Monseñor Zhao: combatir el virus ‘elevando los corazones’ con la resurrección de Jesús
Carta pastoral del administrador apostólico de Harbin. La epidemia provoca miedo a la muerte, ansiedad, fragilidad. La resurrección de Jesús "cambia el destino de los seres humanos encadenados a la muerte". Ser "testimonios de alegría" en la sociedad, pero sobre todo hacia los enfermos e infectados. El ejemplo de Don Bosco y la protección de la Virgen María.
Harbin (AsiaNews) - "Levantar los corazones: esta es la forma de combatir la epidemia de coronavirus que está golpeando a China y al mundo, volviendo a "seguir a Jesucristo, la fuente de la vida". Esta es la sugerencia que monseñor Giuseppe Zhao, administrador apostólico de Harbin (Heilongjiang), da a sus fieles. Pero también es una invitación a todos sus compatriotas a "desafiar a los enemigos más fuertes que la epidemia: el miedo, la muerte, la esclavitud, la apatía, el egoísmo, la desesperación, la desconfianza" mientras sufren el aislamiento, el cierre de las ciudades, la falta de máscaras quirúrgicas.
La carta es un verdadero anuncio cristiano de la resurrección en el mismo momento en que en la sociedad china se percibe "la amenaza de la muerte, la ansiedad y el miedo internos [que] revelan la fragilidad de la vida, los límites de la tecnología y la atención sanitaria, el estar sin defensa el ser humano ante su propio destino". “La resurrección de Jesús de la muerte -afirma Mons. Zhao- cambia el destino de los seres humanos encadenados a la muerte; los que creen y siguen a Jesús salen victoriosos de la muerte y comparten la vida de Dios".
La confesión
Para un cambio de corazón se necesita ante todo una buena confesión. "Durante estos días de aislamiento contra la epidemia, tenemos más tiempo para volver a nuestra intimidad más profunda. Es el lugar donde nos encontramos con Dios. La clausura y el aislamiento promueven este momento especial de gracia: dejemos de vivir en la mediocridad y empecemos a reflexionar sobre el sentido de la vida", abandonando "ser arrogantes, despreciar la existencia de Dios, ser esclavos del dinero como ídolo, enorgullecerse del trabajo y la carrera, engrosar la vanidad y los deseos, ignorar egoístamente los sentimientos y las necesidades de los demás, no hablar por el bien común y la justicia, destruir el entorno natural y humano". Todo esto es posible porque "el estilo de Dios en el tratamiento de los pecadores es la compasión.
Ser positivo y acogedor
La certeza que "Dios puede sacar el bien del mal" también hace que se viva la actual epidemia de manera positiva.
Y nos hace "testimonios de alegría" en la sociedad, pero sobre todo hacia los enfermos e infectados: "Ello no son un virus, sino personas, que tienen una dignidad sagrada como nosotros. Nadie tiene más derecho a ser curado que estos hermanos y hermanas que están infectados. Deberíamos hacer todo lo posible para ofrecerles amor, la atención médica más apropiada y rezar por su recuperación". "En esta epidemia, los médicos y enfermeras que están en primera línea han demostrado su ética profesional. Nosotros también deberíamos vivir por amor, trabajando juntos, ayudándonos y amando a los demás”.
Como Don Bosco
La fuerza de la perseverancia viene de escuchar y seguir a Cristo como verdaderos discípulos, tomando a la Madre de Jesús como modelo. La carta concluye con el recuerdo de San Juan Bosco que, en la epidemia de cólera de 1854 en Turín, había "garantizado" a sus muchachos que nadie sería afectado por la enfermedad, siempre que pusieran en práctica no sólo las precauciones médicas sino también las "precauciones" espirituales: "estar en gracia de Dios", "no cometer pecados mortales", "confiar en la protección de la Virgen María". Monseñor Zhao afirma que ninguno de ellos fue afectado por el cólera.
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