Los interrogantes de Tailandia, conmocionada tras la masacre en un jardín de infantes de Uthai Sawan
Un ex agente de policía perpetró una masacre que dejó 37 muertos (entre ellos 23 niños). Las condolencias del Papa Francisco y su "cercanía espiritual a todos los afectados por este acto de violencia incalificable". Las acusaciones cuestionan los métodos de selección, el abuso de poder, el uso de estupefacientes y la proliferación de armas.
Bangkok (AsiaNews) - Tailandia está en estado de shock. Las autoridades confirman la muerte de 37 personas, entre ellas 23 niños, en la masacre perpetrada por un ex policía en la tarde del 6 de octubre. La matanza fue en un jardín de infantes de Uthai Sawan, en la provincia norteña de Nong Bua Lamphu. Tras el ataque, el hombre se quitó la vida con el mismo arma de fuego que utilizó, junto con una cuchilla, para el acto criminal del que también fueron víctimas su mujer y su hijo. Al menos diez personas resultaron heridas y cinco de ellas están en grave estado. Por la tarde se espera la visita del rey Rama X al hospital donde se encuentran las víctimas, y donde se reunirá con sus familias.
Tras los hechos, la Iglesia tailandesa difundió un comunicado -que recibimos a través de la agencia Licas- a través del responsable de la Oficina de Comunicaciones Sociales de la Conferencia Episcopal, monseñor Joseph Pratan Sridarunsil. El vocero se refirió a "un hecho horroroso"; "nunca pensé que algo así pudiera ocurrir en nuestro país", agregó. A las condolencias se sumó también el papa Francisco, en un telegrama enviado por el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, a la nunciatura apostólica en Bangkok. En el telegrama, en inglés, el Papa ofreció "su más sentido pésame y la seguridad de su cercanía espiritual a todos los afectados por este acto de violencia incalificable contra niños inocentes". Y aseguró sus oraciones para que "en este momento de inmensa tristeza, puedan contar con el apoyo y fuerza de la solidaridad de sus vecinos y conciudadanos".
Tailandia, de luto, también se interroga sobre las razones que llevaron al ex cabo de policía Panya Khamrab a cometer semejante acto. El oficial había sido expulsado de la fuerza por su temperamento violento y su adicción a las drogas. La atención del país no solo se centra en los móviles personales del atacante, sino también en otros temas largamente debatidos.
Una de las cuestiones sobre el tapete es la forma de seleccionar y entrenar a la policía y las fuerzas armadas tailandesas, responsables en varias ocasiones de actos violentos contra civiles que resultan injustificables en su función. Como ejemplo, basta recordar el asesinato de 29 civiles y los 58 heridos los días 8 y 9 de febrero de 2020 en Nakhon Ratchasima, en la masacre perpetrada por un soldado que entró en conflicto con sus superiores. Con demasiada frecuencia se subestiman la inestabilidad en la conducta, el consumo de alcohol o drogas y la insatisfacción con las condiciones de trabajo. Lo mismo sucede con la delegación de poder sobre los civiles, que puede incentivar las actitudes de imposición y los abusos.
Otro interrogante tiene que ver con la disponibilidad de armas, más aún tratándose de individuos señalados como problemáticos dentro del aparato de seguridad. A ello se suma una cultura de hacer justicia por mano propia, que atenta contra las enseñanzas del budismo, el credo de la mayoría de los tailandeses.