Murió el diácono Antonio Santi, primer director de Cáritas Rusia
Dedicó su vida al renacimiento de la Iglesia en Rusia. Vivió 30 años en el país. Siendo joven, tras conocer la Gioventù Studentesca, se unió a la Misión Obrera de Jacques Loew. Su amistad ecuménica con el sacerdote ortodoxo, el padre Aleksandr Men. Para él, la misión contemporánea debe "volver al lavatorio de los pies que el Señor realiza con los apóstoles".
Roma (AsiaNews) - Ayer, 3 de febrero, regresó a la casa del Padre el diácono Antonio Santi, miembro de la Misión Obrera de los Santos Pedro y Pablo (MOPP) dedicado de por vida al renacimiento de la Iglesia en Rusia. El padre Santi vivió en Rusia los últimos 30 años de su vida. Fue el primer director de Cáritas Rusia, la obra que inspirara el nuncio apostólico monseñor Colasuonno en 1990, confiada a Santi al año siguiente, quien la dirigió durante casi 20 años. Incluso después de su servicio en Cáritas, Antonio permaneció en Rusia para participar en la vida de la Iglesia local, llevando el carisma de su comunidad misionera de sacerdotes y diáconos al corazón del tejido social.
El MOPP fue fundado en 1965 por el padre dominico Jacques Loew, fallecido en 1999, un teólogo francés que en los años del Concilio Vaticano II fue de los primeros en proponer el experimento de los "sacerdotes-trabajadores", sacerdotes y diáconos comprometidos con el mundo del trabajo al lado de los trabajadores y los necesitados. En aquellos años el joven Antonio Santi participó en los inicios de la Gioventù Studentesca (Juventud Estudiantil) de Don Luigi Giussani, y le preguntó dónde podía consagrarse, pero en una forma vocacional que no implicase estar encerrado entre los muros de los monasterios o las parroquias. El fundador de Comunión y Liberación aún no había bendecido la apertura de vocaciones específicas en el movimiento, como serían más tarde los Memores Domini o las fraternidades sacerdotales, y le sugirió a Santi que acudiera a las intuiciones de dos grandes amigos: la comunidad de San Juan del teólogo Hans Urs Von Balthasar, o la misión del padre Jacques Loew, a la que Antonio decidió unirse.
Al igual que las Hermanitas de Charles de Foucauld, Jacques Loew fue uno de los pocos misioneros católicos que intentaron hallar la forma de abrirse camino en una Unión Soviética impenetrable. Estos discretos intentos dieron abundantes frutos, sobre todo gracias a la amistad con uno de los grandes "padres espirituales" de la disidencia, el sacerdote ortodoxo Aleksandr Men, capaz de abrir canales de diálogo ecuménico incluso bajo la todopoderosa dictadura comunista de Brezhnev.
Cuando Antonio Santi consiguió llegar a Moscú, gracias al apoyo de la embajada italiana, encontró muchos amigos y colaboradores para sus obras misioneras. Asumió la responsabilidad de Cáritas en el momento en que las caravanas de ayuda humanitaria entraban a raudales en Rusia para suplir las graves carencias provocadas por el fracaso de las políticas de Gorbachov. Los coches humanitarios eran mal vistos por los ortodoxos locales, que sospechaban de intenciones proselitistas por parte de los católicos. Santi tuvo que gobernar el flujo de los vehículos con gran valor, a menudo con intuiciones proféticas, acompañadas también de intentos infructuosos.
Todas las demás estructuras católicas se organizaron en torno a Cáritas. Las parroquias también dependían en gran medida de la generosidad de los benefactores extranjeros. Antonio destacó por su carácter directo y laborioso, y quienes le conocieron fueron testigos de la pasión con la que se comprometía en nuevas iniciativas y aventuras, incluso bastante atrevidas, buscando siempre el bien de la Iglesia y deseando un encuentro efectivo entre las distintas comunidades y confesiones religiosas.
Para Antonio, la comunidad eclesial es como un bosque, donde cada árbol tiene su raíz y cada uno debe arraigarse autónomamente en Dios y crecer con Él; por eso toda comunidad está siempre en continua evolución, y no puede permanecer quieta, para no secarse. En 2008 -año del centenario del nacimiento de Jacques Loew- escribió la "Carta Azul" de MOPP, el editorial anual de la Misión, pese a que era el único representante de la fraternidad presente en Rusia. Consciente del "momento crucial" en la vida de la Iglesia y de la sociedad, Santi propuso volver al lavatorio de pies del Señor a los apóstoles, "cuando el Maestro llega al final de su misión y nos invita a ir con Él hasta el final de la nuestra", alabando a Dios por "la gracia de anunciar juntos el Evangelio en la debilidad y la dispersión". Antonio no era un hombre fácil, pero sabía que "la lucha nunca termina, y nuestra fuerza está en Aquel que ya ha vencido, Jesucristo", una fuerza que su amigo diácono sabía transmitir a todos las personas con las que se encontraba.
17/12/2016 13:14
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