La guerra entre Israel y Hamás, un " pantano " en el que se hunde todo Oriente Medio
En círculos libaneses existe la opinión de que Netanyahu ha puesto sus miras demasiado altas, arriesgándose a verse envuelto en el conflicto de Gaza. Sin un alto el fuego en la Franja, siguen muriendo civiles. Para Hezbolá, se trata de la "guerra de Hamás", pero el "sutil" enfrentamiento con el ejército israelí sigue abierto, haciendo alarde de las "reglas de enfrentamiento" vigentes en el sur de Líbano. Sigue habiendo fuertes divisiones en el mundo árabe e islámico.
Beirut (AsiaNews) - "Si Israel no gana, pierde. Si Hamás no pierde, gana". Según el general retirado Elias Hanna, en declaraciones a un canal de televisión libanés, ésta es la ecuación que rige el conflicto entre Hamás e Israel, que ha entrado en su segundo mes. Y es también, por supuesto, la cuestión crucial del alto el fuego en la Franja, que Israel sigue rechazando. Sin embargo, la impresión que se tiene en Beirut es que Israel empieza a verse atrapado en el pantano de Gaza, sabiendo que, según el diplomático estadounidense Amos Hochstein, de visita en Líbano, Estados Unidos "no ha dado a Israel un plazo indefinido" para su operación militar.
Al declarar que quiere "destruir a Hamás", Benjamin Netanyahu ha puesto el listón demasiado alto, según la opinión común que circula en los círculos de la capital libanesa. El primer ministro israelí busca una victoria contundente para lavar la afrenta del 7 de octubre y sus propios errores, pero parece un objetivo difícil de alcanzar. Hasta la fecha, el ejército israelí no ha conseguido ningún punto decisivo contra Hamás, no ha capturado ni un solo prisionero de las filas de las brigadas Al Qassam o de la Yihad Islámica, ni ha señalado el lugar exacto dentro de la red de túneles donde supuestamente se encuentran los cerca de 200 rehenes en manos del grupo extremista.
Mientras tanto, según los expertos del frente norte de Israel, se está produciendo un conflicto "sutil". En un nuevo discurso pronunciado el 11 de noviembre con motivo del "Día de los Mártires", el secretario general de Hezbolá, Hasán Nasralá, reiteró que el bando libanés-israelí es "un frente de apoyo" y no puede sustituir al conflicto en curso en Gaza. "Ésta es la guerra de Hamás, no de Hezbolá. Hamás tomó la iniciativa en la ofensiva del 7 de octubre sin avisarnos" es la opinión común en las altas esferas del movimiento chií proiraní, como señala la periodista y experta Scarlett Haddad.
Estas garantías tácitas han calmado las preocupaciones de los libaneses. Pero la amenaza de una escalada del conflicto no se ha descartado por completo y sigue siendo concreta. En efecto, "para Hezbolá, como para Teherán, sigue habiendo líneas rojas que no se pueden cruzar: la destrucción de Hamás o una operación a gran escala en Líbano", añade Scarlett Haddad. Mientras tanto, el partido chií juega hábilmente, aunque con un coste humano desorbitado, con las "reglas de enfrentamiento" vigentes en el sur del Líbano. Lejos de ser una farsa o poco más que una escaramuza, el conflicto en la frontera norte de Israel ya le ha costado a Hezbolá 68 combatientes, la mitad de los que perdió en la guerra de 2006.
Durante el fin de semana, Hassan Nasrallah anunció "un refuerzo de la acción de la resistencia en el frente libanés, en cuanto al número de operaciones, el número de objetivos y también el número de armas utilizadas". Hezbolá utilizó cohetes Katyusha para bombardear los cuarteles de Dovev y Safad y Kiryat Shmona, hiriendo a 15 personas, en respuesta a la muerte de civiles -una mujer y sus tres nietas- en un ataque con drones.
Divergencias en el mundo árabe
¿Hasta cuándo continuará el juego de masacres en Gaza? Desde luego, la respuesta no está en manos del mundo árabe-islámico, que incluso ha celebrado la primera reunión oficial entre el presidente iraní, Ebrahim Raisi, y el príncipe heredero saudí, Mohammad bin Salman. Desde el punto de vista de la "realpolitik", los resultados de la cumbre conjunta de la Liga Árabe y la Organización de Cooperación Islámica (OCI), celebrada en Riad el 11 de noviembre, pusieron de manifiesto las fuertes divisiones regionales sobre cómo responder al conflicto. Aunque condenó las "bárbaras" acciones de las fuerzas israelíes en Gaza, la cumbre no estableció sanciones económicas y políticas verdaderamente disuasorias contra Israel y sus aliados, como la ruptura de lazos económicos y diplomáticos o el corte del suministro de petróleo.
El comunicado final de la cumbre rechazó los argumentos de Israel de que actuaba en "defensa propia" y exigió que el Consejo de Seguridad de la ONU adoptara una resolución "vinculante" para poner fin a la "agresión" en Gaza. La nota también rechazaba cualquier solución política futura al conflicto que mantuviera la Franja separada de Cisjordania, ocupada por Israel. Por su parte, el primer ministro libanés saliente, Nagib Mikati, afirmó que la elección de Líbano está consagrada "a la paz". Tranquilizado por el comedido compromiso militar de Hezbolá contra Israel, el primer ministro interino alabó incluso el "papel nacional" desempeñado por el partido, una concesión a la paz civil y una apariencia de unidad interna frente al enemigo.
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