Macron se reúne con Fairouz, único símbolo del Líbano unido

de Pierre Balanian

Para celebrar los 100 años del nacimiento del Gran Líbano, el presidente francés viajó – por segunda vez en un mes – al país de los cedros. Inmediatamente después de aterrizar, el mandatario se dirigió a la mansión de la cantante más amada y escuchada del mundo árabe. En el día de ayer, se designó un nuevo primer ministro, Mustafa Adib.

Beirut (AsiaNews) - En el centenario del nacimiento del Gran Líbano, el país atraviesa una profunda crisis económica, política y social. Las explosiones del 4 de agosto en el puerto de Beirut han causado daños estimados en 8 millardos de dólares, que incrementarán la deuda del Estado y la pobreza de la población. En tanto, el centenario constituye una oportunidad para repensar el Líbano. El patriarca Beshara Raï pide un país que practique una “neutralidad activa”, para no dejarse sacudir por cualquier tensión que rija en el Oriente Medio; el presidente Michel Aoun propuso un Estado “laico”, que abandone las divisiones confesionales. Incluso Nabih Berri, presidente perenne del parlamento desde 1992, aprobó la superación del confesionalismo en los cargos, a sabiendas de que el partido chiíta igualmente contaría con una mayoría numérica. En esta situación, ayer hizo su arribo a Beirut el presidente Emmanuel Macron. Él también pidió, después de su visita del 5 de agosto – inmediatamente después de las explosiones - que el Líbano promueva reformas. Y ayer, pocas horas antes de su llegada al país, fue designado Mustafa Adib en el cargo de primer ministro. Adib, de 48 años fue embajador del Líbano en Alemania.

El Líbano tiene tres símbolos: los cedros, ya en vías de extinción; la bandera, que ya ha sido sustituida por los estandartes de partidos antagonistas; y la inmutable diva del Líbano y del mundo árabe: Fairouz.

Y esto es algo que bien sabe el presidente francés Emmanuel Macron, ya que anoche llegó al país e inmediatamente se encaminó a la mansión de Fairouz.

Fairouz es la “Madre” de todos los libaneses y ha sido definida como “nuestra embajadora entre las estrellas”; y en el mundo árabe como “la voz angelical”. Es la cantante más amada y escuchada del mundo árabe : no hay capital árabe que no se despierte con el sonido de su voz al iniciar la jornada, y esto sucede desde el extremo Magreb hasta el extremo Mashrek. Es la única cantante que decidió no huir del país en los años más crueles de la guerra civil, y es el único testigo, a través de sus canciones, del camino de gloria y miseria del Líbano, desde su independencia hasta hoy.

Además, es la única artista árabe que jamás cantó para un político o para un monarca. Sus canciones son para el Creador del universo, para la tierra, la Patria, el cielo, las montañas, el amor sufrido, traicionado y raro. Fairouz canta con el alma de su pueblo y la exterioriza con su voz. A través de la materia, Fairouz canta lo Eterno.

En un mundo que quiere figurar, imponer sus propias ideas, ella se destaca por su modestia, por la ausencia de reflectores, a pesar de que siempre ha estado presente en la mente, en los corazones y en los oídos de todos, varias veces al día. No hay mañana que vea la luz sin la compañía de su voz en las estaciones de radio y en la televisión: no hay dolor, guerra, ni bombardeo que no vislumbre su promesa de tranquilidad: “resurgiremos”, “volveremos”, “no existen cárceles capaces de contener a todos” , “continuaremos con los que permanezcan”; no hay alegría donde no resuene, también, su voz. Apenas concluyó la guerra civil, con su concierto en el atormentado centro de Beirut, el país comenzó nuevamente a reconstruirse.

En el 2000, en una de sus últimas apariciones en público, en el Festival de Beiteddine, fue ovacionada durante 25 minutos, con fuegos artificiales y una lluvia de pétalos de rosa. En los 100 años del Líbano. Fairouz es la única persona que ha unido a todos los libaneses; sunitas, chiítas, maronitas, drusos, armenios, melquitas, kurdos, alahuitas, ortodoxos y protestantes.

Cristiana creyente, hasta hace pocos años ella no dejaba que faltase su voz en cada Viernes Santo, de rodillas en el santuario de la Virgen de Harissa, para glorificar el dolor de María y la muerte del Hijo. Nacida en un barrio pobre, en Zkak el Blat, Nuhad Hadad, Feirouz luego vivió con su familia en una habitación, en una casa dividida por un patio, junto a otras familias armenias pobres. Comenzó como solista en la iglesia, para luego cantar en la Radio estatal, donde conocería a los hermanos Rahbani, dos compositores. Se casará con uno de ellos, Assi, y el trío marcará la canción moderna libanesa; breve, alegre, llena de esperanza. En pocos años, invadió el mundo.

Anoche, el presidente Macron pasó una hora y 15 minutos con esta señora de 85 años. Al salir, en declaraciones a los periodistas que lo esperaban, él la definió como “hermosa y extremadamente fuerte”. Y agregó; “Le he prometido, como vuelvo a hacerlo delante de ustedes, que haré todo lo que esté a mi alcance para aplicar las reformas y dar al Líbano lo mejor. Prometo que no los abandonaré”.

“Hablé de cuánto representa ella el Líbano – continuó - ese Líbano que amamos, y que todos anhelamos, de la nostalgia que tenemos”.

Fairouz, un icono nacional, siempre ha marcado las etapas del “renacimiento libanés”, que se ha dado en varias oportunidades. En tanto, desde ayer, el país tiene un nuevo gobierno. El nuevo primer ministro es el ex embajador del Líbano en Alemania, Mustafa Adib. En las últimas tres décadas jamás se vio un gobierno libanés nombrado en tiempo récord. ¿Tiempo de cambios? Quizás. Los libaneses anhelan esto.

Mientras tanto, Fairouz une y canta: “Para Beirut, una gloria de cenizas; para Beirut, la sangre de un niño llevado en sus brazos; los heridos de mi pueblo hicieron florecer las lágrimas de sus madres. ¡Beirut, eres mía! Abrázame”.