Manila, Día del Emigrante en las diócesis de las que parte
El gobierno filipino calcula que en 2023 sus propios trabajadores en el extranjero alcanzarán de nuevo los 2 millones. La Iglesia recuerda sus sacrificios y prevé la creación de una prelatura personal para su atención pastoral en el mundo. Junto a ellos -en el mismo Día- se presta atención también a los marinos, cuyo trabajo durante largos períodos en el mar es a menudo olvidado por todos.
Manila (AsiaNews) - La Iglesia filipina también celebró el domingo 24 de septiembre el 28º Día Nacional de los Marinos al mismo tiempo que el Día Mundial del Migrante y del Refugiado, rindiendo homenaje a todos aquellos que contribuyen a la construcción de la nación a través de sus remesas y sacrificios. "Libres para elegir si emigrar o quedarse" - el tema indicado por el Papa Francisco para el Día de este año - desafía particularmente a un país como Filipinas.
Con la pandemia, el número de trabajadores migrantes filipinos había disminuido ligeramente, pero según las estimaciones oficiales del Gobierno, en 2023 es probable que su número total vuelva a alcanzar los 2 millones (frente a los 1,77 millones de 2020 y los 2,3 millones de 2018). Según los datos oficiales más actualizados, sólo en mayo de 2023, las remesas personales de los filipinos residentes en el extranjero alcanzaron los 2.780 millones de dólares. Esto supone un aumento del 2,9% respecto a los 2.700 millones de dólares registrados en el mismo mes del año anterior. Sin embargo, a pesar de la riqueza que producen para el país, el coste social de la emigración es elevado, al igual que los riesgos a los que se enfrentan en el lugar de trabajo. Algunos sufren malos tratos, injusticias o incluso una muerte brutal, como en el caso de Jullebee Ranara, trabajadora doméstica filipina asesinada en Kuwait y cuyo cadáver fue descuartizado y escondido en el desierto.
"Pero el largo tiempo que los matrimonios pasan separados también es un gran problema para los trabajadores filipinos en el extranjero, con el riesgo de que la familia se deshaga", comenta el verbita P. Bel San Luis. "Cuando uno ve estas dificultades, se pregunta si el dinero ganado en el extranjero vale la pena. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde a su familia?". "Estamos muy agradecidos a nuestros trabajadores por todo lo que hacen por nuestro país", concluye el P. Bel San Luis, "pero rezamos con fuerza para que Dios les ayude a resolver los problemas morales y familiares a los que se enfrentan en su camino hacia una vida mejor".
Desde hace un par de años, la Conferencia Episcopal de Filipinas debate la posibilidad de establecer una prelatura personal para los emigrantes filipinos en el mundo. Y en el mensaje difundido con motivo de la Jornada, Mons. Narciso Abellana, obispo de Romblon, espera que esta propuesta se haga realidad. "Esta estructura eclesiástica -explicó- podría ser muy útil para llegar a los emigrantes filipinos, especialmente a los que viven en territorios sin capellanías católicas".
Por su parte, el obispo de Cubao, Mons. Honesto F. Ongtioco, reiteró que los emigrantes y los marinos son los héroes modernos no reconocidos del país. La Iglesia les agradece su sacrificio y su contribución a la nación. También rezamos por su servicio como testigos de la fe allí donde estén".
Otra cara importante de la mano de obra migrante en Filipinas es la de los marinos y, por ello, desde hace 28 años en Filipinas se les presta especial atención por parte de Stella Maris de Manila, una institución caritativa católica que ayuda a los pescadores y a sus familias en el país. En Filipinas hay 1,3 millones de pescadores nacionales, además de unos 25.000 pescadores filipinos empleados como tripulantes en aguas internacionales.
"Nos encanta comer pescado, pero a veces olvidamos que sin pescadores no hay pescado. Quizá no somos conscientes de que muchos pescadores viven y trabajan en sus barcos en condiciones que pueden ser de hacinamiento y congestión", recuerda el padre Paulo Prigol, misionero scalabriniano. Las dificultades pueden incluir largos periodos lejos de casa y agotadoras horas de trabajo, dificultades para acceder a alimentos adecuados y agua potable, y la ausencia de instalaciones recreativas cuando los pescadores no están de servicio. Los pescadores se sacrifican para llevar sabroso pescado a las mesas de la gente. "Quizás damos por sentada la dura realidad de los pescadores", comenta el P. Prigol, "para muchos pertenecen a la categoría de olvidados. Para la Iglesia, sin embargo, son una categoría especial que necesita atención específica".
Foto: Un momento de fraternidad entre las familias filipinas emigrantes de la diócesis de Imus con motivo de la Jornada Mundial celebrada ayer.
28/02/2023 11:39