustiados de los inocentes, las lágrimas de los oprimidos y los sueños rotos de aquellos que se encuentran bajo el fuego cruzado de los enfrentamientos, sobre todo de nuestros jóvenes. Estamos junto al Papa Francisco cuando exhorta a las naciones a renunciar a la falsa fascinación de la violencia y a abrazar el poder transformador de la paz.
En la solemnidad de la Semana Santa, reflexionemos sobre las enseñanzas eternas de Jesucristo, quien dio ejemplo de la verdadera fuerza a través de humildes actos de servicio. Arrodillándose delante de sus discípulos, lavándoles los pies con profundo amor y humildad, demostró que el verdadero poder no reside en la dominación, sino en la entrega desinteresada a los demás.
Hoy, cuando asistimos a los devastadores resultados de los conflictos en la tierra de Jesús, en Ucrania y en nuestra propio país, elevemos nuestra voz en una ferviente oración por la paz. Imploremos al Todopoderoso que nos conceda el don divino de la paz infundida en la justicia, guiándonos hacia un futuro más luminoso. Reconozcamos los abundantes recursos humanos de que está dotada nuestra tierra y cultivémoslos para hacerlos florecer, en vez de permitir que se marchiten en el torbellino de la guerra. Invertir en la próxima generación significa invertir en una paz duradera.
Que el mundo escuche el claro llamado del Papa Francisco, abrazando el diálogo y la reconciliación como los fundamentos de nuestro camino común hacia la paz. Cultivemos la llama de la esperanza en nuestros corazones, firmes en nuestra determinación de erradicar las fuerzas que dividen del odio y los enfrentamientos.
El Papa Francisco ha invitado a menudo a los jóvenes a no dejar que "les roben la esperanza". Ante los conflictos y problemas que vive el mundo en este momento, debemos reavivar nuestra esperanza confiando en Cristo resucitado, que venció la muerte y nos dio la vida verdadera. Esta esperanza ilumina la vida, vence el desaliento, genera solidaridad y contrarresta todas las semillas de violencia que una cultura de la indiferencia y del conflicto siembra en nuestras sociedades, preparando el terreno para las guerras.
Todos juntos hagamos que el mundo se comprometa a transformar los instrumentos de guerra en instrumentos de paz y todos los temores en una confianza inquebrantable. Que nuestras palabras se hagan eco del lenguaje universal de la fraternidad y que nuestras acciones estén guiadas por la búsqueda de la paz. Y en esta sagrada búsqueda de la paz, invoquemos la gracia divina para que ablande los corazones de aquellos que están arraigados en la violencia y los haga capaces de abrazar el camino de la reconciliación.
Shanthi, Shalom, Paz, Salaam.
*arzobispo de Rangún y presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar
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