Lukašenko aplaude a los ortodoxos y acusa a Kondrusiewicz
En una reunión oficial con Venjamin, el nuevo metropolitano ortodoxo de Minsk, el presidente bielorruso valoró la contribución de la Iglesia ortodoxa. Por otra parte, denunció al metropolitano católico en el exilio, que en su opinión había ido a Polonia "para consultas sobre la manera de destruir nuestro país". No a los sacerdotes extranjeros (católicos) en Bielorrusia. Sobre una posible invitación al Papa Francisco para una visita al país, "la invitación debe venir del Jefe de Estado junto con la Iglesia Ortodoxa". El presidente "defensor de la fe" siempre se ha declarado "ateo ortodoxo".
Moscú (AsiaNews) - A pesar de la violencia del Estado, la avalancha de protestas y huelgas en el país no se detiene. Por eso, el controvertido presidente bielorruso Aleksandr Lukašenko intenta apelar a la Iglesia ortodoxa como la última ancla de salvación, acusando en cambio al metropolitano católico Tadeusz Kondrusiewicz. Lukašenko declaró que "siente un gran respeto por el mundo confesional del país", y que se enorgullece de haber sido jefe de Estado en el momento de su formación, durante el "renacimiento religioso" de estas décadas. "No entregaremos a nadie en bandeja nuestro mundo interconfesional, siempre vamos a defenderlo", dijo el jefe de Estado, afirmando que él había garantizado el equilibrio confesional, a pesar de "algunos errores que se hayan cometido". Pero la relación con las distintas confesiones depende del apoyo que reciba de ellas.
Ayer, 2 de noviembre, el Presidente se reunió con el nuevo metropolitano ortodoxo de Minsk Venjamin (Tupeko), exarca patriarcal de toda Bielorrusia. El encuentro tuvo lugar de manera oficial en el Palacio de la Independencia, donde el nuevo metropolitano fue recibido por primera vez. La reunión se había decidido a principios de octubre, cuando Lukašenko y Venjamin coincidieron en la inauguración de la iglesia de una localidad agrícola en las afueras de Minsk.
En tono de amenaza,Lukašenko declaró que "si una organización cualquiera de Bielorrusia, ya sea social o religiosa, intenta destruir al Estado, obviamente me veré obligado a reaccionar". Y se refirió de manera explícita al metropolitano católico monseñor Tadeusz Kondrusiewicz, a quien expulsó a Polonia, donde, según Lukašenko, "acudió a consultas sobre la manera de destruir nuestro país". El presidente comparó después el comportamiento de los católicos con el de los musulmanes, “que nunca han creado problemas; en todas las elecciones, los musulmanes siempre han apoyado a las autoridades, prácticamente al cien por ciento, expresándose a mi favor como presidente… nosotros no haremos como Macron en Francia, porque no permitiremos que se ofenda el sentimiento de los creyentes”.
El presidente prometió ayudar a las Iglesias durante la pandemia: "Las parroquias se han empobrecido mucho, porque poca gente va a la iglesia, aunque no las hayamos cerrado y no las cerraremos, porque ante cualquier desgracia hay que ir allí a rezar. , para que el Señor nos ayude ... Ni siquiera durante la guerra cerramos las iglesias”. Afirmó que si bien valora todas las iglesias y confesiones religiosas, considera que "la base de la paz religiosa en el país sigue siendo la Iglesia Ortodoxa, debido a sus gigantescas dimensiones en comparación con otras religiones". Los ortodoxos, con más de 1.700 comunidades, constituyen aproximadamente la mitad de las asociaciones religiosas del país. La Iglesia Católica, que está presente sobre todo en las regiones occidentales, tiene alrededor de 700 parroquias en cuatro diócesis y más de un millón y medio de fieles.
Para Lukašenko, el mérito especial de la Iglesia ortodoxa respecto de otras confesiones, radica en "no invitar a ministros de culto de países extranjeros, incluso si faltan sacerdotes ... He señalado este problema en varias ocasiones al Papa de Roma, tanto al actual como a su predecesor. ¿Cómo podemos aceptar sacerdotes de Polonia cuando Polonia toma posición contra Bielorrusia? No es coherente”, insistió Lukašenko; en su opinión, "es necesario poner más empeño en preparar sacerdotes católicos propios en Bielorrusia".
El presidente también insinuó la posibilidad de invitar al Papa Francisco para que visite Bielorrusia: "Se discute mucho sobre la posibilidad de invitar al Papa de Roma y quiero hacer saber lo que yo pienso: el Papa es el jefe de un Estado y de una Iglesia, por lo tanto, si quiere visitar nuestro país, la invitación debe venir del Jefe de Estado junto con la Iglesia Ortodoxa, que tiene muchos problemas con los católicos... El Papa no puede venir de incógnito, a su alrededor siempre se congrega una multitud proveniente de la mitad de Europa, cien o doscientas mil personas. No podemos hacer que él venga y no se invite a nuestro patriarca, nunca seremos cismáticos ”. Lukašenko ha asumido desde hace poco el papel de "defensor de la fe". En realidad, no se corresponde demasiado con el presidente bielorruso, que siempre se ha declarado "ateo ortodoxo".
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