Los 5 temas clave de las elecciones de mayo en el Líbano
La participación, el voto cristiano, las opciones suníes, el "muro chií" y la oposición son los puntos sobre los que gira la contienda electoral. Está en juego el futuro de un país al borde del colapso provocado por la crisis económica y financiera. La dimisión de Saad Hariri y los objetivos de Hezbolá.
Beirut (AsiaNews) - El 15 de mayo, poco más de 3.9 millones de electores serán llamados a las urnas. De acuerdo con el sistema proporcional, deberán elegir a los 128 miembros de la Asamblea Nacional, y los escaños se repartirán en partes iguales entre cristianos y musulmanes, por un mandato de cuatro años. En el tenso clima político y económico que caracteriza la situación actual en el Líbano, según fuentes autorizadas e inequívocas, estas elecciones estarán marcadas por cinco factores principales: el índice de participación; el resultado de la lucha interna de los cristianos; la ocupación del territorio suní; las posibilidades de que la oposición se imponga; y, por último, las posibles fisuras dentro del electorado chiíta. Mientras tanto, la comunidad internacional sigue de cerca los preparativos de la votación e insiste en que se celebre dentro del plazo establecido por la ley, sin dilaciones.
A continuación se analizan, punto por punto, los cinco elementos clave de esta votación:
Cifras de participación
En las últimas elecciones, en 2018, la participación fue del 49%. Ahora que han pasado más de dos años desde las revueltas populares de octubre de 2019, ¿se movilizarán esta vez los libaneses de forma masiva para acudir a las urnas? La cuestión es central, ya que, como explican los expertos, una gran participación popular y una fuerte adhesión al voto deberían favorecer a los movimientos de oposición. Y es posible que así sea, siempre que las fuerzas de la oposición consigan mover y convencer al electorado hasta ahora indeciso. Sin embargo, en el lado suní existe un cierto riesgo de abstencionismo: el líder de la Corriente del Futuro, Saad Hariri, llamó a boicotear las elecciones.
Hoy en día, los únicos elementos que resultan confiables son los datos sobre el registro de libaneses en el extranjero. La cifra se ha triplicado respecto a 2018 (225.000 frente a 80.000), lo que sugiere una movilización más importante. Varios comentaristas prevén que el voto de los libaneses en el extranjero se inclinará mayoritariamente por las Fuerzas Libanesas de Samir Geagea. La agrupación política se ha distanciado de los partidos vinculados al sistema y cuenta con una importante reserva de votos allí donde la diáspora está más presente, especialmente en los Estados Unidos.
La batalla cristiana
Esta será, sin duda, la principal contienda. El mayor reto es saber quién se impondrá: si las Fuerzas Libanesas o la Corriente Patriótica Libre (CPL) de Gebran Bassil, yerno del presidente Michel Aoun y en franca caída en los sondeos. Actualmente, las Fuerzas Libanesas pueden contar con 15 diputados, frente a los 24 del grupo parlamentario "Aounista". Sin embargo, los resultados de uno u otro bando dependerán en gran medida del juego de alianzas . Tampoco hay que olvidar que las Fuerzas Libanesas han perdido a su aliado en el país, la Corriente del Futuro de Saad Hariri, a diferencia de la otra facción vinculada al CPL. El partido vencedor será crucial en la elección del futuro presidente, aunque el nombramiento de éste tendrá que ser probablemente objeto de un consenso más amplio tanto a nivel local como regional. Por último, en el frente cristiano, está la Falange Libanesa de la familia Gemayel: hace pocos días, su líder, Samy Gemayel, anunció su apoyo a Majd Hard, hijo del ex ministro y parlamentario Boutros Harb, en el distrito de Batroun donde, en su opinión, se jugará "la madre de todas las batallas".
La ocupación del territorio suní
Esta es una de las principales incógnitas. El anuncio de la retirada de la Corriente del Futuro, el 24 de enero, tomó a todos por sorpresa y hubo que barajar de nuevo. Aunque Saad Hariri ha expresado el deseo de que los miembros de su partido no participen en la elección, no podrá evitar que personalidades suníes, como el ex primer ministro Fouad Siniora, entren en la batalla.
Por otro lado, la competencia no debe tomarse a la ligera. Además de los suníes independientes -que representan el 30% del electorado y cuentan con el apoyo de Hezbolá- hay que tener en cuenta a varios rivales. El primero y más importante es Baha' Hariri. El mayor de los Hariri cuenta con una poderosa maquinaria electoral y cuantiosos recursos. Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre su capacidad para movilizar a los electores de Corriente del Futuro.
Por otro lado, hay otro magnate suní que podría obtener beneficios invirtiendo en el ámbito político. Se trata de Fouad Makhzoumi, que siempre ha sabido mantenerse firme frente a Hezbolá y los círculos bancarios. El temor de Joseph Bahout, director del Instituto Issam Fares de la Universidad Americana de Beirut, es que el boicot de Saad Hariri en las elecciones beneficie a Hezbolá, además de favorecer a algunas facciones fundamentalistas suníes.
Las chances de la oposición
Conviene ser muy cautelosos con las predicciones que otorgan a la oposición una alta probabilidad de abrirse paso debido a la ira y el descontento populares. En este sentido, será decisiva la capacidad de los actores de la sociedad civil para unirse en torno a un programa coherente. En la votación de 2018 fracasaron en este esfuerzo. Las divergencias en el seno de la oposición se cristalizan principalmente en torno a la alianza con los actores políticos tradicionales, que dicen estar vinculados a los movimientos de protesta, como Kataëb o los de los ex diputados Neemat Frem o Michel Moawad. No cabe duda de que si el frente de la oposición consigue dejar de lado las diferencias y los conflictos de personalidad, y logra presentar candidatos creíbles, podrá beneficiarse de la exasperación de los círculos populares, especialmente cristianos y suníes.
La impermeabilidad del "muro chií”
En teoría, ésta es una de las pocas certezas de la votación: el tándem formado por Hezbolá y Amal debería obtener más o menos el mismo número de diputados (27). Para el frente chiíta, el hecho de que la participación sea alta o baja es irrelevante, porque su bloque electoral es casi invariable, como señala la experta Georgia Dagher. Sin embargo, están surgiendo algunos grupos que representan a los movimientos de protesta en la región con una fuerte mayoría chiíta. Y tienen la esperanza de abrir una fisura en este muro inamovible.
Azotada como otras comunidades por la crisis económica y financiera, la base popular chiíta podría recurrir al voto para castigar a sus representantes históricos. Es muy probable que esto suceda entre los votantes del movimiento Amal, que según los expertos ha sido el más afectado por el colapso económico. Según el analista político Assem Chaaya, "no debemos dar por sentada la fuerza de los dos principales actores chiíes en las urnas. En su estudio, el especialista estima que en 2018, Hezbolá (343.000 votos) y Amal (204.199 votos) obtuvieron en conjunto 547.199 votos de un total de 1.068.274 votantes chiíes. Una cifra que de ninguna manera representa una mayoría absoluta, como solemos creer.
17/12/2016 13:14
27/07/2021 12:44