Misionero del Pime: La trata de seres humanos, plaga de Tailandia financiada por el Occidente
Bangkok (AsiaNews)- La Iglesia católica es una "realidad pequeña, los fieles son el 0,5% sobre un total de 67 millones de habitantes, pero bajo ciertos aspectos vale más del 50%, porque ha sabido crear una conciencia crítica, poniendo al centro de la atención problemas por largo tiempo escondidos". Entre éstos están la explotación de los trabajadores, el mercado de la prostitución y la trata de seres humanos, estas formas modernas de esclavitud "alrededor de las cuales ha hecho nacer un debate crítico y puesto principios éticos rigurosos". Es cuánto cuenta, a AsiaNews el p. Pelosin, sacerdote del Pontificio Instituto Misiones Extranjeras (Pime), desde hace 36 años en Tailandia. Él gastó su vida y su misión viviendo en las favelas de la periferia de Bangkok, salvando niños de las violencias sexuales, teniéndolos lejos de los traficantes y de la criminalidad organizada. Desde mayo de 2013, el arzobispo de Bangkok (neo cardenal), mons. Francis Xavier Kriegsak Kovitahvanij. Le confió el cuidado de la parroquia de S. Marcos en Pathumthani. En preparación a la Jornada de oración y reflexión contra la trata de personas, que la Iglesia celebra el próximo 8 de febrero, Asianews recoge y presenta una serie de testimonios sobre la emigración y la trata de seres humanos en Asia. Un fenómeno que interesa de cerca a Tailandia, cruce del tráfico de seres humanos y (todavía hoy) uno de los centros más florecientes en lo que se refiere al mercado de la prostitución. Un fenómeno que, en el último período, parece haber cambiado bajo algunos aspectos.
Nos cuenta el p. Pelosin: "La iglesia thai está moviendo y tanto ha hecho a través de las congragaciones religiosas femeninas, en particular la Ursulinas, que han trabajado mucho en este sector, apuntando sobre todo en la sensibilización de la gente". En todas las diócesis y parroquias, agrega, hay "grupos de mujeres católicas que denuncian el problema" de la trata, de la esclavitud sexual, involucrando a "mujeres y niños, los sujetos más a riesgo". Una obra, confirma el misionero del Pime, que llevó "a una mayor toma de conciencia, al menos entre las mujeres thai, de su dignidad, de su valor".
Hoy, de hecho, frente a un mercado de la prostitución que aumenta en muchas partes del país, concentrándose en la capital, Bangkok y en los lugares turísticos más conocidos como Pattaya, en el sur, parecen haber cambiado las dinámicas y las víctimas de los explotadores. Gracias a la obra de sensibilización, refiere el p. Pelosin, hay siempre menos jóvenes thai que se prostituyen: hoy la mayor parte de las esclavas del sexo son "laotianas, birmanas, chinas y de otras proveniencias de los ex estados satélites de la unión Soviética".
Los explotadores, en cambio, son siempre los mismos. "no son tailandeses, sino europeos y occidentales sin escrúpulos" nos dice el misionero, el cual subraya que la trata, la explotación no son sólo un problema de Asia. El Occidente está involucrado explica, "en el sentido que de allí llega la demanda de prostitutas, muchas de las agencias que trafican son dirigidas por occidentales, por lo tanto no se puede decir que sea un fenómeno thai, del Oriente. Es un comercio creado por los occidentales, japoneses, chinos y ahora muchísimos rusos, nuevos propietarios de locales, karaoke, centros de masajes. El mundo occidental en ciertos sacos es incapaz de ver y reconocer la dignidad de las personas, de todas; pero sobre todo de las mujeres. Y no exporta sólo derechos, sino también explotación".
Entre las tantas, el p. Pelosín recuerda la historia de Rose 8nombre ficticio, para tutelar su privacidad), que a los 22 años fue vendida por el padre a un burdel de la capital, donde la joven debió prostituirse por 5 años. El hombre retiraba cada mes un porcentaje (5 mil bath) de las ganancias de la hija, ya madre de un niño pequeño, para pagar deudas anteriores. "Las muchachas se sienten responsables hacia la familia, en relación con el padre- explica el misionero- y soportan, ciertamente no voluntariamente, sin embargo lo hacen y con un cierto grado de condescendencia". Gracias al compromiso del sacerdote y de la Iglesia la joven, terminada en un segundo momento en un tráfico de drogas en el sur, logró escapar de sus explotadores y pudo reconstruir su vida junto a un hombre. "Se casó y tuvo otro hijo, el tercero, después de haber abandonado al segundo cuando aún estaba involucrada en el mundo de la droga y de la prostitución. El pequeño fue recibido por una familia católica de la zona".
"Estas historias acontecían hace muchos años- dice el p. Pelosin- con las chicas thai, pero ahora la obra de sensibilización de la iglesia ha determinado una drástica reducción del fenómeno. Pero, lamentablemente, ahora sucede lo mismo con las jóvenes laotianas traficadas ilegalmente al país". Gracias a grupos de religiosos y religiosas católicos, las instituciones ahora son "más responsables y despiertas", si bien Bnagkok "es siempre un centro para la trata de mujeres y niños al cual se agregó, en el último período, también el tráfico clandestino de órganos vendidos por dinero". El compromiso difundido por los católicos en las últimas semanas permitió hacer conocer la Jornada contra la trata de personas del 8 de febrero, también fiera del ámbito cristiano. "Las escuelas dirigidas por las hermanas- concluye el misionero- son frecuentadas por más de 100 mil estudiantes, muchos de los cuales no son católicos; problema que se trató de esconder por demasiado tiempo. En cambio, la Iglesia exhorta a reconocer y enfrentar los problemas, no escondiéndolos".
05/02/2015
12/09/2022 15:09