Los 100 años de un gran misionero, el p. Andrés Díaz de Rábago
El secreto de su longevidad: dialogar con todos y agradecer a Dios cada día. Todos los días el p. Andrés, jesuita, va a visitar a los enfermos del hospital Card. Tian de Taipei. Para la fiesta de su cumpleaños había presentes cinco mil personas, entre las cuales el vice-presidente Chen Chien-jen.
Taipei (AsiaNews)- En Taiwan el p. Andrés Díaz de Rábago es ya un mito que todos conocen. Sanos y enfermos. Él es de hecho un padre jesuita médico; todos los días va al hospital Card. Tien de Taipei a visitar, bendecir y a rezar con los enfermos. Lo hace así de hace al menos cincuenta años y no es tan jovencito.
El 2 de octubre él ha cumplido 100 años (en China se cuenta la vida desde el año de la concepción) y una inmensa multitud se reunió para festejarlo en la parroquia del Sagrado Corazón de Guting, barrio de Taipei cerca de la universidad nacional de Taiwan. Una misa solemne a las 10 del domingo por la mañana, presidida por él con gran energía, y a continuación una gran fiesta con almuerzo, cantos y danzas realizadas por gente de todas las edades. A lo largo de toda la jornada más de cinco mil personas estuvieron presentes aún sólo por pocos minutos, para desearle el feliz cumpleaños al p. Andrés. Estaba presente también el vicepresidente de Taiwan, el honorable Chen chien-jen y muchas otras autoridades. Toda la multitud se prodigó en grandes agradecimientos hacia quien acompañó a los que sufrían y los supo confortar con su persona.
El p. Rábago de hecho es muy conocido por su fuerza de espíritu, su gran extroversión que abate toda hostilidad y logra abrir cada corazón que esté cerrado: imposible no sonreír delante a su modo de obrar.
De España, además de la entera representación oficial presente en Taiwan, llegó también una nutrida delegación de parientes que atestiguan cuán fuerte sea el ligamen entre la familia Díaz de Rábago y el “tío”. Ellos se esperaban festejos importantes, pero no de estas dimensiones. “¡Aquí hay una entera multitud para festejar al tío, no sólo una parroquia! ¡Me quedé maravillada de cuánta gente conoce!”, exclamó a un cierto punto su prima Marta.
El p. Andrés Díaz de Rábago nació el 17 de octubre de 1917 y entró en la Compañía de Jesús en setiembre de 1940. Su ordenación sacerdotal fue el 16 de abril de 1952, cuando ya estaba en Asia de hacía cinco años.
De hecho partió para China en 1947, cuando tenía 30 años y vivió antes en Beijing y Shanghai, luego realizó breves misiones en Filipinas, en Manila y en Timor Este, finalizadas las cuales se estableció en Taipei para su trabajo en el hospital.
El p. Wilfred Chen, de hace años chofer y asistente del p. Andrés en sus viajes al hospital, nos dice: “Hace 15 años el provincial me puso al lado del p. Andrés para que pudiese substituirlo cuando por la vejez se hubiese retirado. Después de este tiempo, yo estoy envejeciendo y él parece más joven que antes, ¡100 años y no los siente de hecho!”.
El p. Andrés es la prueba que dialogar con la gente, sobre todo con quien no la piensa en el mismo modo, alarga la vida: él jamás tuvo miedo de ponerse en juego y nunca se escondió detrás de las excusas tipo estar cansado o estar demasiado ocupado: “mi puerta está siempre abierta”, le gusta repetir.
Además del “dialogar” que alarga la vida”, el p. Andrés nos reveló algún otro de sus secretos: “Sé feliz de tu vocación, agradece a Dios cada día y haz contentas a las personas que te rodean. Estos 80 años de vida religiosa me han dado la felicidad enorme y todas las personas que he encontrado me han hecho sentir la cercanía de Dios. Cada día la vida es un gran regalo. Y así adelante, ¡que Dios los bendiga!”.
28/08/2016 13:40