19/10/2022, 11.21
RUSIA
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La guerra en Ucrania pone de rodillas al Cáucaso ruso

de Vladimir Rozanskij

La región siente el peso de las sanciones y la movilización militar. En el "Cáucaso", las empresas han perdido hasta el 90% de su facturación. Los salarios se consumen debido a la inflación. Los ingresos por la venta de recursos energéticos solo alcanzan para un año. Es difícil que el gobierno central pueda hacer concesiones financieras a una zona periférica.

Moscú (AsiaNews) - Toda la economía rusa está sufriendo, y cada vez más, las consecuencias de la guerra en Ucrania, pero las regiones de la Federación que más sufren son las del Cáucaso Norte. Las importaciones están prácticamente bloqueadas, la actividad laboral ha disminuido en todos los ámbitos, el consumo y la producción local cayeron drásticamente, la gente de clase media ha emigrado masivamente  y miles de hombres en edad de trabajar murieron en el frente. Estos son sólo algunos de los factores que están poniendo de rodillas a todo el sistema de vida ruso y caucásico.

Si bien en Rusia en su conjunto el colapso económico aún no ha afectado del todo el nivel de vida medio de los ciudadanos, en las repúblicas caucásicas de Chechenia, Ingusetia, Daguestán, Kalmykia, Osetia del Norte, Kabardino-Balkaria y el sur de Rusia, la zona conocida como "Chechenia", las consecuencias ya se sienten con mayor intensidad. Sólo en Daguestán, entre enero y agosto, las empresas perdieron casi el 90% de su facturación. En la región de Stavropol, el comercio al por mayor cayó más del 91% (el comercio al por menor un 30%); en Osetia cayó un 72%.

En toda la región, los precios de los productos han subido de forma aterradora (entre el 15% y el 40%) y la inflación galopante ha consumido los ingresos de la población, como confirman los datos estadísticos del instituto Rosstat. Las repúblicas caucásicas dependen en gran medida de las transferencias económicas del gobierno central de Rusia, como recuerda la profesora Natalia Zubarevič, especialista en economía de la Universidad MGU de Moscú: "El financiamiento gubernamental ha aumentado en todas las regiones, de diferentes maneras. Sin embargo, no consigue colmar los agujeros creados por el contexto bélico, y la movilización de las últimas semanas tendrá consecuencias cada vez más catastróficas para los ingresos de las administraciones locales, y de las familias en general".

Otro dato preocupante es el crecimiento de la deuda pública: en los sujetos federales rusos, ésta ronda el 5% en promedio, mientras que en Chechenia supera el 20%. El Estado central será cada vez menos capaz de ayudar a las regiones, especialmente considerando que rige un progresivo embargo occidental sobre el gas y el petróleo. Que es también un "autoembargo", como observa el politólogo Sergej Žavoronkov, de la fundación "Misión Liberal", según el cual "los medios para mantener un nivel suficiente de bienestar colectivo bastarán como máximo para un año".

Como señalan muchos expertos, las sanciones energéticas todavía no se sienten mucho debido a los altos precios de los recursos, pero este factor va a cambiar rápidamente en los próximos meses. A partir de diciembre, Rusia sólo podrá vender a sus socios de Asia y a los países más pobres, a precios mucho más bajos que los actuales, e incluso más bajos que antes. Los efectos económicos de la movilización son difíciles de cuantificar por el momento, pero las estadísticas pronto comenzarán a calcularlos. Quizás sólo crezcan los ingresos del trabajo agrícola, gracias a los altos precios de los alimentos y al aumento de la demanda por la caída de las importaciones.

Moscú no tendrá más opción que seguir financiando a las regiones del Cáucaso, para comprar su lealtad y evitar los sentimientos separatistas, cada vez más extendidos. Una tarea que no será fácil si la guerra evoluciona de manera aún más dramática, considerando el posible uso de armas atómicas y la condena internacional de Rusia, rotulada como país terrorista, debido a las masacres y la destrucción de centrales eléctricas para dejar a los ucranianos a merced del frío y el hielo.

Y es precisamente por ello que el presidente checheno Kadyrov -quien apoya y alimenta la guerra en Ucrania más que nadie-, chantajea a Moscú de forma cada vez más descarada. Muestra a todos los gobernantes regionales el camino para defender su propia economía a costa de la federal, creando así las condiciones para un colapso aún más sistemático.

Una posible subida de impuestos -la única forma de alimentar el presupuesto- también provocaría una reacción negativa en los sectores de la población que más apoyan la política estatal. Rusia podría implosionar económicamente y acabaría guerreando contra sí misma en vez de luchar contra enemigos externos.

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