Los migrantes chinos desocupados no quieren dejar las ciudades
A causa del coronavirus, no hay oportunidades en las áreas rurales de donde provienen. El 58,84% quiere seguir viviendo en un centro urbano, aún cuando sus hijos no tengan acceso a las escuelas locales. En la ciudad, un migrante interno puede ganar unos 457 euros por mes; en el campo, 126. Los datos de las autoridades son contradictorios.
Beijing (AsiaNews) – A pesar de los efectos negativos del coronavirus en el ámbito del empleo, los trabajadores migrantes quieren permanecer en las ciudades. No encuentran oportunidades en las áreas rurales de donde provienen. Por otro lado, anhelan acceder a los servicios educativos y de salud de las ciudades, que son mejores que los de sus centros de origen. Es lo que surge de un estudio del Social Work Development Centre for Facilitators, publicado el 30 de agosto.
Según la organización no-gubernamental con sede en Beijing, más del 63% de los entrevistados dice que en las zonas rurales donde residen no hay suficiente trabajo para sobrevivir: durante la crisis financiera de 2007-2008, el dato era del 35,3%.
Los migrantes internos, que suman 290 millones en todo el país, son los más afectados por la crisis pandémica. Representan casi un tercio de la fuerza laboral nacional, y en los últimos 30 años su contribución fue fundamental para lograr el milagro económico chino. Aún así, no gozan de plenos derechos.
Aunque hace muchos años que viven en las ciudades, los trabajadores migrantes deben mantener su domicilio de residencia en sus pueblos natales. Esto hace que su acceso a los hospitales de la ciudad sea limitado y que sus hijos no puedan asistir a las escuelas superiores del lugar. El sistema de registro “hukou” determina el acceso a beneficios sociales en función del domicilio oficial, independientemente del lugar donde viva el ciudadano.
Para los migrantes chinos, permanecer o desplazarse es un “mal menor” en este momento. El 58,84% respondió que desea seguir viviendo en un centro urbano, aún cuando sus hijos no puedan acceder a las escuelas locales (en los años de la crisis financiera, el porcentaje era del 22%).
El gobierno comprime los derechos de los trabajadores migrantes para evitar un incremento descontrolado del presupuesto estatal en el área social. El no reconocimiento de la residencia en las zonas urbanas, unido a la falta de trabajo y al recorte salarial debido a la pandemia, complican cada vez más la difícil vida en las ciudades para quien llega tras dejar el campo. Sin embargo, todo esto no los impulsa a “volver a casa”.
El ingreso per capita en las zonas rurales de China registra una caída desde el 2014. La Oficina Nacional de Estadísticas calculó que en el 2018, un migrante viviendo en las ciudades podía ganar poco más de 3.700 yuanes (aprox. 475 euros) al mes: trabajando en el campo, en su aldeas de origen, su ingreso promedio hubiera llegado a 1.023 yuanes (126 euros).
Los resultados de la investigación contrastan con lo reportado por la televisión estatal CGTN, según la cual a fines de julio los gobiernos provinciales crearon 13 millones de puestos de trabajo para los migrantes que regresaron de las grandes ciudades. Los datos que brinda CGTN se contradicen con los del ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social. El 8 de agosto, este último declaró que en el mes de junio había 178 millones de trabajadores migrantes viviendo en las ciudades. La cifra representa el 97,3% de los presentes en los centros urbanos en el mismo período del año pasado.
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