Moscú y Teherán cimentan una 'alianza sagrada' contra Occidente

de Vladimir Rozanskij

Los iraníes ayudan a Putin con los drones kamikaze Shahed. En principio se utilizan contra la red energética ucraniana, pero también causan estragos en la población civil. Rusia y la República Islámica consideran que Estados Unidos es un enemigo común. Un colapso interno del régimen de los ayatolás también tendría repercusiones para el Kremlin.

Moscú (AsiaNews)- Expertos militares y geopolíticos advierten una “santa alianza contra Occidente” en la ayuda militar iraní a Rusia, que tiene cada vez más dificultades en la guerra de invasión a Ucrania. La conclusión es el resultado de un estudio que llevó a cabo el grupo de información RBC (RusBiznesConsulting).

Desde las primeras sanciones impuestas a Rusia cuando comenzó la invasión en febrero, los medios rusos comentan que su país “se parece cada vez más a Irán”, sometido a la presión de las sanciones de Occidente desde hace décadas, y describen una especie de afinidad natural entre Moscú y Teherán.

La analogía se ha hecho cada vez más fuerte con el paso de los meses y la intensificación de las sanciones. La mayoría de las grandes empresas occidentales han tomado distancia de los negocios tóxicos con los rusos y en este momento Europa está debatiendo di debe aplicar o no la etiqueta de "patrocinador del terrorismo" a Rusia, estatus con el que se identifica a Irán desde hace muchos años.

Después de ocho meses de tensiones era inevitable que los dos "países canallas" se acercaran, no solo a nivel ideológico sino también estratégico, considerando que comparten la misma experiencia del aislamiento internacional y el desprecio por los derechos y libertades de las personas. Rusia e Irán también están unidos en su intento de subvertir el orden mundial, en el que Estados Unidos ocupa una posición predominante.

Los drones-kamikaze iraníes no son solamente un suministro económico-militar, dicen todos los expertos, sino también el ingreso de Teherán en la guerra global, en la que Rusia se enfrenta a la OTAN y Estados Unidos. La evolución negativa del conflicto con Kiev no le permite a Rusia hacer alarde de la "anexión" de una parte del territorio ucraniano, en el que, además, no tiene pleno control.

Moscú debe demostrar su superioridad sobre sus rivales de alguna manera, sobre todo para complacer a la opinión pública interna desconcertada tras un mes de movilización, muy difícil de aceptar para los ciudadanos rusos. Irán ha sido la respuesta a todas las dificultades en este sentido, con la venta barata de una cantidad indefinida de drones. Según el presidente ucraniano Zelenskii, Rusia ha comprado unos 2.400 Shaheds, que constituyen un peligro para la vida de los civiles ucranianos incluso lejos de la línea del frente.

El objetivo de los drones son las infraestructuras energéticas, pero las casas de las personas también quedan destruidas por los impactos, como ourrió en Kiev. Cada ataque es recibido con entusiasmo por los propagandistas rusos, que lo describen como un éxito de la "liberación del nazismo", pero estos éxitos aparentes no tienen demasiada influencia en la evolución del frente de guerra.

Los sistemas de armas como los Shaheds no tienen capacidad para detener el contraataque ucraniano en las zonas en disputa. Solo sirven para sembrar el terror en la población, tal como confirman los analistas del Institute for the Study of War.

Sin embargo, Teherán evita apoyar oficialmente la guerra rusa contra Ucrania, insistiendo en una posición de aparente neutralidad con declaraciones rituales sobre la "regulación pacífica del conflicto", en línea con China y la India. En la reunión que Putin mantuvo en julio con el líder supremo Ali Khamenei, el ataque ruso se definió como "preventivo", dando a entender que Irán era solidario con Rusia. En ese momento se estaba discutiendo la posibilidad de restablecer los acuerdos nucleares de Occidente con Irán, un factor decisivo para la vida interna del país.

Ahora Irán se encuentra sacudido por la protesta de las mujeres, que no solo resulta descriptiva de las opiniones sobre la vida de la población sino también muy incisiva en la crítica a todo el sistema político-ideológico del régimen de los ayatolás. Si Irán explotara, las consecuencias también se harían sentir dentro del búnker del Kremlin.