La renovación del acuerdo sino-vaticano, en medio de temores fundados y débiles esperanzas
Un periodista chino católico, oriundo de Shangai y actualmente refugiado en Italia, describe la situación de la Iglesia en China y el impacto que puede tener el acuerdo sobre el nombramiento de obispos. La sabiduría del Papa Francisco en el intento de diálogo; China, y su fama de violar los acuerdos internacionales. El régimen comunista desprecia todas las religiones. La fe de los chinos crece, incluso entre las espinas.
Ancona (AsiaNews) – Hace pocos días, el 22 de octubre, la Santa Sede anunció la renovación del acuerdo de carácter pastoral con las autoridades chinas, firmado originalmente en septiembre de 2018. Aunque no podemos conocer el texto, somos conscientes del hecho de que la libertad religiosa en China no ha mostrado signos de mejora y muchos acontecimientos van exactamente en la dirección opuesta a la deseada. La noticia de la renovación ha provocado críticas feroces y también ha desencadenado especulaciones negativas sobre la Santa Sede por parte de algunos católicos de la China continental. En este contexto, se intenta establecer un diálogo con el régimen para resolver el problema del nombramiento de obispos y no dejar las diócesis sin pastores o, peor aún, con representantes del clero nombrados exclusivamente por la influencia del Partido Comunista Chino (PCC), sin el aval pontificio.
La Iglesia Católica china se divide artificialmente entre aquella “oficial” (es decir, dependiente de la Asociación Patriótica) y aquella clandestina, la Iglesia “subterránea”. El concepto de ciudadanía china es inexistente debido a la flagrante negación de las libertades fundamentales, y pensar en reunir a los católicos en una organización controlada por el régimen significa realizar el sueño de la dictadura.
¿Cuál es la verdadera situación de la Iglesia Católica China hoy en día? Los miembros de la Iglesia subterránea son arrestados a diario, mientras que los obispos nombrados unilateralmente por la Asociación Patriótica han sido admitidos en la comunión con Roma. Mientras tanto, se han instalado cámaras de vigilancia en los edificios de culto. Se ha izado la bandera nacional, se ha prohibido el acceso a los edificios de culto a los menores de edad. Incluso se han distorsionado y reescrito muchos pasajes de la Biblia. ¿Acaso debo agregar más? En algunos casos, se colocaron retratos de Mao Zedong y Xi Jinping a ambos lados de la cruz y del altar.
El 28 de junio del año pasado, el Vaticano publicó el primer documento público post-acuerdo "Directrices pastorales de la Santa Sede sobre el registro civil del clero en China" ofreciendo una nueva noción de la independencia de la Iglesia en China. Yo mismo, como jefe de comunicación social de la diócesis de Shanghái (foto 1), difundí ese texto entre los creyentes católicos, en las plataformas chinas. Menos de 10 horas después, tanto yo como mi sacerdote de referencia recibimos fuertes amenazas de la Oficina de Asuntos Religiosos. El alarde intelectual de la diplomacia vaticana fue eliminado con el dedo índice de mi mano derecha, entre mis lágrimas y las advertencias del régimen comunista. Tuve que huir de mi país y sé muy bien de lo que hablo, ya que lo he vivido en mi propia piel. No se trata de la especulación de un intelectual aburrido.
La sociedad y la Iglesia china son como un suelo espinoso. Constituyen las espinas el hecho de que el rápido crecimiento económico ha comprometido irreversiblemente el medio ambiente, ha violado todos los derechos al trabajo digno y ha denegado las libertades fundamentales. Además, la propaganda es más fuerte que nunca. Con el gran Firewall que ha levantado el PCC, es fácil ocultar la verdad. De hecho, la difusión real del Evangelio sigue siendo una operación extremadamente compleja. De hecho, uno de los principales objetivos del control de la religión por parte del PCC es eliminar el Evangelio y utilizar el fuerte poder de control para acelerar el fin de las religiones, consideradas antinaturales por el establishment comunista. El régimen quiere dispersar las semillas plantadas por los grandes misioneros italianos, como Giovanni da Montecorvino y Matteo Ricci. A pesar de la renovación, el gobierno chino no arrancará las espinas ni cortará las malas hierbas del suelo. Por el contrario, será el propio PCC el que querrá sembrar más y más cizaña y clavar las espinas mientras dormimos felizmente. El propósito de un régimen ateo es destruir la fe porque son los enemigos jurados del Sembrador.
La apreciable sabiduría del Papa Francisco al tratar de establecer un diálogo inclusivo con todos mostrará al mundo que el rey está desnudo: la credibilidad del régimen chino ya está en su punto más bajo. El Papa siempre nos invita - en "Fratelli Tutti" - a superar las diferencias construyendo puentes. Sin embargo, tenemos que admitir que para entablar un diálogo se necesitan dos personas. No puedo dejar de recordar que el régimen chino -a lo largo de todos estos años- ha ratificado numerosos tratados internacionales de derechos humanos, entre los que destaca la "Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes".
La flagrante violación de estas obligaciones internacionales confirma la marcada tendencia de China al incumplimiento. La dictadura firma el acuerdo con una mano y, con la otra, continúa su violenta campaña para luchar contra Dios y sus testigos. El coraje del Papa Francisco brindará al mundo una nueva oportunidad de ver y evaluar, con sus propios ojos, la verdadera naturaleza del desprecio del régimen comunista por todas las religiones. Si un interlocutor trabaja para su destrucción, ¿cómo va a respetar un acuerdo?
La renovación será utilizada por la dictadura con fines políticos, y pondrá en peligro la ya precaria seguridad de nuestros hermanos y hermanas que han sido duramente perseguidos por su fe. No todos tendrán la suerte de escapar como yo. No todo el mundo encontrará un abogado dispuesto y una cálida familia lista para recibirlos como yo en Italia. No es tan importante analizar el texto del acuerdo porque el resultado de la renovación se puede resumir en sólo dos palabras: ninguna ventaja.
En cambio, sigo siendo optimista en cuanto al brillante futuro de la Iglesia en el espinoso suelo de China. Sin embargo, la comunidad internacional primero tendrá que intervenir para arrancar las espinas y extirpar la cizaña a través de una nueva cultura democrática que surgirá de las cenizas del régimen comunista, destinado a terminar como todos los fenómenos humanos malignos y devastadores.
*Dalù (foto 2) es el seudónimo de un periodista, conductor de radio y activista chino actualmente refugiado en Italia. Nacido en Shanghái en 1963, su carrera se interrumpió cuando en 1995 recordó la masacre de Tiananmen en una emisión pública. En el 2010 se convirtió al catolicismo, cuando trabajaba para la diócesis de Shanghai. En 2019 llegó a Italia, donde se le concedió el estatus de refugiado político. Para otras noticias, véase: "Dalù, el recuerdo de la masacre de Tiananmen acogido en Italia" (AsiaNews.it, 2/06/2020)