11/06/2018, 16.07
COREA - VATICANO
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Mons. Lázaro You: coreanos del Sur y del Norte constriñen a las grandes potencias a la paz

de Lazzaro You Heung Sik

Para el obispo de Daejeon, existen intereses económicos y estratégicos -en los que están envueltos Japón, Rusia, los EEUU y China- que quieren mantener la península dividida, pero el pueblo coreano desea la paz. Los reclamos de Kim Jong-un: seguridad por su integridad y la asistencia al pueblo del Norte. Moon logró conquistarse la confianza de todos. Para los coreanos del Sur, esta apertura y estos diálogos fueron algo inesperado, quizás hasta soñado. Hay que prepararse para evangelizar el Norte.

Daejeon (AsiaNews) – “El pueblo coreano, tanto del sur como del Norte, quiere la paz, una paz justa. Los límites y frenos provienen de las grandes potencias, que en función de sus intereses, quieren mantener una península coreana dividida. Pero nuestro deseo de paz las ha empujado al evento actual, al encuentro entre el presidente Trump y el líder Kim Jong-un”. Es el análisis simple que Mons. Lazzaro You Heung-sik realiza para AsiaNews, en las horas previas a la cumbre entre los dos líderes, a realizarse en Singapur. Mons. You es obispo de Daejeon y presidente de la Comisión Episcopal para la sociedad.

 

El encuentro de mañana, entre el presidente Donald Trump y el líder Kim Jong-un, era algo imposible de imaginar hasta hace pocos meses. Luego, tras la decisión de realizarlo, hubo una vuelta atrás de parte de Trump. Pero el impulso para su realización provino de la tenacidad con la que se ha llevado adelante el diálogo inter-coreano, en particular, entre el presidente Moon Jae-in y  Kim Jong-un.

El pueblo coreano, tanto del Sur como del Norte, quiere la paz, una paz justa. Los límites y frenos provienen de las grandes potencias, que, en función de sus propios intereses, quieren mantener una península coreana dividida. Pero nuestro deseo de paz las ha empujado al evento actual, al encuentro entre el presidente Trump y el líder Kim Jong-un.

Necesitamos sacudir los corazones, y por este motivo, en varias diócesis de Corea del Sur, hemos organizado algunas novenas, que se concluyen justamente hoy, en la vigilia [de la cumbre]. El Papa Francisco también nos acompaña en este momento, y ayer, en el Ángelus rezó y pidió rezar para que los coloquios de Singapur “puedan contribuir al desarrollo de un camino positivo, que asegure un futuro de paz para la Península coreana y para el mundo entero”.  

Nuestra situación y nuestro futuro dependen de las grandes potencias, de intereses económicos y estratégicos que involucran a Japón, a Rusia, a los EEUU y a China. Pero podemos superar estos problemas, si pedimos a Dios y a María, Reina de Corea, un cambio de corazón, y trabajamos por nuestra reconciliación.

Fueron las grandes potencias quienes quisieron la división y la guerra en Corea. Esto también ha llevado a muchas heridas y a tanto odio entre nosotros. Pero ahora, después de 65 años, ha llegado el tiempo de hallar una paz que sea justa. Ya puede verse que la relación entre las dos Coreas es sincera y que va por el buen camino, [vuelto posible] gracias al empeño decidido del presidente Moon.

También debe decirse que estos diálogos inter-coreanos –y el encuentro de mañana con Trump- también son importantes para Kim Jong-un. Corea del Norte también está evolucionando. No debemos olvidar que Kim Jong-un hizo mucho más por su pueblo, que sus antecesores. Para encontrar soluciones a la pobreza y a la debacle económica, entregó tierras a los campesinos, pidiendo sólo el 10% de sus ganancias como contribución al Estado. En los hechos, esto ha creado un mercado libre, a través del cual los norcoreanos lograr procurarse para comer e intercambiar el excedente por otros bienes y productos. Debe decirse que desde que está Kim Jong-un, ha habido menos muertos por el hambre, y también menos intentos de fuga al exterior.   

Por otro lado, sus predecesores podían vivir como emperadores, ejerciendo el dominio sobre la población. Pero lo cierto es que ahora, en Pyongyang y en Norte, hay cuando menos 4 millones de smartphones (aunque la conexión a Internet siga vedada) y por lo tanto, ya no se puede tener a la gente prisionera y bajo control por mucho más tiempo.  Ya es hora de que el Norte también comience a abrir sus ranuras.

Ante todo, lo que Kim pide es seguridad con respecto a su integridad y ayuda económica para su población. Los EEUU piden que él renuncie, en primer lugar, a las armas nucleares; a futuro, habrá ayudas económicas. En cambio, Kim quiere que las dos cosas vayan de la mano. Espero que, en Singapur, los EEUU acepten esta última solución.

Una última palabra referida al presidente Moon. Él es un gran político, que ha logrado generar confianza con quien sea: con el Norte, con Japón, con Rusia, con los EEUU y con China, e incluso con el pueblo del Sur. Para los coreanos del Sur, estas situaciones de apertura y estos diálogos fueron casi inesperados, por no decir soñados. Y ahora, se aproxima el fin de un clima de guerra y de división.

Finalmente, quisiera resaltar la responsabilidad que tiene la Iglesia de Corea sobre la evangelización del Norte. Como es bien sabido, durante 65 años, la Iglesia de Corea del Norte (hay dos diócesis  y una abadía territorial) quedó cual iglesia sin pastor, en el silencio total. Esto me entristece profundamente. Los misioneros extranjeros que vinieron de Corea del Norte antes de la Guerra coreana, describían a Pyongyang como la Jerusalén del Asia, por las numerosísimas conversiones a Cristo que había en el lugar. Los católicos del Sur debemos pensar seriamente en nuestra labor misionera por los hermanos y hermanas del Norte. Ellos también tienen derecho a escuchar el Evangelio, y a nosotros compete la responsabilidad de ello.  Creo que nuestra labor de evangelización es el mejor servicio que podemos prestar a nuestros hermanos y hermanas del Norte. Para ello, sería necesario prepararnos espiritual y materialmente.

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