Los festejos 'obligatorios' para el Año Nuevo en Turkmenistán

de Vladimir Rozanskij

Estudiantes y empleados públicos fueron obligados a participar y ensayar escenas coreografiadas para filmaciones de la televisión. Muchos se sientieron indignados por las imposicionesy humillaciones. El miedo a perder el empleo fue más fuerte que el deseo de negarse. El régimen quiere dar al mundo la impresión de un pueblo alegre y bullicioso.

Moscú (AsiaNews)- Los canales de televisión de Turkmenistán han preparado cuidadosos reportajes sobre las celebraciones de Año Nuevo en varias ciudades del país. Muestran manifestaciones populares de júbilo en las calles, pero las autoridades obligaron durante días a estudiantes y empleados públicos a ensayar movimientos para la filmación en vez de permitirles trabajar o descansar durante el feriado. Se les exigió sobre todo que estuvieran "atractivos y bien vestidos".

Como explicaban los comunicados de prensa oficiales que se distribuyeron en escuelas y reparticiones públicas, “los jóvenes, las muchachas y las mujeres deben estar elegantes para participar en las celebraciones del nuevo año, preferiblemente vestidos con ropa tradicional del país”. La mayoría de los participantes estuvieron dirigidos por profesores y operadores del sector pedagógico, los filmaron de camino a su lugar de trabajo y luego cuando se trasladaban "espontáneamente" a las plazas donde se hacían los festejos públicos.

En la ciudad de Turkmenabad el principal lugar de concentración fue alrededor del gran árbol de Año Nuevo, erigido frente a la "Carpa Blanca" en las afueras de la ciudad. Las filmaciones comenzaron el 27 de diciembre y teminaron el 1 de enero, con repeticiones diarias. El trayecto desde la ciudad hasta el lugar de la celebración requería mucho tiempo y considerables gastos de desplazamiento, porque estaba ubicado fuera de los recorridos habituales de las líneas de autobuses. Muchos tuvieron que recurrir a los taxis, lo que significaba entre 10 y 20 manats (3-7 dólares) por día, que cada participante debía pagar de su bolsillo, y también se vieron obligados a conseguir ropa adecuada a sus expensas.

El gobierno obligó a todas las escuelas y jardines de infancia a enviar un mínimo de cinco participantes. Después de largos controles y pruebas cruzadas, los organizadores decidieron sobre el terreno quiénes, sobre todo mujeres, participarían en la filmación. Al final, solo los más "atractivos" conseguían aparecer en los documentales . Muchas personas se escandalizaron por estas imposiciones y humillaciones, pero el miedo a perder el trabajo era más fuerte que el deseo de escapar de los "festejos obligatorios".

Así, durante la tarde y la noche del 31 de diciembre aparecieron multitudes felices que paseaban alrededor de los enormes árboles de las principales plazas del país. La ronda final de filmación fue entre las 18.00 horas del 31 de diciembre y las 02.00 horas del 1 de enero. Muchos directivos escolares trataron de dejar que sus empleados gozaran de la tranquilidad de sus hogares, pero las órdenes de arriba eran inequívocas. Por otra parte, a las familias y los niños que habrían participado gustosamente en los festejos alrededor del árbol no se les permitió acercarse para que no estropearan los documentales televisivos.

En Turkmenabad al menos 100 policías custodiaron la plaza de la celebración y solo permitían mirar de lejos. Esta costumbre de hacer "fiestas populares oficiales" se viene repitiendo desde hace al menos una década, con la obligación selectiva de asistir a las ceremonias más importantes, en las que deben desfilar decenas de miles de niños y adultos e incluso una representación de ancianos. Esto sucede no solo en la víspera de Año Nuevo y en las principales fiestas cívicas, sino también con motivo de la inauguración de edificios y monumentos importantes para el gobierno, de ceremonias de plantar árboles nuevos y del final de la cosecha de algodón, trigo u otros productos agrícolas que tengan un gran significado social.

La ropa, comprada con dinero propio, debe ser idéntica para todos, con colores especiales para cada evento, y la esperanza de ser incluido en el rodaje depende no sólo de la apariencia física y los adornos que se lleven, sino sobre todo de la capacidad de sonreír, aplaudir, bailar y moverse siguiendo las órdenes correspondientes, para dar al mundo la impresión de un pueblo alegre y bullicioso, que no se siente agobiado por las dificultades y amenazas del presente y proyectado hacia un futuro sereno y pacífico, sin preocupaciones.