Mons. Marcuzzo, el ingreso del patriarca y el Covid-19: ‘una fiesta a medias, pero con participación’
El vicario patriarcal describe el clima de expectativa y participación para el evento, a pesar de las restricciones a raíz de la pandemia. Solo 50 personas estarán presentes en el Santo Sepulcro. Ahora, además de administrador, será un verdadero y auténtico pastor. La Tierra Santa sin peregrinos “es una desolación”; se espera reanudar la actividad “después de Pascua”.
Jerusalén (AsiaNews) - “Una fiesta a medias, que trataremos de que sea lo más concurrida posible” Así comenta los preparativos para el ingreso solemne del nuevo patriarca mons. Giacinto-Boulos Marcuzzo, el obispo auxiliar emérito del Patriarcado Latino de Jerusalén. En diálogo con AsiaNews, el prelado comenta que el evento será el próximo fin de semana: “El clero, las comunidades y los fieles desearían participar, pero no podemos permitirlo”. En Tierra Santa son habituales “los altibajos”, pero en esta época de pandemia, el hecho de que no haya peregrinos ni ceremonias, “es una desolación; esperamos que después de Pascua la situación cambie”.
El flamante patriarca de Jerusalén de los Latinos, mons. Pierbattista Pizzaballa, ex administrador apostólico por sede vacante de la misma circunscripción en los últimos cuatro años, hará su ingreso oficial el próximo fin de semana, en medio de duras restricciones por la pandemia de Covid-19. Conforme a las restricciones sanitarias, las autoridades han difundido una serie de directivas para las celebraciones, que se traducen en una menor presencia y participación. Por ello, el patriarcado ha estado trabajando febrilmente en los últimos días, para que las celebraciones puedan llevarse a cabo con normalidad.
Conversamos con mons. Marcuzzo durante un descanso entre las diversas reuniones. "Para la entrada al Santo Sepulcro, en Jerusalén, la policía impuso un máximo de 50 personas, incluyendo las figuras del Patriarcado, los Franciscanos, el Custodio de Tierra Santa y el Vicario. Ni siquiera el clero podrá estar presente, y habrá un solo representante en nombre de las comunidades más importantes". Para ampliar la participación, continuó, "al término de ese momento, organizamos una ceremonia en la concatedral del Patriarcado Latino, con otro Te Deum y un discurso del Patriarca... Nos hubiera gustado tener una gran multitud, pero tenemos que atenernos a las reglas".
"Mons. Pizzaballa vive estos días tranquilo, sereno, sumergido en el trabajo", dijo el auxiliar emérito. "En estas primeras semanas, su agenda está llena de compromisos eclesiásticos y pastorales -continuó-; el 24 de diciembre, en la vigilia de Navidad, será la entrada a la Basílica de la Natividad en Belén, Palestina. Para la Epifanía, el 6 de enero, estará aquí, en Nazaret; el fin de semana siguiente viajará a Jordania, para la entrada a la pila bautismal en el río Jordán. Luego visitará el reino Hachemita durante dos semanas, para luego ir a Chipre en la segunda quincena de enero; por último, planea algunos compromisos en Europa”.
En los primeros meses el Patriarca "tratará de trazar prioridades, y luego elaborará un plan de acción". Estos primeros cuatro años -explica el Vicario Patriarcal- han sido de carácter financiero, como administrador y ahora como Patriarca también tendrá un perfil de pastor. La comunidad está muy unida, comprometida y activa. Incluso las fiestas y aniversarios programados para los próximos días, desde Santa Catalina de Alejandría hasta Belén y San Nicolás, todo depende de la labor que el Patriarca Pizzaballa estará llamado a realizar".
La comunidad cristiana se prepara para recibir al nuevo Patriarca, incluso en un momento de gran sufrimiento y preocupación. Si bien la pandemia del nuevo coronavirus no ha interrumpido las actividades, sí ha eliminado la presencia de los peregrinos, una fuente vital para la Iglesia local y una contribución fundamental para la economía de los cristianos, de los cuales el 30% vive de la actividad relacionada con la presencia de fieles de todo el mundo. La Tierra Santa sin peregrinos", confesó Mons. Marcuzzo, "es una desolación. Comenzando por la gruta de Belén: antes, siempre estaba llena, había miles de personas; ahora está vacía. Afortunadamente todavía queda una pequeña presencia de franciscanos y fieles del lugar, que animan un poquito los lugares santos".
Pese al contexto de la crisis, "algunos han aprovechado este tiempo para restaurar algunos monumentos o edificios, como la ciudadela de David: cuando los peregrinos regresen, podrán admirar un nuevo museo, con la historia de la Biblia, de la Tierra Santa completamente renovada". "La Tierra Santa está acostumbrada a estos altibajos, pero antes se trataba de guerras, de hechos de violencia ligados a la intifada. Nunca se había llegado a un cierre total y general. Incluso durante las fases más oscuras, en la época de la segunda intifada, se podían ver algunos peregrinos que venían de Galilea a Judea, o de Jordania, y luego había funciones y ceremonias a nivel local". "Si todo marcha bien, esperamos recibir nuevamente a los peregrinos después de la Pascua. No nos resignamos, los lugares sagrados perduran y son eternos... y los peregrinos volverán, y serán muchos".
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