27/09/2017, 14.22
NEPAL
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Miles de Rohingyá están ‘seguros’ en Nepal, pero el enemigo es el hambre

de Christopher Sharma

El país no les reconoce el status de refugiados ni les otorga el permiso de trabajo. Prófugos: sabemos que Nepal es un país pobre, pero así estamos muriendo. Ministro nepalés: no hay una solución inmediata.

Katmandú (AsiaNews)- Miles de familias de musulmanes Rohingyá lograron ponerse a salvo en Nepal. Sin embargo, el país -pobre y de dimensiones limitadas- les niega el estatus de refugiados y el permiso para poder trabajar.

Nepal no está entre los Estados miembros de la Convención de la ONU sobre los refugiados, firmada en 1951,  y tammpoco en el protocolo de 1967 vinculado a ésta; sólo  reconoce la protección a los tibetanos y butaneses. No obstante esto, el alto comisariado de la ONU para los refugiados (UNHCR) logró construir algunos campos de refugiados para los Rohingyás que huyeron de Myanmar a través de Bangladesh y la India. Después de las restricciones sobre los fugitivos decidida por India,  más de 40 mil abandonaron el país dirigiéndose a Nepal.

Salauddin Khan, huesped en uno de los campos de la UNHCR afirma: “Nosotros no pedimos más que vivir… sabemos que Nepal es un país pobre, y que casi 40 millones de nepaleses trabajan en el extranjero. Pero nosotros tenemos una sola vida y no queremos morir. Si Nepal pudiese reconocernos el status de refugiados, podríamos trabajar aquí, incluso haciendo trabajos humildes y ganarnos lo suficiente para vivir. ¿Por cuánto tiempo podremos vivir con nada más que dos comidas regaladas?”.

Riya Khatun, madre de tres niños, dice. “Mi marido fue asesinado en Myanmar y yo vine a Nepal con mis hijos. Dejemos por el momento de lado su instrucción y su futuro, ahora me preocupa cómo darles de comer”. También ella es consciente de los problemas de Nepal, pero lse queja de que es “más difícil vivir en un país sin estatus alguno. Nosotros estamos más seguros en Nepal que en la India o en Bangladesh, en el sentido de que ninguno trata de matarse, pero sufrimos más, sin dinero, comida ni permiso de trabajo”.

Abu Takir, joven Rohingyá de 18 años, que está en Katmandú, narra “Ninguno nos ataca, pero estamos muriendo en cadenas, sin reconocimiento legal o trabajo para ganar”.

Los Rohingyá son considerados por la ONU como “la minoría más perseguida en el mundo”: no están entre las 135 etnias reconocidas por el gobierno birmano y son por esto apátridas -sin derecho a la ciudadanía ni al voto, sin adecuado acceso a la instrucción y a la salud y sin derecho a la propiedad.

El  25 de agosto pasado, el Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA), un grupo revoltoso que lleva años instruyéndose,  realizó una serie de ataques que han desencadenado la respuesta violenta de las fuerzas armadas birmanas.

Mientras tanto, la ley de Nepal castiga cada día de permanencia, tras expirar la visa turística, con una multa de 6 dólares americanos. Un individuo que se quede 4 o 5 años podría encontrarse con una deuda de miles de dólares. Y, entonces él podría ser recibido en un país tercero, pero jamás podría llegar a pagar antes la multa.

Janardan Sharma, ministro nepalés de asuntos Internos, comenta: "No es algo de lo que pueda ocuparse el Ministerio. Lo único en lo que podemos ayudar, es no persiguiéndoles con la policía. El gobierno debiera decidir en base a las propias leyes y prácticas. No podemos hacer nada en lo inmediato”.

 

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