08/06/2020, 15.18
INDIA
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Murió Rohan Kemu, un joven discapacitado de 18 años ‘con olor a santidad’

de Nirmala Carvalho

Por 15 años, vivió alojado en la Casa de la Caridad, que administra una congregación fundada por un sacerdote italiano. “Él nos dio la alegría y la gracia de tocar el Cuerpo de Jesús”. A pesar de sus fatigas, el joven desbordaba entusiasmo. Tenía un fuerte amor por la Eucaristía. Irradiaba alegría.

Bombay (AsiaNews) – Rohan Kemu, un joven de 18 años con discapacidad física y mental, falleció el 4 de junio pasado en la Casa de la Caridad de Uttan, al norte de Bombay. Hasta su último suspiro, las religiosas de la Casa mariana se ocuparon de él, que dejó detrás de sí “un olor a santidad”.

Sor Julie Pereira, la superiora de la Casa, recuerda que Rohan “por 15 años, fue un regalo para nosotros, desde que tenía tres años hasta los 18. Nos dio la alegría y la gracia de tocar el Cuerpo de Jesús”. Sor Julie recuerda que en los últimos 20 días de vida, Rohan tenía fiebre continuamente. Ella lo sostuvo en brazos día y noche, y jamás lo dejó solo en cama: “Me sentaba en una silla, con él en brazos, y rezaba el Rosario de la Divina Misericordia. En esos momentos sentía la presencia de Dios, de Jesús, que me decía: Este soy yo; es mi cuerpo el que estás sosteniendo; haz esto en memoria mía; todo lo que le hagas a él, lo has hecho por Jesús. Rohan nos enseñó a vivir, pese a los muchos sufrimientos, ofreciendo a Cristo el dolor que uno siente. Él nos enseñó a contemplar a Dios y cómo rezarle. Mientras más sufría, más sincera era su oración. Incluso nos enseñó a rezar durante su agonía”. 

La Casa de la Caridad de Uttan (Bhyandar) fue construida en 1992. La congregación de las religiosas de la “Casa Mariana de la Caridad” fue fundada por un sacerdote italiano, el Pbro.  Mario Prandi (1910-1986). Actualmente aloja 11 huéspedes, todos con discapacidades físicas y mentales. El mayor tiene 82 años; el más joven, cinco, pero fue acogido en la casa cuando tenía apenas un mes de vida.

Godfrey Malu es diácono en la parroquia de Nuestra Señora del Mar, en Uttan, y hacía ocho años que conocía a Rohan. “Rohan  –  cuenta a AsiaNews – fue elegido por Dios antes de nacer, para ser una ejemplo de paciencia, resistencia, misericordia y amor a Dios. Si tú lo mirabas, tu corazón se llenaba de compasión, pero ver su entusiasmo, a pesar de sus límites físicos, era algo que te hacía sentir avergonzado”. 

Desde su nacimiento, Rohan sufrió distonía, una enfermedad por la cual ciertas partes del cuerpo sufren espasmos musculares incontrolables, que suelen ser muy dolorosos, causados por mensajes erróneos del cerebro. La madre de Rohan murió cuando él tenía tres años. Su padre era un alcohólico crónico, que le pegaba continuamente sin piedad. 

La gente del pueblo, al ver estos abusos y torturas cotidianos, además del hecho de que el padre no se ocupaba de alimentarlo, pidió a las hermanas que tuvieran la caridad de recibir  a Rohan. 

Los traumas sufridos le habían creado tantos miedos que al principio, cuando las hermanas intentaban hablar con él, se encerraba en sí mismo. Además, las voces masculinas lo aterrorizaban, ya que le recordaban a la de su padre. Si alguien alzaba la voz al hablar, el miedo y la inseguridad enseguida se apoderaban de él.

“Poco a poco – cuenta el Padre Godfrey - a medida que fue creciendo en la casa, junto a los demás huéspedes, que también son discapacitados, él aprendió a gozar de la vida, a ser feliz, alegre, siempre sonriente. 

Lo más bello fue cuando hizo la Primera Comunión junto con los demás niños. Asistió a la clase de catecismo, como todos, y comprendió que Jesús era su amigo y que se ocupaba de él. Su amor a la Eucaristía era tan fuerte que si no le llevaban la comunión, se quedaba contrariado y lloraba. Le gustaba mucho seguir la misa en latín, en la televisión, pero sobre todo le encantaba participar en la misa en maharati y estaba pesente con toda su persona: cuerpo, mente y alma. Sus santos favoritos eran el Padre Pío y Juan Pablo II. Conservaba dos imágenes bajo la almohada: el Padre Pío a su derecha, y Juan Pablo II a su izquierda. Sabía que esos dos santos intercedían por él para que se calmaran sus sufrimientos físicos”. 

A Rohan le agradaban los dibujos animados y el chocolate derretido. Su sonrisa era contagiosa, incluso para los doctores que lo atendían. Algunos pagaban de su propio bolsillo el tratamiento médico y las operaciones a las que necesitaba someterse. 

“Doy gracias a Dios por el don que ha sido Rohan  – concluye Godfrey - porque él me enseñó lo que significa sonreír y decir gracias a Dios, por bendecirnos mucho más de lo que merecemos. Fue un ejemplo viviente de cómo difundir el mensaje de amor de Dios a pesar de nuestros dolores y sufrimientos”.

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