Lisboa: la JMJ "entusiasta" de los jóvenes católicos chinos (y turcos) con el Papa

Una delegación de unos 50 jóvenes chinos asistirá a las jornadas. Un testimonio "del cuidado" de la Iglesia por el país y sus fieles, más allá de las dificultades. Ayer, el Papa recibió a un grupo de jóvenes turcos procedentes de las zonas afectadas por el terremoto de febrero. Un encuentro con el mundo de la caridad y el voluntariado, en el que ensalzó un "amor concreto, que se ensucia las manos".

Lisboa (AsiaNews) - La Jornada Mundial de la Juventud es una ocasión para contar historias personales en una Iglesia en la que "caben todos", para compartir experiencias en las que cada uno, como subrayó ayer el Papa en la inauguración, es protagonista de un evento en el que es "llamado por su nombre". Es el caso del pequeño grupo de católicos chinos que, a pesar de las dificultades, consiguió llegar a Portugal para participar en el evento y de los jóvenes turcos recibidos ayer en la nunciatura por el pontífice para un encuentro privado. Un momento conmovedor, sobre todo para los que venían de las zonas de Anatolia golpeadas por el devastador terremoto del 6 de febrero y que encontraron, en el abrazo con Francisco, una fuente de alegría y consuelo.

Volviendo a los católicos chinos, cuando las empresas son "difíciles, complicadas", lograrlas se vuelve aún más hermoso. Esta es una de las razones por las que tiene un valor especial la presencia de unos 50 jóvenes en la JMJ de Lisboa, que durará hasta el 6 de agosto, un grupo cálido y colorido que, en los últimos días, se ha dado a conocer por una marcha con una bandera ondeando con orgullo (en la foto) por las calles de la capital. "Venir -cuenta a AsiaNews un sacerdote chino residente en Italia- no fue fácil. La Asociación Patriótica [organismo "oficial" de la Iglesia china, controlado por el Partido Comunista] hizo poco para favorecer su presencia, empezando por el alojamiento, que actualmente es muy caro".

El grupo de jóvenes turcos y chinos forma parte del más de un millón de jóvenes de todo el mundo que han respondido al llamado del Papa para participar en la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud. "Los católicos chinos", afirma una fuente de AsiaNews, que se encontró con ellos en las calles de Lisboa, "están muy entusiasmados" por participar en este acontecimiento de la Iglesia mundial. "Un chico de la provincia de Hebei dijo 'vinimos aquí como individuos. Nos registramos en la página web de la JMJ, mientras que la diócesis a la que pertenecemos no nos proporcionó ningún apoyo material, espiritual u organizativo, por lo que 'recurrimos a un visado de turista para llegar a Portugal". "Me alegro de que algunos de mis compatriotas hayan conseguido llegar a Lisboa. De este modo, China también está representada sobre el terreno y no estamos ausentes de este importante acontecimiento", a diferencia de otros grandes encuentros o reuniones celebrados en el pasado. El sacerdote ya ha viajado a Fátima, donde el propio Papa Francisco visitará mañana, para celebrar una misa con algunos sacerdotes de distintas nacionalidades. "Al final de la misa", concluye, "uno de ellos me preguntó si había chinos aquí [en Lisboa, en la JMJ]. Esto testimonia la atención de la Iglesia universal por China, aunque su presencia sea pequeña en términos numéricos".

También hoy la agenda del Papa en la JMJ -inaugurada oficialmente ayer a última hora de la tarde en el Parque Eduardo VII con el Patriarca de Lisboa y más de 500.000 jóvenes- presenta varios compromisos, empezando por las confesiones de algunos jóvenes en el Jardín Vasco da Gama. Siguió el encuentro con representantes de algunos centros asistenciales y de caridad en el Centro Paroquial de Serafina, y finalmente el momento más importante, por la tarde, con el Vía Crucis con los jóvenes reunidos en el parque que albergó ayer la ceremonia de inauguración. En esta ocasión el Papa, tras saludar al Cardenal Manuel José Macário do Nascimento Clemente, se dirigió a los presentes exhortándoles a experimentar la alegría de acoger y abrirse al Señor para ser testigos de su cercanía. A continuación, el Pontífice les exhortó a tener cuidado con los "lobos" que se esconden tras "sonrisas de falsa bondad" y a cuidarse de las "ilusiones de lo virtual".

Hoy, en el encuentro con el mundo del voluntariado y de la caridad que siempre ha sido muy querido por el pontífice argentino (el Presidente de la República también estuvo presente, como en todos los demás actos públicos), recordó el episodio de la Virgen María yendo a ayudar a su anciana pariente Isabel. Un gesto que es signo de una caridad que es origen y meta del camino cristiano, una presencia que es "amor en acto". De este camino, Francisco destaca "tres aspectos: hacer el bien juntos, actuar concretamente y estar cerca de los más vulnerables". El primer énfasis se pone en la palabra "juntos", que se refiere a "vivir, ayudar y amar" y que abarca a "jóvenes y adultos, sanos y enfermos, juntos", acompañada de la invitación a no "dejarse 'definir' por la enfermedad o los problemas". La segunda invitación es a "actuar concretamente" porque la Iglesia "no es un museo de arqueología" sino que es una "fuente" que "da agua" hoy como en el pasado.

"Cuando", relata el Papa, "no se pierde el tiempo quejándose de la realidad, sino que uno se preocupa por satisfacer las necesidades concretas, con alegría y confianza en la Providencia, suceden cosas maravillosas", como las numerosas iniciativas promovidas por los centros portugueses de asistencia y caridad, protagonistas del encuentro.

En este punto, el Papa interrumpió la lectura del discurso debido a problemas con el sistema de iluminación que no le permitían ver con claridad el texto, decidiendo concluir con una reflexión a distancia que partía precisamente de las realidades encontradas. El pontífice recuerda que "no hay amor platónico", porque el amor "es concreto, se ensucia las manos". No ahorra duras críticas a quienes sienten "asco" ante un enfermo, cuando alguien dice "la pobreza me da asco". Cuántas vidas inútiles -continúa Francisco- que pasan sin dejar huella", pero aquí "tenemos realidades" como la que se ocupa de los niños con cáncer y de sus padres, que "dejan huella". No hay JMJ sin esta realidad, sin ensuciarse las manos" y actuar así genera "vida" y por ello " les doy las gracias".

(Colaboró John Ai)