Las acrobacias de Erdogan y el arte del trueque
Las miras políticas del presidente turco en su visita al Vaticano. La alianza con Putin, la compra de armas rusas mientras permanece en la OTAN. El sultán piensa aprovechar al máximo la posición geopolítica de Turquía en relación al flujo de migrantes que se dirige a Europa; la posibilidad de convertirse en base para un posible ataque contra Irán. Pero todo, en función de su ambición personal.
Estambul (AsiaNews) - Con la visita de ayer al Papa Francisco, en el Vaticano, Recep Tayyip Erdogan ha querido presentarse ante un fragmentado mundo musulmán como el único referente en lo que concierne a la cuestión de Jerusalén.
Con este gesto, él se alinea a su nuevo aliado, Vladimir Putin, que se presenta como el protector de los cristianos en Oriente Medio.
Los dos tienen en común la voluntad de decir lo que realmente piensan sobre cuestiones geopolíticas medio-orientales, especulando sobre la evidente instrumentalización del factor religioso para objetivos políticos e ideológicos, pero en una versión moderna.
En el caso de Rusia, sigue siendo siempre actual su involucramiento en el Oriente Medio, por tratarse de una salida estratégica en el marco de sus ambiciones imperiales y geopolíticas; para la Turquía de Erdogan, es el retorno a su visión neo-otomana, es decir, a Turquía como una nueva potencia regional, que busca sacar provecho de su importante posición geopolítica.
Turquía también supo aprovecharse de su posición durante el período del bipolarismo EEUU-URSS. A este propósito, debe recordarse que durante la Segunda Guerra mundial, a pesar de que había garantizado a los aliados su participación en la guerra contra Alemania, recién declaró la guerra contra esta última un día antes del armisticio alemán.
Ello forma parte de su carácter de origen oriental, el cual se expresa magníficamente en la palabra turca alisveris, trocar.
Hoy en día, en un mundo cada vez más globalizado y multi-polar desde el punto de vista económico y político, la nueva Turquía de Erdogan pretende y exige explayar su posición en lo que respecta a cuestiones regionales, especulando sobre las enfrentamientos y puntos débiles de las grandes potencias: EEUU, Rusia y China.
La consideración que tiene hacia Europa es relativa, puesto que ésta puede ser fácilmente extorsionada con el factor migratorio, del cual Turquía es la válvula de flujo. Al mismo tiempo, Ankara le ofrece un mercado vasto y joven, tierra de fructíferas inversiones, debido a la aplicación, por parte de los islámicos, de políticas neoliberales, caracterizadas por la habilidad empresarial turca, la capacidad de trabajo y la ausencia de vínculos laborales.
Ha de subrayarse que en los enfrentamientos militares que se producen en estas zonas, Alemania aporta sus famosos tanques de guerra Leopard. Lo mismo vale para Francia e Italia en relación a una variedad de equipamiento bélico.
Erdogan, un verdadero animal político, proviene de una Turquía desdeñada por el sistema kemalista. Tal como se lee en un reporte de los EEUU del año 2004, él se caracteriza por una despótica soberbia y una ambición desenfrenada, que derivan de la fe en que Dios los ha predestinado a estar al frente de Turquía. Por ese motivo, él ha instaurado, en este contexto, un poder político autoritario, propio de un nuevo Sultán.
Un proyecto a largo plazo
Semejante poder ha sido instaurado utilizando el partido del AKP a modo de trampolín: primero, socavando el sistema kemalista, y luego procediendo con reformas que resultaban inimaginables antes de aquél entonces. Una vez establecido en el poder, alrededor del 2009, inició una campaña contra sus compañeros de escalada y -luego del fallido golpe de julio de 2016- contra la sociedad civil.
Su poder absoluto goza del apoyo del 51% de la población, sobre todo, de aquella de origen anatolio y de fe islámica.
Cualquiera que hable con esta población oirá decir que ella se siente revitalizada y que está orgullosa de ser turca, a diferencia de los disidentes, que son enviados a llenar las cárceles.
Se debe resaltar que el porcentaje del 51% tiende a aumentar, yendo a pescar en los partidos de oposición no-kurda, cuando Erdogan agita la cuestión kurda tildándola como el peligro número 1 de Turquía, exaltando así el sentimiento nacionalista turco, que fue bien inculcado y quedó bien arraigado por el sistema kemalista, que rigió desde 1923.
Así se entiende el motivo de tan duras palabras dirigidas contra el presidente Trump, hallado reo de sostener el movimiento kurdo sirio del YPK, cercano al PKK turco. Ello ha llevado a que las fuerzas militares turcas invadieran la localidad de Afrin, en Siria, sin hallar impedimento alguno por parte de los rusos, y que ahora amenacen con proceder contra la ciudad de Manbij, donde están las reservas de las fuerzas kurdas y americanas.
Es la primera vez que el presidente de un Estado miembro de la OTAN maldice al presidente de los EEUU con palabras tan duras, e incluso recurre a la compra de armamento del enemigo ruso (misiles 400S).
Fuentes diplomáticas de Ankara cuentan que ciertos ambientes cercanos al presidente turco recuerdan a los americanos que permitieron el pasaje de los mercenarios del ISIS desde Turquía a Siria, justamente por incitación suya.
Para ser fieles a la verdad, en el año 2003 Turquía denegó a Bush el uso de las bases, pero no se fue más allá de eso.
A nivel diplomático, hay quien preconiza que en caso de que EEUU quiera atacar Irán, sólo podrá hacerlo con las capacidades operativas de Ankara, lo cual iría en detrimento de sus actuales alianzas.
En tan inestable contexto de equilibrios geopolíticos rigiendo en Oriente Medio, Erdogan se ejercita para conservar su poder, usando la política del trueque, un arte que la tradición otomana supo dominar, que también se caracteriza por la capacidad, totalmente turca, de cambiar o derrocar, cuando no, de invertir sus propias alianzas.
25/02/2021 12:50
11/11/2022 13:58