Mumbai, sobreviviente a los pogromos de Kandhamal: He perdido todo, menos a Jesús
Mumbai (AsiaNews)- La Iglesia de la India “es una Iglesia vibrante y activa y el Papa Francisco la ama”. Lo dijo el card. Malcom Ranjith, arzobispo de Colombo, durante la misa que cerró el Congreso eucarístico nacional de Mumbai. Miles de fieles participaron en la celebración eucarística. En los días precedentes, se sucedieron diversos testimonios por parte de los prelados y los fieles del país. Entre éstos sobresale el testimonio de Kanaka Rekha Nayaka, quien sobrevivió a los pogromos anti-cristianos del año 2008.
Después de un conmovedor testimonio, a la mujer se le acercaron y la bendijeron los tres cardenales presentes (Card. Gracias, card. Toppo y Card. Cleemis). Su narración dio la posibilidad al mismo Card. de Mumbai: “Testimonios como este refuerzan nuestra fe y demuestran que Cristo está con nosotros”. “La Cruz es inextricable de la vida de cada cristiano”. A continuación el texto leído por Kanaka, traducción al español a cargo de Asianews.
Soy Kanaka Rekha Nayaka, mujer del difunto Parikhita Nayak. Tengo dos hijos. El 25 de agosto de 2008, alrededor de las 13 Hs., estaba con mis hijos en casa. De repente, una multitud de unas cuatrocientas personas entró en mi aldea gritando eslóganes anti-cristianos. Cuando escuché el ruido, me escapé hacia el bosque con mis hijos. Podía ver el humo de las casas quemadas, no obstante estaba bastante lejos. Estaba preocupada por mi marido que había tomado otra calle. Los violentos rodearon la casa donde él se había escondido. Llevaban tridentes, hachas, cuchillos y pistolas. Habían matado a dos amigos de mi marido. Él los echó y escapó hacia el bosque para salvar su vida.
No pude entrar a mi casa pues la habían quemado. Después de pasar toda la noche en el bosque, fui a la casa de mi madre Raikia, siempre a través del bosque. Allí encontré a mi marido pero, dado que el lugar no era seguro para nosotros, fuimos a la jungla hasta una ciudad cercana. Mi hija lloraba porque tenía sed y por el cansancio. Fuimos hasta la banquina de una ruta para buscar agua y allí esos violentos detuvieron a mi marido.
Enseguida nos rodearon como unas cien personas, armadas de espadas, hachas y pistolas. Comenzaron a insultarnos y a gritarnos. Tomaron a mi marido y lo llevaron a un templo cercano y lo ataron a un palo. Le pegaron de un modo salvaje para obligarlo a negar su fe cristiana. Él les contestó. “Pueden matarme, pero jamás seré hindú”.
Me arrodillé a los pies de los perseguidores y les imploré que salvaran la vida de mi marido, pero no me escucharon. Le pusieron una cadena de bicicleta al cuello y con ésta lo arrastraron por más o menos un quilómetro. Luego le cortaron las piernas y la cabeza. Escapé con mis niños y traté de buscar una comisaría. Informé a los agentes de lo ocurrido, quienes fueron al lugar pero ya no encontraron a nadie.
Tomé el cadáver quemado de mi marido y después de la autopsia, lo sepulté. Sé quién mató a mi marido y también sé que después fue detenido. Pero después de siete años fueron liberados. Tengo miedo de volver a mi aldea, porque me amenazaron.
Perdí mi marido, mi casa, mis bienes pero no he perdido mi fe. Jesús es mi Salvador.
19/11/2015