Misionero saveriano: Formamos niñas, no esposas; mujeres, no esclavas (Foto)
El p. Sergio Targa fundó el “Kisori Ghoton Prokolpo” (Plan para la formación de las adolescentes), con el cual combate desde hace 15 años el fenómeno de las esposas-niñas. Los matrimonios precoces refuerzan el esquema patriarcal de la sociedad. El sacerdote: “Queremos que las jóvenes comprendan su propio valor. Deseamos hacerlas soñar”.
Khulna (AsiaNews) – “Niñas, no esposas; mujeres, no esclavas”: es con este objetivo que el p. Sergio Targa, sacerdote saveriano (Congregación de S. Francisco Javier) de 55 años, se compromete desde hace 15 años combatiendo el fenómeno de las esposas niñas. Él es el fundador del “Kisori Ghoton Prokolpo”, el Plan para la formación de las adolescentes, con sede en Satkhira, en la división de Khulna (sudoeste del país). A AsiaNews, cuenta: “Queremos dar humanidad, dignidad, respeto. Queremos que las jóvenes aprendan a entender que ellas mismas son un valor y no mercadería averiada, que estén orgullosas de ser mujeres y no sujetadas al esquema patriarcal que permea la sociedad”.
Nativo de Brescia (Italia), el p. Sergio es misionero en Bangladés desde hace 24 años. Con el programa que fundó se bate por la educación de las niñas y contra los matrimonios precoces todavía muy frecuentes en el país. “A menudo los padres- dice- no mandan a estudiar a las hijas porque piensan que sea una inversión perdida, dado que luego irán como esposas a hombres mucho más grandes que ellas y terminarán siendo esclavas de la familia del esposo”.
Recientemente Save the Children publicó los números de esta infancia negada en el país. En el tercer informe anual que lleva por título “Global Childhood Report”, la asociación reporta que el 32,4% de las adolescentes (entre los 15 y 19 años) están ya casadas; de éstas el 84,4% se vuelve madre antes de cumplir los 19 años de edad. Además en general el 17,4% de las menores abandona la escuela en los primeros años de estudio.
El sacerdote explica que el problema de los “matrimonios precoces es más o menos marcado según las varias comunidades que componen el país. La población es heterogénea, formada por el 98% de etnia bengalí y el 2% por tribales. Dentro de la comunidad bengalí, prescindiendo de la religión que se profesa o del dialecto que se habla, está radicada la división de casta y entre los grupos. Los miembros del grupo tienden a unirse en matrimonio con los pertenecientes al mismo grupo”.
Más en general, grega, “existe una tendencia a hacer casar a las mujeres jóvenes con hombres más ancianos de al menos 15-20 años. El origen de esta tradición es de datar a las ‘Leyes de Manu’, un antiguo tratado de derecho hindú redactado entre el siglo II A.C y el II D.C, en el cual se afirma que la tarea del padre es dar en esposa a la hija inmediatamente después de su desarrollo sexual. Por lo tanto, si una mujer permanece en casa después de 11-12 años, es como si el padre recayese en una culpa. Lamentablemente esta idea está radicada en la cultura, en la cabeza”.
“Luego hay otros motivos- continúa- que apoyan esta tradición. El primero es el honor: más se tiene en su casa a una niña más se arriesga que ésta se escape con un joven de su edad, trayendo el deshonor no sólo sobre la familia, sino sobre todo el grupo. El segundo es la dote: más la niña crece y más el padre deberá pagar para darla en esposa a la familia del esposo”.
Sea como sea que vaya la cosa, “el fin de la joven será siempre una sola: ser la esclava del marido y de los padres de él”. Esta dinámica, subraya el p. Sergio, “es difícil erradicar porque es sobre esta base que se perdura y se refuerza el entero sistema patriarcal en la sociedad y a nadie interesa que la situación cambie”
Pero, no todos quieren negar a las niñas el derecho de vivir la propia vida con dignidad. Es por esto que el p. Sergio creó el programa de formación para las adolescentes: “Trabajamos con el grupo de los ‘rishi’, o sea de los que ex fuera de casta y que por tradición están dedicados a desollar a los animales. Dos señoras van a los pueblos y se dan cuenta cuáles son las jóvenes que necesitan ayuda. Nuestro plan ayuda económicamente a 120 jóvenes entre los 11 y los 15 años. Las ayudamos en las aldeas y luego nos reencontramos cada dos meses para ver a qué punto está la situación. Creamos una relación de confianza también con los padres. que al inicio de año firman una promesa con la cual se comprometen a no dar como esposas a la hija. También en este caso, mantener una promesa es una cuestión de honor”.
“Hacemos todo esto”, concluye el misionero, “para que las adolescentes sean conscientes de su propio valor, para hacerles entender que existen recorridos alternativos además del matrimonio en joven edad. Deseamos hacerles soñar”.
21/05/2020 15:01