Miles de docentes iraníes protestan en las calles contra los arrestos de colegas y por salarios dignos
Manifestaciones en Teherán y otros centros como Ahvaz, Sari, Rasht, Sanandaj y Kermanshah. Las fuerzas de seguridad intervinieron, arrestando a cerca de cien activistas. Los sindicatos, acusados de ser entidades "enemigas" y a sueldo de gobiernos extranjeros, para alimentar el descontento.
Teherán (AsiaNews) - Los docentes están en primera línea en la lucha contra la política del gobierno iraní encabezado por el presidente Ebrahim Raisi. Ayer, miles de educadores salieron a la calle para expresar el descontento popular, provocando una dura respuesta de las autoridades. Docentes de todos los niveles se manifestaron en diferentes zonas de la República Islámica, continuando con la protesta popular que anima las plazas desde hace tiempo, exigiendo "una vida digna" y "la liberación" de sus colegas detenidos que hoy "languidecen en las cárceles del Estado".
Los manifestantes marcharon en la capital, Teherán, y en varios centros importantes, como Ahvaz, Sari, Rasht, Sanandaj y Kermanshah, rodeados de imponentes medidas de seguridad y bajo la mirada de policías con equipo antidisturbios y agentes de inteligencia vestidos de civil. Según los sindicatos, a las pocas horas de iniciarse las concentraciones, las fuerzas de seguridad intervinieron, deteniendo hasta 100 activistas conocidos en todo el país. Al menos 60 fueron arrestados en la ciudad sureña de Shiraz, en lo que parece ser una medida preventiva para minimizar la magnitud de las manifestaciones.
Los docentes corearon eslóganes y cantos, como "preferimos la muerte a la humillación", sin escatimar críticas -incluso duras- contra el presidente Raisi por sus "mentiras" y "muchas promesas que han caído en saco roto". Los manifestantes acusaron al presidente iraní de arrastrar a la clase media muy por debajo de la línea de pobreza en menos de un año de gobierno.
“Los empleados públicos, los trabajadores, los docentes y los pensionados", se lee en un documento publicado en el marco de la protesta, "han perdido la fuerza para luchar contra una inflación que ya es imparable". Y el poder adquisitivo [de los salarios] disminuye cada día que pasa". Los profesores recordaron entonces la larga serie de manifestaciones de los últimos meses por parte de diversos sectores de la sociedad, azotados por un coste de la vida insostenible, producto de políticas "erradas". También cuestionan que se recurra a "medidas violentas y extremas" contra quienes levantan sus "gritos de protesta", y que se esté torturando a los colegas en la cárcel para extraer confesiones.
La televisión estatal iraní emitió recientemente un breve documental en el que se describe al sindicato de docentes como una entidad enemiga, dedicada a actividades de sabotaje, y financiada por agencias de inteligencia extranjeras. Los sindicalistas desmienten todas las acusaciones y dicen que se trata de una "campaña para enlodar" y reprimir el descontento popular. El aparato de inteligencia, concluye la nota, promueve la narrativa del "espionaje" sólo para tener un pretexto para una represión aún más dura y la posterior eliminación de los movimientos vinculados a la sociedad civil.
La crisis económica, el aumento de los precios y los recortes en los subsidios han convertido a la nación en un polvorín que podría estallar o ser reprimido con la muerte y las detenciones, como ocurrió en 2009 o, 10 años después, en otoño de 2019. Pero la situación difiere del pasado, porque la gente ya no está dispuesta a tolerar la crisis para alimentar la propaganda oficial. Esta gestión de la crisis podría tener un alto costo en un marco político, económico y social que ya se califica de "explosivo" y en el que ya hay varias víctimas.
Lo que desencadenó el descontento fue la decisión de recortar las subvenciones a los granos y cereales, con aumentos de hasta el 300%. Casi la mitad de los 85 millones de habitantes viven por debajo de la línea de pobreza, y de poco sirven las razones esgrimidas por las autoridades, que vinculan la subida de precios a la guerra de Ucrania y a la crisis mundial de los bienes y el transporte. A ello se suman las opciones ideológicas de una clase dirigente percibida como corrupta e incompetente, que despilfarra fondos y recursos en su programa de armas nucleares y misiles balísticos.